Un
lector me pidió que escribiese sobre ejemplares en vías de extinción. Ese ser
con pelo en pecho, cadenas, camiseta abanderado y barrigón. Ese ser, que
podemos denominar manolazo, o el tío typical spanish. Mis lectores tienen claro
quiénes son ellos. Hacen el amor con calcetines y se les encienden sospechosas
aplicaciones de móvil al llegar a los puticlubs de carretera; una mezcla de
Torrente y el personaje tantas veces interpretado por Alfredo Landa,
enloquecido por las suecas en aquellas pelis de los años 60.
Algunos
sostienen que el Typical Spanish de hoy es lo peor de lo peor: el corrupto, el
especulador, el ligón que acostumbra a ir con mujeres florero, que grita en
playas atestadas, que bebe tinto de verano con compulsión y, por supuesto,
cerveza. Litros y litros de cerveza.
Me
tenéis que disculpar. Yo lo veo de otra manera. No, nunca me ennoviaría con un
typical spanish, de hecho nunca lo he hecho, siempre he tenido novios medio
guiris, o con pinta de tal, o algo frikis pero, no sé, yo veo a estos
ejemplares con cierta ternura. Recuerdo los anuncios de Fundador ("Es cosa
de hombres"); de Brummel ("En las distancias cortas es cuando un
hombre se la juega"); o de Varón Dandy y en la ingenuidad de estos supuestos
trolls, ogros consentidos, gritones y petardos. Un trago los hacía poderosos y
una colonia, irresistibles.
Imagino
las reuniones de familia donde siempre encontraréis un cuñao de este estilo y
os digo: ¿Qué sería de nuestra indiosincrasia sin ellos?; ese tocarse las
pelotas, esos haikus sonoros que les sirven para todo: "Ya ves",
"Aquí", "Ya te digo" o el más moderno "Pues va a ser
que no"; esos trucos para conquistar que no conmueven ni a un chicle; ese
perrito con cabeza de muelle del coche; ese "pasa torito, ay torito guapo",
que suena a toda pastilla mientras conduce con una mano en el volante, la otra
fantaseando con un muslo que jamás se comerá y un palillo en la boca. Qué
penica.
Nada
que ver con los modernos canis, una mezcla de rapero de extrarradio y bailarín
de reaggeton con serrín en la cabeza.
Dejad
vivir al machito español, vestigio de nuestro pasado reciente.
1 comentario:
Los estereotipos de belleza cambian constantemente. Las mujeres, que andan siempre revueltas por lo que muestran los anuncios y las pasarelas y los hombres, que de una manera más silenciosa, han tenido que pasar por un proceso de refinamiento para poder seguir estando en el mercado :)
Al final ninguno será lo que de verdad quiere ser sino lo que le han dicho que tiene que ser para ser aceptado.
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