domingo, agosto 31, 2014

Pitita y yo



Dice Pitita que estamos en el Apocalipsis, con esa boca que tiene ella, con sus másters en levitación, con sus amistades peligrosas —Andy Wharhol— y con sus apariciones marianas. Soy fan de Pitita. Es muy auténtica y nada me gusta más en el mundo que la gente que va con la verdad por delante. Que se confiese casta me subyuga. A mi, sí, que escribo de erotismo, amor y sexo.

Pitita habla con Dios y yo también, qué pasa. Su Dios le pide castidad y el mío toma forma y cuerpo como una realidad luminosa y bellísima. Yo soy más de la idea del hinduísmo y encuentro que no hay forma más divina de consagrarse y hermanarse con "ello" que el sexo con amor. Porque cuando amamos somos dioses.

Lo mejor de todo es que ni su idea de Dios ni la mía están reñidas aunque vosotros, queridos lectores penséis que Pitita y yo estamos en las antípodas. Ni mucho menos. En la esencia de todo este entramado de vírgenes o diosas de siete brazos se esconde la bondad y, por supuesto, el deseo de trascender.

¿Qué es el sexo sino también una forma de perpetuarse? Porque el sexo con otra persona si se hace con fundamento y rico, rico, es un intercambio mutuo de saberes carnales, de complacencias e incluso de sino kármico. Mismamente se transforma ella con las apariciones marianas y sus solecitos que dan vueltas mientras el cura increpa a las iluminadas: "Toas p'adentro, pa la iglesia". Pero Pitita y yo sabemos que la verdad está ahí fuera y sin coñas me alineo en su misma senda espiritual. En su naturalidad y aceptación de sí misma. Su poca vergüenza para hablar de su afán trascendente, de su vivir célibe. Que también tiene derecho, por Vishnú.

Cuando con maldad los periodistas le preguntan si toma drogas ella responde con bondad que no. Y la creo. Porque yo creo en ti, Pitita. Que no sé si habrás visto a la virgen o a Santo Tomás pero sé que algo has visto y me encanta que te rías de ti misma y tus amigas pijas. Si llega el Apocalipsis que me pille haciendo el amor y a ti, levitando.





domingo, agosto 24, 2014

Objetualizar



Cuerpo perfecto según la revista Time en 1955


La perfección me aburre. Esos cuerpos bronceados, esculpidos, tableteados, sin un ápice de grasa son plástico puro. Esas chicas operadas de pies a cabeza, cuyas tetas llegan antes que ellas me dan cierta pena y aunque no quisiera yo fijarme tanto en los físicos cuando paseo por la playa no me queda otra. Es lo que hay, palpable, visible. Ineludible a veces. Porque ahí te los ves — curiosamente sobre todo a ellos — haciendo ostentación de bíceps, femorales, y cuádriceps. ¿Qué queréis que os diga? Me emocionan lo mismo que una almeja putrefacta.

Cierto, los seres humanos tendemos a objetualizar a otros humanos. Que si mira qué culo, que si qué hombros, qué pectorales. Los amantes incluso se regodean en la anatomía en plan Jack el destripador. Es decir, por partes. El enamoramiento consiste en eso, en la abstracción pura del uno con el otro, e incluso con ciertas partes del objeto de nuestro amor (otra vez la palabreja).

En Ciudadano Kane vemos como el protagonista repite en su lecho de muerte: "rosebud, rosebud"; así denominaba el aparato genital de su novia. Incluso el amor podría tener mucho de cosificación en sus comienzos. Unos labios nos salvan la vida. O unos pechos, o un susurro en la oscuridad.

Objetualizar es casi inevitable y más en el mundo que vivimos plagado de imágenes, contaminado con lo audiovisual. Yo me confieso pecadora de objetualizar y de guardar en mi retina imágenes que me acompañarán toda la vida, al igual que atesoro palabras.
El mundo se divide entre los que observan y se saben observados. A veces jugamos uno u otro papel. Los más adorables son aquellos que destilan un encanto natural sin ser completamente conscientes de ello. Aquellos que derraman su gracia de forma espontánea. Los hay que te pueden noquear con una sonrisa, con una mirada y ellos, tan frescos, sin darse ni cuenta.4

Sí, a veces objetualizamos a seres humanos, qué atrevimiento, pero los más dignos de atención son los imperfectos, los que guardan armonía en una nariz algo torcida, en, quizá, una anatomía  que muestra un abdominal relajado, o el dibujo irregular y caprichoso de perfiles. Los defectos nos hacen entrañables, únicos y, en ocasiones, objetos de deseo.


Blanco





Tú y yo de blanco
El vino blanco
El lienzo 
en blanco
Y en el mundo, 
aquella noche
sólo existían dos personas
Tú y yo
en blanco,
al rojo,
de blanco.

miércoles, agosto 20, 2014

Urgencia perfecta


Acostada en su cama le deseaba. Un fuego en las entrañas se abría paso sin compasión. Vientre enloquecido. El sexo cobraba vida propia y ya no quería otro alimento que aquel pene poderoso y brillante. Aquellos besos de lenguas infinitas. De ternura infinita. Y no quería mojarse pero quizá era su propio pubis el que extrañaba la fuerza, su fuerza. Ni más fiero ni más manso. Las justa fuerza que se agarraba a sus caderas, que la hacía temblar, desesperarse, descabalgarse. Y regresar a aquel coche y sus estrecheces. Y al descampado y el ansia. Y las prisas y los visitantes inoportunos. Y se decía que todo estaba bien como estaba. A pesar de no ser una suite de cinco estrellas, estaban ellos. Sus pieles rozándose. Sus pieles sabias.

Su mano acariciando aquel mástil de pasión. La boca rodeando el glande, describiendo e intentando aprender el camino de su placer. Los diestros dedos masculinos que se colaban en la frondosa materia de sus cavidades. Los de ella que recorrían sus labios, que se adentraban en la boca.
Sus gestos de insoportable disfrute.
Y le miraba comer de su pecho. Y le miraba y todo era perfecto. Las estrecheces, hasta los miedos.

Y ahora, en esta cama blanca, le deseaba tanto que su ansia podía gritar.
Ojalá lo pueda oír –pensaba– Ojalá, como yo, lo pueda sentir ahora, palpitante, exigente, urgente entre sus piernas. Igual que yo lo siento entre las mías.
El deseo tenía su nombre, tenía su voz, tenía sus ojos y sus manos. Y podía ser en ese momento la esclava de su deseo. Sumisa y postrada ante sus ojos.
Lo mejor de todo es que él no la quería así. Ni sumisa ni postrada, sino libre y feliz.
Lo mejor de todo es que se liberaban cada vez que se amaban. Y con cada gota de ese potente filtro que eran sus fluidos en conjunción crearon un nuevo veneno. Y todo era posible. Todo era mágico en torno a ellos.
Podían amarse y desaparecer. Podían amarse y permanecer
Y el veneno perdió su componente negativo desde aquel momento.
Acostada en la cama fantaseaba con dos amantes, ellos dos, capaces de transformar y transformarse.
A pesar del infierno bajo el short. Del calor intrépido y descarado, se quedó quieta, esperando la llegada de la palma de sus manos, del dibujo de sus labios. De su propia urgencia, la de él, en torno a ella.

Y cerrar el círculo. Y cerrarse en el mundo perfecto que construían sus cuerpos. 

lunes, agosto 18, 2014

Igualismos







La eterna discusión. El sexo con amor es cosa de mujeres. Los hombres son todos unos descerebrados que sólo buscan pasar el rato. A ellos no les compliques la cabeza. Una vez eyaculados, mirarán hacia otro lado. Si son educados, estarán ahí, en alguna ocasión, por lo que puedas necesitar, pero nada más. Ya bastante liada tienen la vida. ¿Y nosotras? ¿Tan pavas y cursis somos que nos enamoramos del primer hombre que nos besa? Pues ni tanto, ni tan calvo.

Hay hombres que aman y follan. Hay otros que sólo se atreven al amor platónico. Son capaces de obnubilarse con una foto sin decir esta boca es mía o morirse de miedo si el objeto de su amor cobra vida. Fíjate tú, una mujer de carne y hueso ¡¡Y que se atreve a responder afirmativamente a su cortejo!! Huyen despavoridos.

Los hay  que sólo conocen la máquina de su cuerpo. Es lo único que les importa. El buen funcionamiento de los engranajes que suben y bajan la adrenalina y otras cosas, ya me entendéis. No les pidáis palabras románticas o lugares especiales. El asiento de atrás del coche es su lecho habitual. No me malinterpretéis, que para un "de vez en cuando" no está nada mal pero así, como plato único, no mola.

