domingo, junio 30, 2019

La más guapa



La belleza está en todas partes. Incluso en la próxima Dalai Lama si esta fuera mujer. Porque la belleza, como la juventud, la llevamos en el corazón. El envoltorio puede estar más o menos cascado, pero esa actitud de “soy hermosa/o y todo el mundo me ama” es lo que provoca que veamos a alguien bello, o no.

Las declaraciones del Dalai Lama, en las que afirma que si le sucede una mujer ésta debería ser guapa han sentado mal, aunque el mismo Dalai destila algo de esa belleza interior ¿O no? Quizá quería decir que espera un poco más de lo mismo, pero en chica.
Dalai o no, me disgustan estas afirmaciones.  Sobre los hombros de la mujer ha recaído con más fuerza que en los años 40 la exigencia de ser bella en todo momento y en cualquier circunstancia.

Hay deleznables publicaciones que se dedican a defenestrar a las famosas. Esta semana sucedía con una foto en bikini de Lady Gaga, donde aparece ella muy normal. Una foto de relax con sus trenzas. Los titulares hablaban de la enorme barriga de la cantante. Una falacia porque ni se le puede llamar barriga ni enorme. Lo normal en las personas de belleza normal. Pero me quedo aún más espantada cuando anuncian que J.LO sale hecha un adefesio de su casa, enseñando, otra vez, una gran barriga. Lo de Jennifer era de risa. Iba en chándal súper cool y lucía abdominal y ombligo. A todo esto, está a punto de cumplir 49 años.

El regreso a la cosificación de la mujer me preocupa, sobre todo porque nunca hemos dejado de estar cosificadas,  pero ahora algunos convierten el violar a una chica en una actividad de ocio más que mezclar con drogas y alcohol. Otros tienen novias a las que les obligan vestir de determinado modo y las convierten en su satélite.

Lo más peligroso de esto es lo de siempre: el modo silencioso en el que estas actitudes se han reinstalado en la sociedad hasta llegar a este momento. Un momento en el que hay partidos políticos que odian a las mujeres. Y quiero que lo sepáis: todas sois bellas, todas poderosas, todas divinas.

domingo, junio 23, 2019

La mujer multiorgásmica




Entiendo que esto es controvertido. En un país donde las sombras de Gilead avanzan con rapidez, hablar del placer femenino puede resultar hasta subversivo pero resulta que la mujer, aparte de su excepcional y milagrosa capacidad reproductora, puede disfrutar sin límites de su maravilloso cuerpo. Incluso mucho más que el hombre puesto que nuestro periodo refractario (descanso) entre orgasmo y orgasmo es menor.
Leed mis labios: todas las mujeres sanas, todas, son multiorgásmicas. Y para conocer qué es un orgasmo, reconocerlo y hacerse con él, lo mejor es practicar con una misma.

Se habla del orgasmo clitoridiano y el vaginal y que el primero precede al segundo y que, incluso, en algunos momentos increíbles, pueden coincidir a la vez. Nuestra capacidad de gozar es infinita, chicas. En cualquier caso, cada sexo es particular, cada acto amoroso, erótico o sexual es un mundo y si este acto es en pareja, nunca es exactamente igual (por suerte, claro).

Mi objetivo con este texto no es crear olimpiadas de orgasmos, sino que vosotras, mujeres, toméis conciencia de vuestro placer y de lo sencillo que es llegar al mismo. Si tenéis pareja, maravilloso, sobre todo si entiende que el sexo en pareja es eso, cosa de dos, desde la primera caricia hasta el último estertor y que para llegar a la multiorgasmia lo principal es creértelo; saber que puedes, que no es un fantasma ni una ilusión y después, ya sabéis, ese verbo tan tozudo del que siempre hablamos: fluir; dejarte llevar.

Hay músculos muy específicos del cuerpo humano responsables de ese gran placer, es cuestión de conocerlos y tenerlos entrenados y, por supuesto, tras eso debe existir una mente tranquila, feliz que, sin presiones ni olimpiadas, esté abierta a gozar sin límites.

En este mundo donde algunos critican la nueva sentencia de La manada, donde se pone en entredicho la capacidad de elegir y decidir de la mujer sobre su cuerpo y sus deseos, reivindicarnos en ese cuerpo y en nuestro placer, puede ser una auténtica revolución silenciosa que transforme esta sociedad y acalle a quienes nos quieren relegar a la condición de cuidadoras y floreros.

Una mujer feliz y satisfecha se pone el mundo por montera y es capaz de conseguirlo todo.