
Víctima
que haces daño.
Verdugo
sometido.
Ambos jugamos un
mismo papel.
El que consiente.
El consentido.
Un veneno
encadenado.
Luna mortal de
los sentidos.
Círculo
vicioso,
adictivo.
Que no rompe.
Que se torna
espiral
y cuerpo
de hombre.
Eterno vaivén
de las salivas.
Corsé nefasto
de Sibilas.
La eternidad
deconstruida.
Y un infinito teje
deseos.
Y deseos. Y deseos.
Y un infinito.
http://www.flickr.com/photos/leone_tango/
círculos de deseo...
ResponderEliminarUn verdadero tira y afloja de ambos, una espiral de lucha de personalidades en las que los dos buscan una ficticia hegemonía.
ResponderEliminarBueno, a veces hasta resulta divertido.
Un beso, Lola.
Un tango, por ejemplo, si no nos ponemos dramáticos...
ResponderEliminarInfinito vaivén de las salivas: magnífica metáfora.
ResponderEliminarCuando no toca cambiar de papeles...
ResponderEliminarque cosa bonita esto.. me gusta como escribes!
ResponderEliminarjavi
http://controlaltsuprimir.blogia.com
Un veneno encadenado, Lola, es demasiado veneno, lo demás es el desencadenamiento del deseo contenido, que siempre es tendente a eternizarse.
ResponderEliminarUn beso.
Me enganché en el eterno vaivén de las salivas, y de ahí no hay quien me saque Lola
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