El cuerpo exclama lo que lleva por dentro. Suspiros, risas
nerviosas y ese grito. La explosión que se sucede durante y tras las fases de
excitación y meseta. Esa explosión se denomina orgasmo, como probablemente
sepan. Si en el transcurso de tan delicioso viaje se pierden, recuerden las
siglas de Masters and Johnson: EMOR, o sea, Excitación, Meseta, Orgasmo y Resolución.
Es como la palabra AMOR pero con “E”.
En la mayoría de ocasiones el aparato fonador ni se lo
espera. Tú tampoco. Y cientos de rimas, cuentos y leyendas giran alrededor de
ese instante, de ese calambre. Y uno se libera. Quizá no haya nada más
auténtico y real que el grito surgido de las entrañas cuando llegamos al
clímax. Aunque también hay soberbios fingidores.
¿Por qué gritamos al hacer el amor? Y me refiero a nosotras
porque lo de ellos es casi un gruñido, la onda sonora del esfuerzo, el romper
de la ola, un placer rizado que vibra en la boca. El volcán liberado tras la
insoportable excitación. La dulce rendición y la segregación inmediata de prolactina,
esa hormona que acompaña a nuestros dulces hombres en el periodo de resolución
y los pone a roncar inmediatamente después.
Cuando el sexo es apasionado, intenso, lujurioso nos gusta
más. A más deseo, más jadeos. Este binomio no falla y si la pareja te acompaña
se sumará a tu canto erótico. Efectivamente, determinadas mujeres gritan y
jadean para excitar al compañero. Es algo totalmente involuntario pero seguro
que recuerdan algún momento glorioso con esa banda sonora de “Y yo más”. De
esos duetos nadie da cuenta: existen en nuestra memoria, con suerte en nuestro
presente y en el pabellón auditivo de alguien ajeno a tal festín (también casi
siempre de un modo involuntario)
También las hay menos románticas que —conocedoras del subidón
que provocan sus gemidos—se ajetrean y exclaman hasta con cierto escándalo para
que ellos acaben de una puñetera vez. Ojo, también puede ser no premeditado, al
menos conscientemente. Porque en la vida hay de todo: días de amor inmenso y
días a las que una no le apetece picar más piedra. Porque hacer el amor con
alguien que no te pone es exactamente eso. Un esfuerzo que te quieres quitar de
encima cuanto antes. A veces, incluso de manera subconsciente “cómo voy a
tratar yo mal a mi bizcochito, de eso ni hablar”. Pero lo tratas. Porque te
aburre. Así que, cuatro alaridos, cariño, y estarás roncando en 3, 2, 1 ¡Ya!
¿Pero por qué en verdad gritamos las mujeres? Por genética.
Un residuo de cuando éramos, digamos, menos evolucionados. Las noches de
copulación eran exactamente eso, noches enteras dedicadas al noble arte de la
inseminación fértil. El grito de la hembra era un llamado a los otros machos de
la manada para que acudieran a inseminarla. Las mujeres de la prehistoria
mantenían relaciones con cinco o más amantes en la misma noche. Así ha sido el
95% del tiempo de vida de la mujer sobre la faz de la tierra ¿Todo les cuadra
ahora verdad, amigas? A nosotras nos cuesta arrancar, pero luego no podemos
parar. O nos fastidia.Y a ahí los tienes a ellos, en otra galaxia a los cinco
minutos de eyacular.
La madre naturaleza llama a la reproducción de la especie y
en nuestro ADN eso es imborrable por eso ellos duermen tras la cópula y la
mayoría de nosotras se desvela. Por eso algunos son silenciosos y la mayoría de
nosotras, cuando nos sentimos en libertad, gritamos. Así complacemos a nuestro
macho, sí, pero también llamamos a todos los demás.
1 comentario:
ah, que las mujeres gritan al hacer el amor.... nunca me ha pasado semejante cosa que usted comenta
:)
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