miércoles, agosto 24, 2011

La profecía de Marilyn



Marilyn en una de sus últimas imágenes, rodaba la película dirigida por G. Cukor, Something's got to give. Incompleta tras su muerte porque, según su director, ella era imposible de sustituir.
Los psicólogos dicen que todos inventamos nuestra historia personal. Nos sugieren que, ya puestos, creemos una ficción positiva porque de lo contrario nos puede pasar como a Marilyn. En realidad, no dan este ejemplo de forma tan taxativa. Esto es de mi cosecha. Ella es un ejemplo triste de la profecía autocumplida. Marilyn vivió angustiada por el estigma de su madre, una montadora de cine encerrada en una clínica mental. A Norma Jean le perseguía el fantasma de la vejez, de la precariedad, del miedo. Su inseguridad feroz la llevaba a mendigar el amor de los demás, a tolerar el desprecio de uno de sus esposos, el “intelectual” Arthur Miller; a buscar en espejos ajenos la aprobación. En los últimos días de su vida, esa aprobación la conseguía lanzándose a sórdidas aventuras nocturnas con desconocidos. Su vulnerabiliad interna la hacía muy atractiva. Era una criatura indefensa muy alejada del estereotipo de su personaje. Era lo contrario a esa hembra tan poderosa de los pósters.
Seguro que usted también cuenta con la narración personal de su vida. Con algunos prejuicios acerca de sí mismo. Y piense,  cuantas veces, el que alguien le repitiese una sentencia hasta el hartazgo la convirtió en realidad. Si profetizamos acerca de lo que sea, mejor hacerlo con buena simiente.
La profecía de la crisis que vivimos nos ha brindado una catástrofe sin precedentes. Si en lugar de cacarear tanto nos dedicáramos a reconvertir la realidad --que se puede, vive Dios-- otro gallo nos cantaría. Vivimos un tiempo desnortado. Sólo sobrevivirá el instinto (a veces la violencia) y la reflexión. Les invito a que lean un libro estén o no de vacaciones. Me lo recomendó mi querida Sylvia de Béjar y se titula “Felicidad flexible” de Jenny Moix. No es un manual facilón de autoayuda, se lo aseguro. Si es víctima de alguna profecía –propia o impuesta— deconstrúyala, nos dice Moix. Y si puede, siga la receta, la de mi instructora de yoga, Marisol Suances: Viva el momento. Es cuestión de disciplina mental. Tan simple, tan complicado.

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