domingo, diciembre 22, 2019

Terapeutas sexuales




Mi primer contacto con el mundo de la sexología fue un curso en Oviedo que duró toda una semana. Lo primero que aprendí, prácticamente el primer día, es que las personas que van en silla de ruedas tienen derecho a disfrutar de su sexualidad y quieren hacerlo. No sólo eso, también aquellos que están completamente impedidos en una cama. Abajo con los estereotipos de lo que es normativo. El sexo lo practican hombres y mujeres heteros, jóvenes y bellos, pero también parejas de octogenarios, parejas gays y personas que quizá no respondan a esa imagen perfecta que nos han vendido las películas románticas.
Un pretendiente que tenía hace unos años pensaba que lo de la sexología era algo así como un taller muy largo para aprender a hacer bien el amor. Es lo que piensa casi todo el mundo. Un día  me escribió un mensaje en medio de una clase y yo le contesté que el profesor nos ponía en ese momento ejemplos de personas que han quedado tetrapléjicas y quieren reanudar la vida sexual con su pareja. Cómo lo hacían, qué podían sentir y pensar, tanto el postrado como el que tenía un papel más activo. Dejó de hacerme preguntas tontas sobre mis clases.
Los que tenemos la enorme suerte de contar con nuestros brazos, nuestras piernas y nuestro cerebro sano desconocemos ese otro ámbito donde también discurre la sexualidad. Nos imaginamos que por vivir en esas situaciones desaparece la pulsión sexual. Pero no, en absoluto. Otro ámbito son los aquejados del síndrome de Down, ahí tenemos tres cuartos de lo mismo. Afrontar que cada uno vive la sexualidad a su manera desde que nace y hasta que muere es una realidad. Los hay que vienen a este mundo ya con algunos problemas y los hay que se tropiezan con ese obstáculo por el camino ¿Y entonces qué? ¿Hay que renunciar al precio que sea a disfrutar del placer de la piel? Por eso es tan importante apartarnos de la visión coitocentrista del sexo: hay infinitas variedades y quizá es en estos casos complicados dónde más se aprende a explorar nuevas dimensiones.
En Murcia, el Instituto Sexológico se dispone a realizar un taller para terapeutas sexuales. Esta figura es necesaria, entiendo que controvertida porque hay personas que lo equiparan a la prostitución. Y en estos casos yo siempre digo lo mismo: hay personas que requieren de unos servicios y otras dispuestos a darlos. Siempre que todo sea voluntario y consentido y elegido, yo no veo mayor problema. Es una cuestión de libertades que siempre pondría en duda si alguien se ve obligado a realizar algo que no desea por la fuerza, o imperativos determinados.
No sólo eso, en este caso, el terapeuta sexual debe contar con una formación especial y, por supuesto, una sensibilidad y un trato muy exquisito.
Les recomiendo una película que les pondrá en la pista de qué puede sentir alguien postrado en su cama y cómo un ayudante puede cambiarle la vida y mejorar su autoestima, gracias al desarrollo de su sexualidad. Se trata de The Sessions, protagonizada por Helen Hunt y John Hawkes. Hawkes da vida a un hombre que lleva postrado casi desde la adolescencia por culpa de la polio.  El film va mucho más allá del sexo porque hay mucha alma en alguien que dedica su vida a ayudar a los demás, como el personaje que interpreta Hunt y porque, en la mayoría de los casos, el sexo siempre implica mucho más que dos cuerpos que dialogan entre ellos y que se entienden. Y ese es el sexo rico de verdad, el que trasciende la materia.

No hay comentarios: