Que te gusten las falditas de colegiala es un argumento muy
endeble a la hora de apoyar la educación concertada. Es lo que ha hecho un
concejal de Ciudadanos en Alcañiz (Teruel). Ha sucedido esta semana en un
debate sobre la libertad de elección educativa. En concreto el señor ha dado la
siguiente explicación: “cuando tenía 15 años y mi mujer trece o catorce, ella
iba con el uniforme de faldita gris de las Anas y nunca me ha excitado más que
en aquella época, fíjese si me gustan los uniformes de las monjas”.
Se llama Joaquín Galindo. No lo olviden porque la estulticia
tiene nombres y apellidos siempre. Al igual que la corrupción y las vaginas
parlantes tan en mente de Villarejo.
Que a un hombre le gusten las falditas de colegiala no tiene
nada de malo, salvo que le meta mano a una menor. Que tenga recuerdos
fantásticos de su época adolescente es maravilloso, pero ¿Qué pensará la pobre
esposa? ¿Ahora ya no te pongo, cariño?
Pobre mujer, en boca de todo el mundo. Que si le tocaba el
culo cuando eran unos jóvenes granujientos y que si ella se dejaba ¿Pero a
quién le importará la vida sexual de Joaquín Galindo ni sus fantasías más
marranas? A mi no, os lo aseguro pero que puede tenerlas, por supuesto. Que
puede hablar de ellas en una conversación distendida con sus amigos de cavernas
– digo de tabernas— pero ¿sacarlas a colación en un pleno municipal?
Cabezas pensantes de los partidos políticos: un poquito más
de ojo a la hora de hacer el casting, por favor.
Pero volvamos al rollito colegiala. No descubro la pólvora
si expongo que es una fantasía recurrente de muchos hombres, como la de la
enfermera y sus inyecciones. Esas cosas tan estereotipadas como los tacones de
aguja paseando por el torso de algún cincuentón aburrido entrado en carnes y
sudoroso. Perdonad, pero mi mente lo ha creado así. Además, tiene un
flequillito de esos con los que intenta tapar su cabeza calva como bola de
billar.
Hombres del mundo: ¿La imaginación sólo les da para eso?
¿Nunca superaremos la Lolita creada por el maravilloso y talentoso Nabokov?
Tiene gracia, por cierto, que su apellido comience por “nabo”. Los khabalistas
tienen toda la razón: las palabras nos definen, incluso antes de nacer. Esto es
lo que es lo que le ocurrió a Vladimir con este apellido que presagió su gran
éxito literario. Una obra brillante sin parangón.
La concejal del PAR, Berta Zapater, dijo el pasado miércoles
sentirse muy ofendida. No Berta, no. Aquí la agraviada es su santa, el dudable
buen gusto del resto del país y la lógica aplastante que se le debe presuponer
a los que manejan los asuntos públicos.
El rollo colegiala me da mal rollo. La repetición de
estereotipos sexuales me provoca el bostezo y me alerta ante lo que ha
difundido el porno, el pseudo porno y la industria de las carnes exhibidas en
todo tipo de soportes.
Nada tengo en contra de esto salvo por la imagen cada día
más denigrante y felpudiana de la mujer. Y desde aquí os lo digo: otro porno es
posible. Y, por ende, otro sexo y, por ende, esa sexualidad natural magnífica,
hermosa, resplandeciente donde los protagonistas del acto son los contrayentes,
no los clichés ni las fantasías recurrentes y repetidas “forever and ever” por
la industria audiovisual.
Hombres y mujeres del mundo: Abrid la mente. Vuestro sexo es
vuestro. Hacedlo diferente, único, creativo y esplendoroso. El rollo porno me
baja la libido. Aunque lo mismo ni os importa. Por suerte, esto es una columna
de opinión y no un pleno municipal.
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