miércoles, agosto 31, 2011

Dilema del erizo


En un día muy helado, un grupo de puercoespines que se encuentran cerca sienten simultáneamente gran necesidad de calor. Para satisfacer su necesidad, buscan la proximidad corporal de los otros, pero mientras más se acercan, más dolor causan las púas del cuerpo del erizo vecino. Sin embargo, debido a que el alejarse va acompañado de la sensación de frío, se ven obligados a ir cambiando la distancia hasta que encuentran la separación óptima (la más soportable).
La idea que esta parábola quiere transmitir es que cuanto más cercana sea la relación entre dos seres, más probable será que se puedan hacer daño el uno al otro, al tiempo que, cuanto más lejana sea su relación, tanto más probable es que mueran de frío.
Arthur Schopenhauer 1851
Imagen de Germán Sáez

miércoles, agosto 24, 2011

La profecía de Marilyn



Marilyn en una de sus últimas imágenes, rodaba la película dirigida por G. Cukor, Something's got to give. Incompleta tras su muerte porque, según su director, ella era imposible de sustituir.
Los psicólogos dicen que todos inventamos nuestra historia personal. Nos sugieren que, ya puestos, creemos una ficción positiva porque de lo contrario nos puede pasar como a Marilyn. En realidad, no dan este ejemplo de forma tan taxativa. Esto es de mi cosecha. Ella es un ejemplo triste de la profecía autocumplida. Marilyn vivió angustiada por el estigma de su madre, una montadora de cine encerrada en una clínica mental. A Norma Jean le perseguía el fantasma de la vejez, de la precariedad, del miedo. Su inseguridad feroz la llevaba a mendigar el amor de los demás, a tolerar el desprecio de uno de sus esposos, el “intelectual” Arthur Miller; a buscar en espejos ajenos la aprobación. En los últimos días de su vida, esa aprobación la conseguía lanzándose a sórdidas aventuras nocturnas con desconocidos. Su vulnerabiliad interna la hacía muy atractiva. Era una criatura indefensa muy alejada del estereotipo de su personaje. Era lo contrario a esa hembra tan poderosa de los pósters.
Seguro que usted también cuenta con la narración personal de su vida. Con algunos prejuicios acerca de sí mismo. Y piense,  cuantas veces, el que alguien le repitiese una sentencia hasta el hartazgo la convirtió en realidad. Si profetizamos acerca de lo que sea, mejor hacerlo con buena simiente.
La profecía de la crisis que vivimos nos ha brindado una catástrofe sin precedentes. Si en lugar de cacarear tanto nos dedicáramos a reconvertir la realidad --que se puede, vive Dios-- otro gallo nos cantaría. Vivimos un tiempo desnortado. Sólo sobrevivirá el instinto (a veces la violencia) y la reflexión. Les invito a que lean un libro estén o no de vacaciones. Me lo recomendó mi querida Sylvia de Béjar y se titula “Felicidad flexible” de Jenny Moix. No es un manual facilón de autoayuda, se lo aseguro. Si es víctima de alguna profecía –propia o impuesta— deconstrúyala, nos dice Moix. Y si puede, siga la receta, la de mi instructora de yoga, Marisol Suances: Viva el momento. Es cuestión de disciplina mental. Tan simple, tan complicado.

