Decía Vargas
Llosa que la literatura ordenaba el caos. Los escritores, con la varita mágica
de las palabras tornan al villano en héroe, inventan finales felices,
construyen universos a su antojo. Sin menoscabar el poder mágico de las letras,
hoy, en estos momentos, en situaciones excepcionales, lo único que ordena el
caos es la ternura.
Con otro mes
de confinamiento por delante, la supervivencia económica de miles de familias
amenazadas, el año prácticamente arruinado en muchos sectores, lo único que
ordena el caos es la fe en el ser humano, la solidaridad entre nosotros, la
esperanza de que unos meses malos contendrán este virus que no se llama
coronavirus, que ya en realidad tiene otro apelativo: miedo.
Es el virus
más contagioso y letal que existe porque ya lo decía Yoda. El miedo conduce al
odio y el odio te lleva al lado oscuro sin remedio.
Al
desconcierto de los primeros días, de estanterías vacías y papel higiénico
agotado. Ante los discursos de tú lo estás haciendo mal, yo lo habría hecho
mejor, le siguen proclamas incendiarias de tomar el país por la fuerza. Y así
no.
Hoy más que
nunca reivindico en esta columna mi tema favorito y este es el único, el que
importa: el amor. Porque la vacuna es el amor. Ante la ausencia de un
medicamento específico y de una estrategia satisfactoria que nos ahorre futuros
dolores; ante el panorama desolador que nos deja este enemigo invisible, la
única herramienta es el amor y la ternura.
Las
iniciativas para tenernos ligeramente aletargados en medio de la tragedia de
tantas familias me resultan pueriles. Ya me he cansado de las cancioncitas y
los jueguecitos y los retitos.
A mi, lo
único que me toca el alma en estos días son los ejemplos de solidaridad entre
vecinos. Como todos esos que aplaudieron a Lola en el día de su cumpleaños.
Como todos esos que aplaudimos todos los días a las ocho de la tarde.
Lo único que
me toca el alma son los gestos de solidaridad gratuitos hacia personas que lo
necesitan sin mediar la publicidad de por medio. Un amigo médico que te da un
consejo, alguien que le hace la compra a tu madre; las videollamadas de la
familia y los amigos. Los mensajes que insisten en lo único verdadero de esta
crisis: no estamos solos y de esta saldremos, pero no con cancioncillas sino
con la lección del amor bien aprendida.
La pandemia
nos iguala, nos sumerge en la tormenta a todos sin distinción. Todos vamos a
perder algo en este encierro, pero también ganaremos algo. Aprenderemos una
lección y es esta: el amor ordena este caos, pero también lo contiene. Sólo el
amor nos ayudará a construir esta nueva realidad que se vislumbra. No te
agarres a nada, no te resistas. Cede gentilmente tus horas a estos días,
aprende e ilumínate con la fuerza de la ternura y del amor, porque será lo
único que nos salvará de este caos.
1 comentario:
De acuerdo con la exposición y sobre todo con la conclusión, morfolögicamente las diferencias no son determinantes: hay personas y distintas formas de pensar y actuar, determinadas por muchas variables sobre todo sociales y culturales, de ahí los distintos roles, por eso es tan importante una educación que no distinga entre sexos, somo personas con mismos derechos y obligaciones.
Publicar un comentario