lunes, octubre 12, 2015

Virilidad obsesiva







El otro día me llegó un mensaje que me hizo sonreir: "la erección es el sentimiento más real y sincero del hombre porque se realiza con la sangre directamente bombeada desde el corazón". No soy doctora en medicina pero sí que he tenido muchos amigos masculinos a lo largo de mi biografía personal y suelen coincidir en esto. Lejos de una reacción automática (aunque a veces involuntaria e inevitable), la erección o la falta de ella responde a una emoción verdadera.

Según explica Mariano Arnal: "la virilidad es la capacidad de un hombre de actuar sexualmente y  se suele evaluar ésta en razón de la capacidad del miembro de alcanzar un tamaño respetable al erguirse y de mantenerse largamente así”.

Ningún hombre en estado sobrio ha sido capaz de confesarme la angustia insondable del gatillazo. Eso siempre les pasa a otros. El caso es que lo tenéis fatal a la hora de disimular, porque no hay trampantojo posible.

Luego tenemos el tema del tamaño,  que sí que importa, aunque sin otorgarle un protagonismo desmesurado. La sexóloga Valérie Tasso nos asegura que mantener un gran pene en erección es mucho más complicado que uno normalito: "lo que ocurre con esos penes gigantescos —explica— es que nunca alcanzan la dureza precisa y se suelen quedar morcillonas".

"Y aunque en rigor no es mejor, por ser mayor o menor", que cantaba Krahe, un pene descomunal lo que nos da a la mayoría de las féminas es un miedo que nos corremos en el colchón con tal de que no nos alcance. Mi explicación de la legión lesbica que invade el mundo del porno no es otra: están hartas de esos miembros con los que fantaseáis vosotros, los hombres, pero que a nosotras nos provocan un descomunal bostezo.

Tasso añade que virilidad viene de virtus; o sea, que el virtus era el órgano en cuestión y el viril era en la pareja, ya fuera hetero u homo, el miembro activo. Por tanto, también pueden existir mujeres muy "viriles", en ese aspecto. El vir se protegía con una envoltura que se denominaba fascinus (de ahí la palabra fascinante); En la antigua Roma se hacía un fascinus a modo de escayola que se colgaban al cuello los mozos, como amuleto protector.

La industria farmaceútica creó hace años el Viagra y el Cialis para liberar al macho de situaciones angustiosas. Algunos hombres me han confesado que el Viagra produce una erección menos natural pero la ciencia sexológica insiste en que, en cualquier caso, si no existe deseo, no funciona. Vamos, que él o ella te tienen que poner una barbaridad y luego el remedio boticario subsana la dilatación de las arterias para que la sangre llegue donde sea menester y poder mantener erguido el asunto.

Un amigo me contaba que su abuela le preparaba al abuelo un cocimiento con  menta, ortigas,  miel y un poco de pimienta. ¿El resultado? Once hijos, displaxia de cadera de ella y semi invalidez de él. En el equilibrio reside la virtud.
Además, hacer el amor no es sólo el mete saca; hacer el amor entiende de caricias, lametones, mordiscos, de juegos perversos, de delicias de mil jardines que tantos se pierden por centrarse en el miembro viril. Que sí, que importa. Que es como rematar una faena con arte y tronío pero sin esa risa de la piel, sin ese perfume de lo besos y la saliva derramada por el cuerpo, el lecho es menos lecho y el sexo más soso que montar piezas de lego idénticas.