viernes, agosto 19, 2011

Amante y madre

Lo dice el refrán: la mujer ha ser una puta en la cama y una señora en la calle. Lo de puta queda mal, muy mal en los escritos. Es una palabra contundente como un puñetazo pero las señoras tenemos, entre otras, la obligación de serlo cuando corresponde. Cantaba Chaka Khan aquello de I’m every woman. Y tanto. Las mujeres somos amantes, esposas, brujas, hadas, princesas, cenicientas y con la crisis ni te cuento. Pero esta reivindicación se centra en las sábanas y en la interesante tesis de Elisabeth Badinter y su libro “Le conflict. La femme et la mère”. Porque cuando las mujeres somos madres parece que ya no podemos ser otra cosa. Cuando yo digo en voz alta que odio los cumpleaños infantiles, las otras madres me miran con reprobación y censura y cuando digo en voz alta que las mujeres, una vez paridas, desaparecemos para algunos hombres, muchos no lo creen. Pero así es. Tan es así, que unos amigos muy golfos decían que no hacían el amor con las madres de sus hijos porque eso era cometer incesto.
Y aquí llega Badinter y nos dice que el instinto maternal es una construcción social, histórica y culturalmente determinada. Y lo demuestra y confirma tras realizar un análisis de la sociedad francesa de los siglos XVII al XX.  Y aquí, el  bebé, lejos de ser un regalo del cielo, se alía con el patriarcado para oprimir a la mujer aún más si cabe. Y, en líneas generales, es cierto. Esto queda muy mal decirlo en voz alta, como la palabra puta. Pero, a veces, hay que decirlo y lo cuenta muy bien Lola López Mondéjar en su libro “Mi amor desgraciado”. No sólo eso, sus lectoras se lo confirman. A veces, ser madre, es una putada y dejas de ser la puta de tu marido para convertirte única y exclusivamente en la madre de tu hijo.

Las mujeres queremos ser madres pero si para eso hemos de renunciar a todo, hasta la dicha de tener un sexo satisfactorio con nuestro maromo –y esto quiere decir, ese sexo prohibitivo, sucio, deshinbido y alegre— a lo mejor ya no nos interesa esto de la maternidad. Yo adoro ser madre. Adoraba darle teta a mi hijo, cuidarle y hoy, en un arrebato de egoísmo, adoro sentirme imprescindible para él. Pero los efectos colaterales que a mi vida trajo la maternidad, los detesto. Por no hablar de las fiestas de cumpleaños en los establecimientos de bolitas.

A Badinter no le extraña la caída en picado de la maternidad en los países desarrollados, aunque en Francia, la tasa reproductiva está por encima de la española, porque, a diferencia de nosotras, las francesas mantienen sus lazos sociales, su trabajo y su vida erótica, porque su cultura lo ha preservado desde siglos atrás. En la nuestra, todavía está por ver. Sería de puta madre, ser madre y ser puta, todo a un tiempo. Ser mujer y ser social y que dar teta no fuera un espectáculo de circo reducido a los ghetos de lo invisible.

Versión larga del artículo publicado en LV el 5/8/2011

lunes, agosto 08, 2011

Burton-Taylor: Adictos al amor


La Taylor fue una gran diva en toda la amplitud de de la palabra. Diva significa --además de grandiosa, bella e inaccesible-- magnánima. Y lo demostró en numerosas ocasiones en su vida. Con una mala salud de hierro, Elizabeth se congratulaba al final de sus días de haber conocido el amor de verdad. Todos sabíamos que se refería a Burton, sir Richard Burton. Tan hermoso como ella y tan autodestructivo como ella cuando se juntaban en la misma cama con sendas botellas de Vodka y algo de caviar para acompañar. Esto ocurría en su primer matrimonio y en el Beverly Hills Hotel. Un lugar que la Taylor conocía bien pues su padre tenía un anticuario en la suntuosa galería comercial que todavía sobrevive.
Burton y Taylor se adoraban y se odiaban. Luchaban, se gritaban y luego hacían el amor con desesperación. En el rodaje de Cleopatra, cuando él conoció a ella y viceversa, no había manera de separarlos, unidos por ese potente pegamento que es la atracción. Una atracción que se transformó en uno de los romances épicos de Hollywood.

La relación fue tortuosa en un principio por estar ambos casados cuando se conocieron en 1962 y porque la creyente Liz se zambulló en una piscina de culpabilidad e indecisión hasta hacer oficial el final de su matrimonio con Eddie Fisher. Un Eddie Fisher que no se quiso dar por enterado del final de su matrimonio hasta que no lo vio publicado en los tabloides de toda América

La decisión de romper su familia feliz por Burton le creaba continuas angustias. Burton parecía ajeno a ellas. Una noche, en esas habituales y tormentosas discusiones le dijo: "Estoy dispuesta a todo por ti, incluso a matarme por ti".
Burton le contestó: "eso es muy fácil de decir".
La Taylor se arreó medio frasco de barbitúricos y acabó en urgencias. La señora nunca supo hablar en broma. Cuando vio el tumulto a la puerta del hospital, Burton se dio cuenta de la magnitud estelar de su, entonces, amante y futura esposa.

