domingo, diciembre 22, 2019

Tu mapa del amor




Escucho a Helen Fischer hablar del amor romántico y entiendo por qué nos obsesiona tanto. Helen nos explica desde el punto de vista evolutivo por qué ellos se fijan más en el físico y nosotras en la capacidad del hombre para proveernos de otras cosas, no sólo sus encantos. Entendemos como la fuerza de la evolución nos empuja a una u otra pareja. Tú quieres mejorarte y mejorar la especie.
De gran importancia es la química de los cuerpos y del olor. Estoy segura que amo a quien amo porque un poderoso impulso me lanzó a sus ojos primero y a su olor, después. Quién sabe, quizá la primera vez que nos vimos, separados por una mesa, sucumbimos el uno frente al otro porque nuestros olores se compenetraban a las mil maravillas.
Pero hay más, claro. Mucho más. La respuesta de por qué nos enamoramos conlleva un gran número de variables. Cuando llegas a determinada edad y has tenido varias parejas sexuales ese mapa simple de tu juventud o niñez, se convierte complejo. Hay misteriosas filigranas que te llevan a una persona u otra. Quizá su pelo te recuerde a otro pelo adorado, quizá su mirada era parecida a la de aquel pretendiente prohibido, quizá hay algo en su fuerza y virilidad que te retrotrae a esa figura protectora que siempre añoraste. Total, quince minutos después, mirándole frente a frente, concluyes que él es esa persona que suma un compendio de olores, sabores, imágenes, sensaciones y afectos que lo harían el candidato ideal. Por su físico, sí, pero también por esos retales de otros amores que prenden de su imagen, casi como un Frankestein de las mil delicias. Porque ese nuevo amor que cobra vida entre tus brazos no tiene nada de monstruoso.
Muchas veces me pregunto por qué ocurre esto. Si será nuestro yo cuántico que viaja al futuro y ya sabe la de cosas que vivirás con esa persona a la que conoces hace apenas quince minutos o si, sin sospecharlo, nuestro cerebro trabaja a la velocidad de la luz y te hace una selección que riete tú de las apps para emparejar desconocidos. Tu pituitaria sabe más que todos sistemas operativos.
Para que ese chispazo se consolide en algo más profundo y duradero depende, según Fischer y todos los expertos que he leído, de tu mapa del amor.
Las semejanzas unen más que las diferencias. Una edad similar, una misma extracción social, un mismo nivel de inteligencia son captados por nuestro cerebro rápidamente. La pieza del puzle, a cada segundo que pasa, a cada encuentro, encaja con mayor facilidad. Parece un truco, más no lo es, son siglos de evolución a nuestras espaldas. Es un saber contextual similar y unos niveles de dopamina similares.
Así, creatividad y curiosidad acompañan el proceso amoroso de dos personas que estuvieron separadas muchos años, vete a saber por qué estúpidos azares de la vida, pero que se unen de un modo armonioso e increíble. Llámalo magia, llámalo amor, amor del bueno.

No hay comentarios: