El ser humano se compone de cerebro, carne y corazón. Somos
como un potaje con estos ingredientes básicos. Luego usted le puede añadir unos
ojazos impresionantes, una verborrea jugosa, un cuerpo de proporciones
perfectas --como esculpido por Miguel Ángel-- un virtuosismo para con un
instrumento musical o unos labios como dunas suaves y blanditas donde una se
perdería una eternidad. ¡Me pido este desierto! pero, claro, es que esto así,
en este pack tan mono y tan completo, no existe.
Hoy, que apenas nos vemos en persona, el cerebro manda.
Digáis lo que digáis los hombres. Porque, básicamente, a nosotras nos veis en
foto. Nada que ver con la realidad. No sabéis cómo nos movemos, a qué olemos y
desconocéis el volumen concreto de nuestros contornos.
Por tanto, hoy día vivimos en la era de una seducción
puramente mental. Hay personas que provocan determinadas emociones o reacciones
y no sabemos muy bien por qué, pero rara vez será por la conjunción de las
feromonas. Nuestra mente fabrica historias con tanta gente como conocemos por
las redes sociales. Cierto, eso es más bien femenino, pero descarto que lo sea
en exclusiva.
Yo quería escribir del sapiosexual, que es esa persona que
se siente atraída única y exclusivamente por alguien extremadamente
inteligente, con un discurso brillante o una habilidad sobresaliente en
cualquiera de las áreas donde interviene el cerebro.
Dicen los psicólogos que
hay más sapiosexuales entre las féminas pero lo dudo. El hombre es más
visual , dicen, (a lo mejor soy un poco macho y no me he enterado) y sus ojos
se lanzan sobre el culo, las tetas, quizá los ojos (mucho más tarde) y la
sonrisa. Luego, cuando conocen a la susodicha, entonces no les importa--
incluso les agrada-- que sea inteligente, chispeante y algo payasa. Esta suma
de ingredientes tampoco falla en el género masculino. Eso de "que me haga
reir" lo apostilláis a menudo en esa suma de cualidades. Y me molesta.
¿Qué somos? ¿Un mono de feria?
La sapiosexualidad se ha impuesto porque no nos queda otra.
Gracias que la interacción personal es cada vez más escasa,
en la seducción juegan otros factores diferentes. De pronto, alguien te gusta
por su brillo, por su capacidad de adelantarse al presente, porque conecta
contigo, así de simple. Luego le ponemos nombres raros pero al final
desembocamos en sentimientos básicos, tradicionales, the old feeling, como
cantaban los crooners.
Ciertas personas desprenden magnetismo y no sólo por su
belleza (A nadie le amarga un dulce y por el mismo precio yo siempre me he
tirado por los guapos. Si te sale cabrón, da igual lo que mida, lo que pese o
el tamaño de su nariz). Es el charme del que hablan los franceses. A nosotras
quizá nos ponga más por el timbre de su voz, o que su dialéctica sea original y
fresca pero, aparte de todo eso, hay un momento, ese momento, en el que
descubres en el otro algo irrepetible, genuino, turbador.
Y surge la emoción. Y ya la hemos liado.
Los psiquiatras dicen de vosotros que estáis más cerca que
nosotras de la caverna. Lo llaman sexualidad disociada: rápida, externa. La
carne por la carne. Yo me niego a creerlo y menos en estos días en el que casi
todos evaluamos y prejuzgamos al de enfrente según unos parámetros que la vida
nos marca. El seductor y el seducido juegan y el juego siempre comporta
estrategias, planificación , faroles y jaques. No veo carne por ningún sitio,
señores.
Yo apuesto por el trinomio C+Q+C: Coco, Química y Cama. Ese
no falla.
6 comentarios:
Qué buena eres,Lola. Qué mejor forma de terminar el domingo que leyéndote?
Muchas gracias.
Leo por primera vez tu blog y ya hay Coco. Gracias
Qué interesantes son las aventuras que nos creamos en nuestra mente...
Quizás el único lugar donde la (nuestra) perfección existe...
Un beso.
Quizás no haya aventura más perfecta que la que dibujamos en la mente, aunque el "cuerpo a cuerpo" sea más interesante, no carente de riesgos...;))
Mas sexo con ccv. Calidad, cantidad y variedad.
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