lunes, marzo 02, 2020

La fórmula matemática del sexo





¿Se puede medir el sexo? ¿Tenemos que incorporar nuestras relaciones al ritmo frenético de los números? No, de verdad que no, pero ¿Por qué lo hacemos?

Estamos más interesados en el número de relaciones sexuales que tenemos a lo largo de una semana que en la calidad. No en balde, de las primeras preguntas que se realizan a un terapeuta pasan por la cantidad idónea para una pareja “normal”.  Otras cuestiones muy frecuentes son las siguientes ¿cuánto me tiene que medir el pene? o ¿Por qué llego al orgasmo más rápido si me masturbo que cuando estoy con una pareja? ¿Cuánto debe durar una relación sexual?

Las mujeres, por norma general, tienen la presión de llegar pronto al orgasmo y los hombres, justo al contrario. Total, que, en vez de estar disfrutando de uno de los mayores regalos de la naturaleza, no pasamos todo el tiempo con el minutero mental, centrados en los segundos, con la cabeza llena de pensamientos.

Nosotras con el “vamos, vamos” y ellos con el “para, para”.  Además, está la romántica y estrafalaria idea de intentar coordinarse para llegar los dos al mismo tiempo. Así que nada, no estamos en lo que estamos. En absoluto
.
Sería divertido ver qué ocurre en las cabezas de los amantes. Lo contradictorio del asunto es que el orgasmo es un momento de máximo egoísmo a la búsqueda del placer y también un momento de máximo abandono y de máxima entrega al otro. A ver cómo integramos esto en los contadores y en las mentes medidoras de algunos y algunas.

Centímetros, minutos, tiempo, frecuencia, velocidad e incluso la masa acaparan la mente de muchas personas cuando piensan el sexo y ese es el error. El sexo no se ha de pensar, sino que se ha de sentir. No hay fórmulas matemáticas que garanticen el orgasmo. Es más, el orgasmo no debería ser la meta de ninguna relación sexual. Si llega estupendo, pero si no, disfrutemos del momento.

Porque, además, en esta sociedad competitiva todos los penes tienen que estar erectos, todas las vaginas lubricadas y el acto sexual debe responder a un patrón heteronormativo de perfecciones varias, cuerpos prietos, tamaños ideales y de personas hermosas y jóvenes.

Y el sexo, y sobre todo el sexo con amor, no responde a ningún canon, no obedece a ninguna regla. En esta relación de pareja hay entrega y hay consenso, no debieran existir presiones, ni prisas, ni miedos. En esa relación, mirarse a los ojos, tocarse, abrazarse, amarse no tienen que conllevar incluso necesariamente una penetración.

Nos obsesionamos con las formas, los tamaños, los números y las fórmulas mágicas y nos olvidamos de lo fundamental: el sentido lúdico, la entrega inesperada, las palabras hermosas, el deseo en la mirada y el sentirse afortunado de compartir con el otro desde la más leve caricia al más intenso de los orgasmos, porque todo forma parte de esa química espectacular de algunas parejas y para que la que no existen brebajes, ni pociones ni fórmulas secretas, salvo la del disfrute porque sí.


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