Lo confieso. He estado a punto de
hacer como ese niño de Salou. Fingir mi propio secuestro para no tener que
escribir el PuntoG de esta semana porque, queridos, no tengo más bemoles que hablar
del irritante estreno del pesado de Grey.
¿Cómo no hacerlo? Si está todo el
mundo ya salivando: casi 50.000 entradas vendidas a un mes de su estreno, el
musical batiendo récords de asistencia. Como diría la gran Sarita Montiel:
¿Pero qué invento es este?
La industria del Hollywood
funciona. Poner a Dakota Johnson de protagonista femenina es un acierto. Ella
no es famosa pero sus padres sí, y mucho. Hija de Melanie y Don; ambos con una
juventud tortuosa en la que no faltaron el sexo y las drogas ¿Qué importa que a
Jamie Dornan no le conocieran ni en su casa a la hora de cenar? a partir de
ahora será el protagonista de incontables masturbaciones.
Ya opiné sobre el libro. Creo, de
hecho, que fui de las primeras periodistas de España en hacerlo cuando salió el
volumen I de ese pastiche donde ella se muerde el labio inferior, bufa, mira
hacia el techo y habla con su diosa interior unas 150 veces en unas 500 páginas
de letra muy gorda. El hecho es que “50 sombras…” es lo mismo que aquellas
noveluchas tipo “Jazmín” que se vendían en los kioskos, sólo que le meten un
poco de fustas, un poco de azotes y la archi conocida habitación roja. Que es
un “trabajo” pésimamente escrito por E.L James, una guionista de televisión —primera
sorprendida del exitazo de su hijo de papel— y que engancha con la promesa de
cuatro escenas de sexo que no son nada del otro mundo (que viene, que viene
¿Pero qué viene?).
Queridas y queridos si queréis
leer sexo y poneros berracos del todo os recomiendo a Anais Nin y sobre todo al
que fuera su amante Henry Miller. Lo que no entiendo es el cambio de chip ¿Por
qué las mujeres compraban libritos tipo Arlequín casi a escondidas? ¿Por qué
sus autoras siempre firmaban con seudónimos? Es que hasta la sección aquella de
la revista Pronto que recreaba historias presumiblemente reales me ponía más
cachonda que el tochazo del Grey. ¿No os da vergüenza sucumbir tan
descaradamente a las leyes del marketing? Nos la han colado bien colada. Antes
te ponías roja y ahora amoquinas la pasta hasta con orgullo cuando te llevas un
Grey ante la mirada cómplice de la cajera del súper.
Burguesas aburridas de vuestros
maridos. No os compréis un libro, compraos un vibrador. Y si queréis sexo
salvaje y subversivo, ahí tenéis a Henry, a Anaís. Hermosos en su perversidad.
A mi no me ofenden las escenas de sumisión del tochazo. Me ofende la etiqueta
de “porno para mamás” ¿Pero qué diablos es eso? Y me hace reflexionar-cabrear (buscad mi artículo titulado: Amante y madre)
Si vuestros maridos dejan de contemplaros como mujeres deseables por ser
madres, una buena tunda de collejas para que espabilen; un amante que os
complazca pero ¿Un libro pseudo-erótico? ¿Un Pretty woman con esposas? ¿Una
película? Y cuando salgáis del cine ¿Qué?
En cualquier caso, la vida siempre
es mucho más divertida y sadomaso que la ficción. Una amiga me contaba que
encontró en el maletero de una sacro-santa madre de tres niños un juego de
fustas y trajes de cuero. Mujeres del mundo, entiendo que convertirnos en
Amas-dominantes tipo Grey no es fácil. Sobre todo por una cuestión de tiempo y
dinero pero, qué coño, si os va la marcha, caña al mono y menos libros,
caperucitas.
2 comentarios:
ni idea, chica, supongo que es un producto fruto de nuestros tiempos, donde queremos ser malos y rebeldes, pero no mucho, lo justo para sentirnos salvajes y volver corriendo al rebaño...
Y siempre hay alguien que sabe ver esas cosas y entrega un producto que permite hacer exactamente eso.
Oye, que había Jazmines muy loables y mejor escritos que el tochoGrey. A Anais la voy a tener que intentar. Corin Tellado dio la cara al menos. Y pensar que los premios Sonrisa Vertical desaparecieron, y mira ahora este fenómeno.
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