Desde que se conocieron Uno encontró en el otro lo que necesitaba para ser “feliz”, para alimentar quizá su arte. Eran adictos al drama, a la bronca, a las reconciliaciones. Hacían estallar botellas en el aire o se las bebían sin  contemplaciones.

Taylor y Elizabet vivieron diez años juntos. Se divorciaron y se volvieron a casar 16 meses después…aunque, en esta ocasión, las segundas partes fueron capítulos más amargos que los Días de vino y rosas y no duraron ni 7 meses como nuevo matrimonio.

Ambos se profesaban admiración mutua. Él la consideraba: “la mejor actriz del mundo y junto con tu belleza componen una irrepetible combinación”. Ella adoraba su voz, aprendía trabajando con él.

Tras la reciente muerte de Taylor, se encontró en su cama un sobre con la carta que le escribió un Richard moribundo.  Hasta el final de sus días estuvieron pendientes el uno del otro, porque los grandes amores están por encima de la distancia, del ego y del orgullo, incluso por encima de la convivencia pacífica. A veces, son tan grandes que es imposible mantenerlos bajo control. Y eso fue ocurrió con el binomio de Taylor- Burton: un combinado de pasión y tormento pero también de gozo y adoración.


La versión radiofónica de este reportaje, pinchando aquí.

Ava y Frank: Stormy weather



Vaya un par de patas pa un banco: Ava y Frank, Frank Sinatra y Ava Gardner. Ahí es nada. Probablemente el mejor cantante del siglo XX y uno de los mitos eróticos más potentes que ha dado la industria del cine; además una actriz muy solvente con la que disfrutamos sobremanera en películas como "Magnolia", "Mundos opuestos" o  “La condesa descalza", donde, según cuentan las leyendas, se recrea la triste vida de otro mito de la época. Ese mito era Rita Hayworth.

Con Ava Gardner los españoles tenemos algo de ventaja porque se vino a nuestro país escapando del carácter de Frank, deseosa de vengarse por vete a saber qué disgusto tonto, y haciendo gala de su belleza  en todos los garitos golfos de la ciudad de Madrid. Aquí se topó con Luis Miguel Dominguín, como sabemos todos los españolitos de a pie, ya que el torero se encargó de divulgar su conquista a los cuatro vientos. Antes fue Mario Cabré y el rodaje de "Pandora y el Holandés errante". Fue en ese momento cuando Ava se enamoró de nuestro país.

Circulan cientos de historias de Ava a su paso por España. Una de ellas es que solía invitar a su apartamento a jóvenes imberbes y los seducía mientras de fondo sonaba un disco que regaló Frank a Ava. Un disco completo que él grabó en exclusiva para ella. Sí, todo pinta a que era uno de esos amores que matan. Ava se desquitó de Frank (que la persiguió a España como un poseso) con juergas  y con todo el alcohol que pudo consumir.

Ava, también llamada “El animal más bello del mundo", nació  en una familia muy pobre de cultivadores de algodón y tabaco en Carolina del Norte. Una de sus hermanas mayores contrajo matrimonio con un fotógrafo de New York. Éste tipo, -- el cuñao para entendernos--, fue clave en el estrellato de Ava Lavinia. Le hizo unas fotos, las colgó en su escaparate de la Quinta Avenida y Voilá!, acertó a pasar por allí un cazatalentos de la metro e hizo de Ava una de de las estrellas más fulgurantes del firmamento de Hollywood.

Frank nació en el Estado de Nueva York, en Hoboken. De madre activista por los derechos de la mujer y padre tabernero y bombero, sobrevivió en los suburbios. Muy pronto dio que hablar. Llegó a tener un Oscar y todos los premios habidos y por haber de la industria de la música. Casi, también todas las mujeres habidas y por haber. Antes de caer en las garras de Ava tuvo un matrimonio tradicional con Nancy Sinatra.
 Pero, las señoras primero
 Antes de Frank, Ava fue objeto de una obsesión enfermiza por parte de Howard Hughes, a quien rechazó su propuesta matrimonial en varias ocasiones. Sí se casó con Mickey Rooney, con quien no llegó al año. Le siguió Artie Shaw, con similar fortuna hasta que llegó Frankie ojos azules, con el que vivió…vivieron seis tempestuosos años. 

