domingo, enero 08, 2012

El príncipe de las mareas (La peli de mi vida)




Barbra Streisand es uno de esos modelos de mujer que me ha marcado profundamente. La primera vez que vi “Tal cómo éramos” acababa de romper con mi primer novio. Un mes duramos. Fue también la primera vez que lloré viendo una película. Podía llorar porque estaba sola en casa. Tenía quince años. La Streisand me subyugó para siempre desde aquel momento. Cuando en 1991 estrenó su tercera película como directora “El príncipe de las mareas”, yo estudiaba en Madrid y disfruté en versión original del que es sin duda su film más maduro. Antes dirigió y protagonizó “Yentl” y “Loca”, pero aquí narra con maestría, limpieza, contención y emoción una historia que acaparó en su día 7 nominaciones a los Oscar, sin conseguir ninguno, y un Globo de oro que fue a parar a Nick Nolte.
Hay muchas películas protagonizadas por Barbra Streisand; cuatro que haya dirigido explícitamente pero sólo aquí la chica de Brooklyn cogió  por las solapas muchos de sus fantasmas y los enfrentó con valentía.
En “El príncipe de las mareas” se habla de las siempre conflictivas relaciones familiares. Hay patrones de conducta que reconocemos a diario en las noticias. Un padre violento, una madre ambiciosa. Unos niños atrapados en el matrimonio que se odia. Unos presos que escapan de una cárcel y cometen actos terribles; el suicidio, la rebeldía, la vida que se nos escapa en un mar de insatisfacciones imposible de abarcar y contener.
Streisand nos acerca a la infancia no feliz de la que tantas veces se olvida Hollywood. En “El príncipe de las mareas” hay abusos a menores, hay adulterio, hay cuernos, hay amor, hay recuerdo, hay sexo maduro sin complejos y, sobre todo, hay perdón.
El padre de familia, el entrenador Wingo, se enamora de la psicoanalista de la hermana. El hijo de la psicoanalista deja de ser un pijo creído, gracias al entrenador Wingo. La independiente mujer de Manhattan, esa que podría pertenecer al “one per cent", como dice Tom en determinado momento del film, rompe su coraza y se entrega a una pasión casi adolescente que la hace revivir. Lo increíble de esta cinta es que podría ser un culebrón malo de televisión y no lo es. Lo increíble de “El príncipe de las mareas” es que nos creemos la frialdad de Lila Wingo (la impecable interpretación de Kate Nelligan nos hace odiarla y compadecerla); nos creemos la frustración de Sally, la esposa de Nick, aparcada en un stand by que no entiende; Y, sobre todo, entendemos a ese hombre que aprende a llorar en los brazos de la doctora Lowenstein, pasados los 40 años.
En la corta pero perfecta filmografía de Streisand encontramos algunos temas recurrentes: la ausencia del padre (Yentl) o la omnipresencia del mismo de forma negativa mediante la violencia o los abusos (“El príncipe…; “Loca”) una madre que es más bien madrastra. Su ambición, su propia belleza está por encima de sus hijos.
Esta madre, mucho más suavizada, aparece en la muy recomendable “El amor tiene dos caras”. Y hay otro elemento que nunca falta en las películas “Streisand” la celebración del amor carnal sin complejos. La exaltación del sexo como culminación de un sentimiento desbordante que se muestra con ciertas dosis de realismo y comentarios picantes como el que le hace la doctora Lowenstein a su entrenador: "Tengo miedo porque sé que tu esposa te pedirá que vuelvas”
-¿Cómo puedes estar tan segura?
-Por que he catado la mercancía, concluye ella dándole un bocado en el pezón.

Una película con cierto sabor clásico por esos flash back continuos, por la brillantez de sus secundarios y por el gancho de sus dos protagonistas, hermosos en su madurez, bellos en su desastrosa vida emocional; grandes muy grandes, Streisand y Nolte. Todos quisieran una doctora Lowenstein en sus vidas. Todas quisiéramos a un tipo duro que se deshace en lágrimas en nuestros brazos. Nunca la Streisand ha estado más guapa, nunca Nick Nolte nos ha resultado tan tierno y fascinante. Es triste que Tom vuelva con Sally, su mujer, y con sus hijas pero ese es el auténtico Happy End al estilo clásico. Es el broche perfecto para una película que podría ser un pastelón insoportable pero que se convierte en una lección maestra de cine, vida y amor.
"The prince of tides"
(Barbra Streisand, 1991)

4 comentarios:

Unknown dijo...

Una de mis peliculas favoritas, Lola.
Siempre certera en tus comentarios!

Antonio Rentero dijo...

Me vas a obligar a volver a verla pq después de su estreno la volví a ver alguna vez en la tele y ninguna de las dos veces me conmovió ni me interesó lo más mínimo lo que contaba.

Y no tiene que ver con que me caiga gorda la Streisand (gorda no, en realidad gordísima) pq anda que no he visto pelis que me han encantado de Luís Tosar (ese gran actor social).

Será que es una peli para mujeres y hay días en que mi parte femenina se va de vacaciones.

Antonio Rentero dijo...

a

LOLA GRACIA dijo...

cuando quieras te la dejo