Con lo que era yo del HBO, con su Sexo en Nueva York, con
los Soprano y deciden eliminar de su catálogo Lo que el viento se llevó tras
varias quejas que acusaban al film de racista. Vamos a ver, si ahí la que ponía
siempre los puntos sobre las íes era “mami”, que reñía a la sita Escarlata
cuando le fruncía el corpiño. Yo acusaría a la película, quizá, de promover la
anorexia porque la niña no quería comer y la primera que le dice que no coma es
su madre: es de mal tono que una señorita se atiborre en una fiesta.
Lo que el viento se llevó también puede ser acusada de
machista. ¿Qué me dicen da la escena de las escaleras? Ese Clark Gable
dominante y tan seguro de sí mismo se lleva a la niña escaleras arriba con cara
de “si quieres, como si no” ¿Y lo que nos pone un hombre así en determinados
momentos? Dentro de un contexto, claro, no me malinterpretéis porque lo otro es
violación.
En fin, queridas y queridos, que los gerifaltes de las grandes cadenas
y de esta sociedad han decidido que somos tontos del todo y que nos falta
criterio para discernir la realidad de la ficción. Y si el esclavismo era una
realidad durante la gran guerra americana ¿Qué problema hay? Margaret Mitchell
lo describe perfectamente en su novela, al igual que la dantesca escena de la
estación de tren de Atlanta y de esos soldados moribundos, o sin brazos, o sin
piernas.
Si nos ponemos así, deberíamos eliminar del catálogo HBO
American Phsyco porque promueve el asesinato femenino o, quizá, El lobo de Wall
Street porque todas las mujeres que salen en esa película se venden por dinero.
Todas. Por supuesto, Sexo en Nueva York debería ir fuera porque no hay ninguna
afroamericana entre sus protagonistas, ni en Friends, ni en Los Soprano ¿Qué
pasa, que no hay italoamericanos de color? Seguro que sí.
La estupidez humana es infinita y nos quieren convertir en
infinitos lerdos, aborregados, incapaces de seleccionar con criterio propio.
Odio la corrección política, coarta la libertad de expresión
y, lo peor, instala una feroz autocensura en todos y cada uno de nosotros.
Cultura y educación nos ahorrarían muchos disgustos. La
corrección se aprende observando los buenos modales ajenos, viajando y leyendo
mucho, amando y cohabitando otras culturas, sumergirse en ellas y ser capaz de
comerte una paella o un bocadillo cajún sin ningún problema.
La diversidad es el auténtico tesoro. El premio gordo. Amar
lo diferente nos engrandece, hace que nuestra vida sea más divertida; entiendes
y hasta quizá adoptes los dialectos y los vocablos de otras culturas, incluso
sus costumbres.
Lo que el viento se llevó es un clásico maravilloso. Más
larga que un día sin pan, eso sí. Es como El Padrino o Ben hur, pertenecen a
ese ramillete de películas para pasar la tarde y sumergirte en otro mundo. Y
que nadie se engañe, que la Señorita Escarlata todavía cohabita con nosotros.
Ayuso, podría serlo ¿O no?.
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