Un amigo me insistía en lo importante que el sexo por el sexo. Con o sin amor. Y nosotras, nos hemos visto de pronto arrojadas a este mundo masculino, a estas guerras que nos dejan muy frías. Porque ellos y nosotras somos muy, muy diferentes. A veces la necesidad obliga a abandonar un lecho en mitad de la noche. No sea que nos enganchemos, no sea que suframos, porque una cosa está clara, como nos enganchemos vamos a sufrir. Y, por supuesto, con la nula esperanza de que ellos sientan algo semejante a nosotras.


Pues no, no somos iguales. No diré que todas sean unas sentimentales como yo que todavía pienso en los Heathcliff y Romeos, pero, sin ser puritanos ¿Hay algo de malo de dotar al puro sexo de algo de afecto, simpatía y empatía? En este mundo de alergia a las relaciones y los compromisos, al menos, que haya un poco de calor humano y no sólo erógeno.                                                                                                                                                                   

jueves, agosto 14, 2014

Nada







Fui especial
porque fui tuya.
Y aquello dio
sentido a mi vida.
Como las piezas
del rompecabezas,
Algo encajó.

Quizá como escribiste,
tu amor
ya navegaba por
mis huesos.
Quizá como sospeché,
toda la vida
me preparé
para nuestro primer
encuentro.
Para ese "me has dejado
algo nuevo dentro".

Pero te fuiste.
La vida sigue.
Falta la guía
en la que te convertiste.
Ese aliado fenomenal,
incondicional.
Ese coach duro
de roer, que me hizo
crecer y crecer.

Fui especial porque
fui tuya.

Siento el orgullo de
saberse amada.
Pero te fuiste.
Quizá por eso, a
veces me siento así,
algo vacía.
Algo de nada.


lunes, agosto 11, 2014

Machito español




Un lector me pidió que escribiese sobre ejemplares en vías de extinción. Ese ser con pelo en pecho, cadenas, camiseta abanderado y barrigón. Ese ser, que podemos denominar manolazo, o el tío typical spanish. Mis lectores tienen claro quiénes son ellos. Hacen el amor con calcetines y se les encienden sospechosas aplicaciones de móvil al llegar a los puticlubs de carretera; una mezcla de Torrente y el personaje tantas veces interpretado por Alfredo Landa, enloquecido por las suecas en aquellas pelis de los años 60.
Algunos sostienen que el Typical Spanish de hoy es lo peor de lo peor: el corrupto, el especulador, el ligón que acostumbra a ir con mujeres florero, que grita en playas atestadas, que bebe tinto de verano con compulsión y, por supuesto, cerveza. Litros y litros de cerveza.

Me tenéis que disculpar. Yo lo veo de otra manera. No, nunca me ennoviaría con un typical spanish, de hecho nunca lo he hecho, siempre he tenido novios medio guiris, o con pinta de tal, o algo frikis pero, no sé, yo veo a estos ejemplares con cierta ternura. Recuerdo los anuncios de Fundador ("Es cosa de hombres"); de Brummel ("En las distancias cortas es cuando un hombre se la juega"); o de Varón Dandy y en la ingenuidad de estos supuestos trolls, ogros consentidos, gritones y petardos. Un trago los hacía poderosos y una colonia, irresistibles.

Imagino las reuniones de familia donde siempre encontraréis un cuñao de este estilo y os digo: ¿Qué sería de nuestra indiosincrasia sin ellos?; ese tocarse las pelotas, esos haikus sonoros que les sirven para todo: "Ya ves", "Aquí", "Ya te digo" o el más moderno "Pues va a ser que no"; esos trucos para conquistar que no conmueven ni a un chicle; ese perrito con cabeza de muelle del coche; ese "pasa torito, ay torito guapo", que suena a toda pastilla mientras conduce con una mano en el volante, la otra fantaseando con un muslo que jamás se comerá y un palillo en la boca. Qué penica.

Nada que ver con los modernos canis, una mezcla de rapero de extrarradio y bailarín de reaggeton con serrín en la cabeza.


