El autobús pasó a nuestro lado como un enorme animal de fuego. De noche, con el suave viento que precede a la lluvia, podía aislar ese momento. El enorme bicho, ruidoso, con luces rojas, como un dragón de El entierro de la sardina. "Un poco más y nos saca de la carretera". Dos muchachos agradables me sacaron del pensamiento. Mi hijo: "¿Los conoces?"
--No, hijo, la
gente aquí en La Alberca
es así. Hablan con las personas como si las conocieran de toda la vida.
Gonzalo me
mira. Sin palabras sé que me dice “eso te pasará a ti, porque lo que es a mi”.
Adoro esas calles que bajan del monte, recoletas, estrechas, todavía con el
olor a pino Mediterráneo. Vengo de hablar con Silvia. ¡Experta en tantas cosas! Es un libro abierto.
Siempre aprendes con ella: cábala, civilizaciones vetustas, energías. Quiere
que me lea un libro que conozco de Laura Esquivel pero que nunca contemplé. Ya
tuve mucho agua y chocolate.
Pero le haré
caso. Es una edición minúscula de
Grijalbo. La mañana ha sido movida, reunión en la Filmoteca , con Virgina,
la nueva directora de la OSRM.
Los proyectos bonitos, como el que acaricia Ángel Cruz,
siempre parecen algo descabellados. Sonará Bernstein en el antiguo cine Salzillo “Y West Side Story es
muy grande dice Virginia”. Toda la percusión, una batería, los timbales “Hasta
el saxofón”. Leonard era un puto genio y como los grandes genios algo loco,
algo excesivo. Por eso adoramos cada canción de West Side Story. Está llena de
alma, de fuego, de misterio incluso.
Hablo con Antonio Cano de
un par de ideas para hacer ciclos, después de enero, claro. Voy trazando los
caminos para el próximo 2013 que tendrá que ser tan bueno o mejor que éste, a
pesar de tanta voz y tanta monserga que nos recuerda cada hora “lo mal que
están las cosas”. Vale, pero no nos paremos. No dejemos de soñar y de inventar.
A veces me siento como un capitán trazando la ruta de bitácora…pero al ser de
letras mis mapas son algo caóticos en la superficie con un fondo de verdad, de
mansedumbre, de paz incluso, de armonía.
Mi orquesta afina, justo
antes de comenzar el concierto. Gonzalo se deja seducir por un helado de Yogur
con lacasitos y negociamos el próximo fin de semana. Sus juegos de ordenador,
sus pequeños tics que me preocupan, que se van como vienen, sus enormes ojos, llenos
de pestañas. Me perdería en ellos para siempre. Cuánto se quiere a los hijos y
qué placer ver cómo crecen, su gran vocabulario su destreza para construir
frases, su vida que es tan fresca, tan inocente y tan sabia.
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