Frankie confesaría  años después que nunca jamás llegó a querer a nadie como a ella“ No me gustaría volver a sentir lo mismo por ninguna mujer; fíjate el daño que me hizo”.

En la ruleta de la vida de Sinatra hay muchas mujeres y variopintas. Después de AVA, vino Mía. Un contraste brutal. La madre de Mía Farrow, Maureen O’ Hara vio fatal ese matrimonio, que acabó pronto. Pretendió a Lauren Bacall, incluso le pidió en matrimonio. Otras mujeres fueron Judy Garland, Lana Turner, Kim Novak, , Nancy Barbato, Barbara Max y…atención, Marilyn Monroe. La actriz estableció una relación de dependencia con Frank, de tal calado, que él terminó por abandonarla…aunque no del todo. Se dice que "Sinatra sentía una mezcla de atracción y compasión por ella. El matrimonio hubiera sido una forma de salvarla de su peor enemigo: ella misma".
Se sintió muy culpable de su muerte porque, si algo bueno tenía Frankie, aparte de su gran afición a las juergas locas y a las faldas, era la gran lealtad que profesaba a sus amigos, como demostró con ese grupo que se denominaba el Rat Pack.
Ava fue un tornado en la vida de Frank y viceversa. Un tornado que dejó tocados a ambos en uno de esos amores que matan, pero ya lo dice Sabina…los amores que matan, nunca, nunca mueren.




jueves, agosto 04, 2011

¡Gayumbos fuera!

Flavio y su novia en 2009, ahora tiene más tripa el hombre



Este posado me gusta más, ejem

Desde que Fraga sumergiese su culamen en Palomares, los posados veraniegos masculinos no han mejorado ni un poquito. Leire Pajín aparece con una barriguita común y se arma un pifostio descomunal, pero nadie dice ni mú de los 20 kilos de más que se le desparraman a Flavio Briatore. Lo de este tipo es sorprendente: su tripa va en proporción inversa al pompis de su novia, que luce un insultante culito de talla 34. Sí, no es una leyenda, hay mujeres adultas que la usan.

Ni un político se nos salva de aparecer en gayumbos a la orilla de la playa atentando contra el más elemental sentido de la estética. Estadistas pasados y presentes. Todos me sobran. Señorías,  si tienen tripa, la meten, pero gayumbos NO. Esos gayumbos XXL que son zaragüeles floreados nos les favorecen en absoluto. Y, desde luego, salvo Aznar y sus abdominales, pocos se libran del michelín colgandero. Algunos hasta se lo arreglan con PhotoShop. Recuerden, lo hizo Sarkozy hace dos veranos.

El género “periodístico” del posado veraniego parece creado para meterse sólo con las chicas. Vale, absurda Carmen Lomana, toapuestaella, con pamela en Marbella y con cara de “hacemos como que es un robado y ni Dios se lo cree”. Absurda hasta el hartazgo la Obregón y absurdo Kiko Matamoros, que parece un Geyperman si no fuera porque con esa cara de malo, está más cerca de Robocop que de un súper héroe. Pero lo que le han hecho a la pobre Paula Vázquez no tiene nombre.

Políticos del urbe costero español, si lo pueden d’evitarl, evítenlo: nada de posados veraniegos.  Y si no les queda más remedio, pónganse unos gayumbos ajustados a su talla y no esos kingsize, que más que disimular, me recuerdan a biombos de mercadillo que engrandecen la lorza, en lugar de disimularla. Y pa qué nos vamos a engañar, yo lo que quiero ver de una puñetera vez es a un político cachas que no vaya desfondándose por la arena cual elefante marino. Como decía Lola Flores, en ese caso: “si me queréis, marchanse”.

Artículo publicado en La Verdad
el 29 julio 2011

lunes, agosto 01, 2011

Hepburn -Tracy: complicidad, inteligencia, incondicionalidad








Hoy me ocupo de una pareja memorable en todos los sentidos. De un ejemplo de inteligencia, ironía y duelo de actores llevado a la gran pantalla. Ellos eran dos grandes por separado y juntos han compuesto escenas deliciosas, acompañados por supuesto, por el talento de grandes directores como George Cukor. Me refiero a Spencer Tracy Y Katherine Hepburn. Ambos fueron amantes, camaradas, respetuosos el uno con el otro en todos los aspectos y  nos regalaron gloriosas joyas del cine como “La mujer del año” o “La costilla de Adán”.

La cosa no empezó demasiado bien. Antes de su primer encuentro él se preguntaba cómo podría hacer una película "con una mujer que llevaba las uñas sucias, tenía una sexualidad ambigua y usa siempre pantalones”. A ella le pareció que no encajarían. De hecho, era demasiado alta para Tracy. “Me parece que es demasiado bajito para mi”, dicen que le dijo. Cuenta la leyenda que el director de “La mujer del año” , Joseph Mankiewicz le contestó “No te preocupes, Kate. Spencer te humillará hasta rebajarte a su altura”.

Hepburn una americana sofisticada, de buena clase, culta y con justa fama de tener una independencia y un carácter poco habituales para aquella época, amó a Spencer de un modo noble, desinteresado, nada humillante.
Él estaba casado, tenía una profunda fe católica y para colmo de males, su esposa -- que cuidó toda su vida del hijo de ambos con una deficiencia auditiva, y abandonó su carrera de actriz para seguir a Spencer, a quien también toleró mujeres y alcohol— llevaba impedida desde hacía años. Estas circunstancias llevaron a Spencer a no solicitar nunca el divorcio de su esposa y a que, tanto Katherine como él, mantuvieran siempre una exquisita discreción en su historia de amor. Un amor que era manifiesto en la gran pantalla aunque jamás conviviesen juntos, ni se alojasen en el mismo hotel cuando viajaban, ni pueda verse ninguna foto de ambos que no sea relacionada con el trabajo.


Ella cuidó de Spencer hasta el final de sus días, aquejado de enfisema pulmonar  y problemas cardíacos y alquiló una casa junto a la suya. También intervino en un papel muy por debajo de sus posibilidades en “Adivina quien viene a cenar esta noche”, por rodar junto a su amor. Fue la última película que hicieron juntos.  Hepburn recibió un Óscar por su interpretación, cuando recogió la estatuilla, él ya no estaba en este mundo y dijo a los presentes: “Siento como si se lo hubiese robado a Tracy”.

Según cuenta en sus maravillos libros Terenci Moix, hay algo que Spencer hizo por Katherine: la rescató de los papeles que no iban con ella y que estaban acabando con su carrera como actriz. A su lado pudo ser esa mujer americana, decididamente superior enfrentada a su pareja casi siempre por motivos profesionales, como ocurría en la memorable “Costilla de Adán”

En "La mujer del año" ambos trabajan de periodistas, pero ella es una sofisticada, culta y  progresista editorialista y él es un basto cronista deportivo. No se dan tregua ni un segundo.

Ambos en pantalla eran insuperables. Existía complicidad y encanto, incluso cuando se robaban planos el uno al otro, en un interminable reto lleno de inteligencia y calor. Apasionados intercambios de miradas, réplicas tanto dentro como fuera del cine.

En 2008 se publicó un libro que desmentía la historia de Kate y Spence y que, aún iba más lejos, lo que pretendían ambos era enmascarar el lesbianismo de ella y la homosexualidad de él. Personalmente, no me cuadra. ¿Se imaginan una mujer como Hebpurn cuidando a un hombre por mantener las apariencias? ¿Había necesidad alguna?
En cual quier caso, y por muy actores que fueran, yo les reto a que vean algunas de las películas en las que aparecen juntos y juzguen por sí mismos.


Si quieres escuchar la versión reportaje radiofónico pincha aquí