Dejad vivir al machito español, vestigio de nuestro pasado reciente.

viernes, agosto 08, 2014

Algún día recordaremos esto




Algún día recordaremos esto. Nos reiremos de nuestras locuras. Entrar en mi casa en el asiento trasero del coche escondido bajo el protector de sol del parabrisas. Tus tonterías de ponerte una barba de rabino para pasar desapercibido. Mis risas. Y ese "me encanta oírte reír" .

Algún día recordaré tu hermoso cuerpo junto al mío. Nuestros abrazos tan sinceros, nuestros latidos tan sinceros. Los nervios y la ansiedad ante cada encuentro. ¡Yo quiero dártelo todo y siempre tenemos tan poco tiempo! Pero cada segundo cuenta, cada instante conversado, sentido, amado es imprescindible y único.

Algún día recordaré ese ¡Cuánto te quiero! aparcados en un polígono un domingo por la tarde. Esos sitios a los que hay que recurrir ante otras posibilidades. Algún día recordarás tu urgencia con placidez. Y tu miedo. Y tu vencer al miedo.

¿Quién sabe que nos depara el destino? Pero sé que tú y yo recordaremos esto, esta locura, este principio tan complicado y una lágrima asomará a nuestros ojos. Porque esto es la vida. Porque tú y yo estamos vivos. Nuestra piel siempre responde. Dudo que alguna vez se extinga el fuego. Es la magia de tu cuerpo, del mío. 

Tú recordarás esos días de ardor, los otros de la tenura. Mi infinita paciencia (Yo que siempre fui tan impaciente). Tus infinitos inventos para tratar de hablarme, de verme (Tú que nunca, nunca hacías estas cosas). Porque el amor es así. Caen viejas reglas, se crean otras nuevas. .

Las mariposas en el estómago son incómodas. Las pesadillas, los miedos, la incertidumbre pero son síntomas de lo afortunados que somos. 

Espero recordar y vivir al mismo tiempo.



domingo, agosto 03, 2014

Spornosexuales








Dan Osborne, conocido por participar en un Reality, ejemplo de Spornosexual, según el creador del término


Ya tenemos nueva palabreja para este verano. Su inventor es el mismo que acuñó aquello de metrosexual allá por el año 1994, se llama Mark Simpson. Pues bien, según Mark, nos encontramos con un nuevo espécimen masculino: el spornosexual. ¿Quién es?¿A qué dedica el tiempo libre? Básicamente a hacer deporte. Según Simpson, es este tipo de ser --fetichizado de sí mismo-- se pasa el día metido en el gimnasio,  valora mucho más el cuidado de su cuerpo que de su ropa y como se quiere tanto ¿Para qué va a malgastar un minuto en ligarse una chica o a un chico? No, nada de eso. El spornosexual consume porno, básicamente.

Lo veréis en las redes sociales porque llaman la atención: se hacen muchas fotos ligeritos de ropa para demostrar su palmito pero ahí siguen: envueltos en su cápsula perfecta de musculitos, depilaciones, aceites untuosos, bronceados de cabina y más sólos que la una. ¡Ay, bendito! ¡Qué desaprovechamiento!.

El spornosexual inteacciona con su móvil, sus espejos y todos sus afeites. Entre pesas y pajas pasa su vida.  Podéis meter en este saco a algunos de esos horribles participantes de Gandía Shore que sólo tienen cuerpo y nada más; esto es: tipos vulgares, que no han leído un libro en su vida, primarios y permanentemente sexualizados. Un puñado de carne con ojos, vaya

Me parece demoledor, triste y hasta apocalíptico. ¿Cómo es posible que nadie prefiera consumir porno, masturbarse en soledad a mantener una relación de verdad con otra persona?

Me encanta que los hombres se cuiden. Me encanta admirar la belleza masculina pero puesto que el sexo está en el cerebro, no me atraen nada los spornosexuales. Me imagino sus sábanas solitarias apestando a semen por las mañanas. Me imagino sus cabezas inundadas por la imagen de sí mismos. Un tío que no es capaz de salir de su burbuja y practicar la empatía es a la postre es mortalmente aburrido. Y no te hará reir.


Vale, estos spornosexuales, una vez subidos al carro de la fama, tendrán todo el sexo que se les antoje sin implicación emocional, tendrán los brazos más fuertes que tú, ganarán más que tú pero piensa, pensad amigos masculinos, que son flor de un día.