Hace años un entrevistador le preguntó a Paul Newman:
“¿Nunca se le ha ocurrido engañar a su esposa?” Él contestó: “Teniendo un
bistec en casa ¿Por qué voy buscar a una hamburguesa?”.
La relación perfecta de Paul Newman y Joanne Woodward
comenzó cuando él estaba aún casado. Se conocieron, se enamoraron, pero ella
prefirió esperar a que estuviera libre ¿El
resultado? 50 años de feliz convivencia, con sus altibajos, como los de todas
las parejas. Al final, la muerte los separó.
¿Fue un amor a primera vista?, sí. ¿Estaba Joanne
impresionada por la belleza de Paul?, no. De hecho, al principio casi fue un
obstáculo insalvable porque le parecía directamente un anuncio de pastelitos.
A raíz de esta historia, tan parecida a otras, me pregunto
qué es lo que en verdad nos enamora del otro. Siempre hablamos de la huella
invisible del olor. Eso genera una atracción magnética irresistible e
ineludible, pero hay otras cosas.
En mi caso, me han enamorado pequeños detalles: una sonrisa,
un gesto. Por ejemplo, el afán de protección de algunos hombres me enternece.
Que alguien decida ayudarte a recoger un cable, cuando estás sola, tras ofrecer
una conferencia, por ejemplo, te habla del buen corazón de esa persona, que
podría estar de charleta con los demás y te acompaña en tu soledad para hacer
esa tediosa y aburrida tarea de encerrar el portátil en tu maletín.
De hecho, con algún novio que otro me ha ocurrido como le
pasaba a Joanne: tanta belleza te abruma. Incluso te puede llegar a disgustar
que todas tus amigas vean a tu chico como el hombre ideal, como si tu fueras un
estropajo, vaya. Sin embargo, la perfección es aburrida.
¿Cómo sabes que quien tienes a tu lado es la persona ideal
para ti? Joanne lo decía: si el otro te hace reír siempre será una relación
fresca y perfecta. Si sientes que el otro es tu amor y el otro te dice lo mismo,
ahí está la clave. El punto de reciprocidad básico. Y las risas. La fórmula
perfecta: amor incondicional y risas.
Hay historias de amor así, doy fe. Si lees esto y te ríes
con tu pareja casi cada día, ten por seguro que podrás superar cualquier
obstáculo que la vida os ponga por el camino. Porque, esto es así. El binomio
amor incondicional y risas no garantiza una vida exenta de problemas, pero sí
que constituye una gran armadura para hacer a la pareja indestructible.
Yo que amo los finales felices, amo a Paul y Joanne y su
ejemplo; y la frase tan simple pero explícita del bistec y la hamburguesa.
Las fachadas se caen, pero si te ríes con tu amor, tu amor
será eterno y nada ni nadie lo podrá derribar.
Las amenazas y los cambios son una constante en la vida, es
cierto. Sin embargo, una pareja unida podrá con todo eso y más. Amor y risas,
bistec frente a la hamburguesa. Yo no lo podría resumir mejor.
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