Lleva
Susana Díaz como presidenta en funciones desde el pasado 23 de marzo. Total, ná
.Ese concepto me perturba. “En funciones”. Es un sí pero no. Un no pero sí. En
esta vida podemos pasarnos décadas con
el cartelito “en funciones” porque lo preferimos al de “defunciones”.
El olor
a muerto nos espanta pero ¿Cuántas parejas llevan décadas “en funciones”? Sé
que es una pregunta que puede tocar un poco las narices y sé también que hay
relaciones perennes de amor, respeto, lealtad e incluso deseo.
Me
encanta el tándem conformado por el primer ministro de Luxemburgo, Xavier
Bettel con su novio el arquitecto belga Gauthier Destenay. Se casan la semana
que viene. Lo de ellos sería todo lo contrario de un amor “en funciones”. Todo
es real y palpable. Es la coherencia total.
Después
de analizar mucho los errores y defectos de nuestra sociedad occidental, creo
que el más patente y terrible de todos es el de la incoherencia. Pensamos una
cosa y hacemos la contraria. Deseamos algo y huimos despavoridos de aquello que
nos eriza la piel y nos consterna, cuando lo más sensato es enfrentarse con
nuestros fantasmas, demonios y anhelos frente a frente ¿Por qué sentir miedo de
quiénes somos en verdad? Porque tenemos una programación alienante casi desde
la cuna. Porque actuamos según se espera de nosotros y no según nuestros propio
criterio. Lo más desconcertante es que ese criterio probablemente responda a
una serie de esquemas y creencias que se han ido sedimentando en nuestro mapa
genético familiar, generación tras generación, y se convierten en un lastre
monstruoso que nos impide ser y estar de acuerdo a nuestra propia esencia.
Otra
mochila fabulosa es el buenismo imperante. De cara a la galería ofrecemos un
comportamiento estereotipado. Todos hemos de ser solidarios, enrollados, guays
y sonrientes cuando la realidad es que podemos ser todo eso y por dentro
guardamos a un Mr Hide de campeonato que puede convertirse en nuestra peor
pesadilla.
Soy la
primera fan de la cortesía, los modales, la educación, pedir las cosas con una
sonrisa y mantener el tipo cuando los demás se derrumban pero he aprendido que
puedo ser todo lo contrario: una ogra de muy mal genio con un repertorio de
palabras hirientes y poderosas capaces de desmontar a cualquier adversario. Lo
que ocurre es que he hecho una elección. Y yo elijo ser cortés y valiente y no
una hija de puta que pega puñaladas traperas. Y, sobre todo, he aprendido a
mostrar mi disconformidad sin alterar el color de mi cara.
Vivir
con coherencia ofrece unas posibilidades inmensas de ser moderadamente feliz.
Duermes en paz contigo por las noches. Comes chocolate sin remordimientos y
remoloneas el fin de semana sabiendo que levantarte una hora antes para irte a
correr no es la panacea y quizá las sábanas y el calor humano devuelvan a tu
tez una lozanía que creías perdida. Vivir en paz con uno mismo es el mejor
tratamiento de belleza. Sin embargo, resignarte a una existencia “en funciones”
sólo te amargará el carácter y te convertirá en esclavo de los demás.
Un
eslogan que aparece reiteradamente en los Whatsapps de mis grupos de amigos es
el siguiente: “Tienes una sola vida, haz lo que te dé la gana y sé feliz”.
Podemos
pasarnos los días pendientes de las opiniones ajenas o aplicar el cartesianismo
estricto a nuestras horas. Decidir, elegir puede llevarnos un tiempo de
soledad, de sopesar y de sacrificar la comodidad en pos de sentirnos libres,
limpios, ligeros y sin tramposas mochilas que nos abotargan y amortajan en
vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario