El
hombre es polígamo por naturaleza. Esta es la pasmosa afirmación que hace un
amigo mío psiquiatra. Vamos, que todas somos cornudas en potencia. Yo disiento
de él. Conozco a algunos pocos hombres buenos y fieles. Cierto, son los menos,
pero los hay.
Del
mismo modo, las mujeres no somos todas unas santas aunque, bien es verdad, que
lo nuestro va de monogamias sucesivas y nos provoca cierta complicación
emocional el tener que compartir el lecho con más de un hombre y, sobre todo,
compartir la intimidad, el sexo, el abandonarse y mostrarnos vulnerables.
Hay dos
eventos que esta semana me han hecho reflexionar acerca de la poligamia, tan
natural en algunas culturas y religiones, y también para algunos hombres que no
conciben la vida sin dos o tres mujeres en su vida sentimental. Incluso son
capaces de amarlas a todas a un tiempo, aunque, eso sí, de distinto modo. Por
un lado, porque las comparaciones son odiosas e inevitables. Por otro, porque
la pasión amorosa y erótica tiende a la
exclusividad. No así, la afectividad, que podemos sembrar por el mundo entero
sin grandes quebraderos de cabeza.
Las dos
noticias son las siguientes. La primera, un chino se accidenta y acuden en
tropel todas sus novias a visitarle. En total, 17. Fíjate tú. Lo que no me
explico es cómo ha podido comunicarse con todas, accidentado y todo. Porque para que vayan a
visitarte a un hospital, incluso en la lejana China, son necesarias unas
coordenadas básicas, como número de habitación, por ejemplo. Total, que a una le hizo promesas de boda. Con otra tenía
un hijo. Otra le estuvo ayudando económicamente. Este era un listo. Aparte de
pasárselo bien, les sacaba las pelas. De hecho, pesan sobre él algunas
acusaciones de fraude. Me imagino a mi abuela Micaela soltándome su frase
lapidaria: ¿Los hombres? El mejor, colgado
La otra
nos acerca a una terrible realidad. Irak ha presentado al Parlamento un
proyecto de ley sobre la
familia que pretende legalizar el matrimonio de las niñas,
siguiendo los preceptos más estrictos de la Sharía. No sólo eso. Las niñas podrán divorciarse al cumplir la
escandalosa edad de 9 años. Esta ley,
también contempla la poligamia y regula el número de noches que el hombre puede
pasar con cada una de sus esposas. O sea,
lo que en Occidente es una opción mal vista, el gobierno de Bagdad lo
pretende regular con total naturalidad. Otra vez, las ideas religiosas de
los chiíes justifican la barbarie y
ponen en el mismo saco a los musulmanes, haciendo una interpretación extremista
y radical de El Corán.
Volviendo a nuestra civilización, es cierto que los
genetistas y algunos científicos aseguran que la naturaleza del hombre es
sembrar con su esperma al mayor número de hembras posibles; es lo que se
denomina la “propagación por esperma”, mientras que, por el contrario,
nosotras, sabedoras del trabajo que da y de las necesidades materiales que
conlleva gestar y criar un ser humano, seleccionamos mucho a la hora de una
posible “inseminación”
Digo yo que, llegados a determinada edad, a los humanos se
nos tiene que pasar el ansia procreadora, incluso al más macho de los machos.
Digo yo, que en la elección de pareja han de contar otros requisitos que
nuestras caderas y nuestro potencial para amamantar.
Digo yo, que el amor, el auténtico amor, el amor de pareja,
tiene otra finalidad más elevada que la de generar progenie. Y que llega un
momento en la vida en el que, por fin, dejamos de ser víctimas de las hormonas.
La naturaleza es sabia, sí, pero muchas
veces es un tostón horrible.
1 comentario:
el problema es que hasta llegar a ese momento de sabiduría donde dejamos de pensar con la entrepierna (hombres y mujeres) te pasas un montón de tiempo haciendo el idiota. Que si, oye, puede ser divertido en pequeñas dosis pero, como dices, es un tostón horrible :)
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