En los años 80 la uróloga y cirujana Helen O’Connell
descubrió que lo que se puede apreciar a simple vista del clítoris es una
minucia, a penas la punta del iceberg, como lo podría ser el glande del pene
masculino. La pepitilla forma parte de una estructura hundida profundamente
bajo la piel con varios componentes que encajan entre la vulva y el monte de
venus que, a su vez, envuelve la uretra y la vagina. Ahí es nada. El clítoris,
ese gran desconocido.
La famosa Anatomía de Grey, el manual que utilizan los
cirujanos, apenas lo describe, tuvo que llegar Helen y descubrir esta macro
estructura que se esconde en el vientre femenino. Al parecer, Grey no estaba
demasiado interesado en la sexualidad femenina como no lo ha estado el resto de
la medicina tradicional. La historia ha negado el clítoris, ese órgano cuya
única función es generar placer en los cuerpos gloriosos de las mujeres
felices. El propio Masters fue expulsado de la Universidad de San Luis por
proclamar que las mujeres son superiores al hombre sexualmente hablando.
Podemos tener orgasmos más largos y más seguidos. Es más: a la hora de
disfrutar, no necesitamos a los hombres para nada. El escándalo que se formó
fue considerable. Imaginaos lo que podía suponer en los años 50 mostrar el
interior del conducto vaginal de la mujer en plena excitación a pantalla
completa en una sala abarrotada de hombres.
Freud también contribuyó lo suyo al establecer una jerarquía
entre el orgasmo vaginal y clitoridiano y considerar al segundo inmaduro o de
inferior calidad. Sobre todo, porque ese orgasmo lo puede conseguir la mujer
con la masturbación, sin la necesidad de ser penetrada.
La ciencia se ha encargado de demostrar que todos los
orgasmos empiezan por el clítoris y si no, no hay orgasmo. Lo mismo pasa con el
famoso punto G. Un pene erecto que se dirija como un cohete a dicho lugar no
conseguirá nada, quizá irritación en las paredes vaginales si intenta llegar
ahí sin excitación previa. El efecto del placer es indirecto, explica Helen, ya
que todo el suelo pélvico y cualquier cosa que ocurre en la abertura de la
vagina influyen en la respuesta orgásmica.
Conocer algo más del placer de las mujeres es positivo para
todos, imagino que también para los hombres heteros. No os sintáis amenazados,
queridos, no somos tan complicadas, simplemente, no estamos locas, sabemos lo
que queremos y lo que no, también.
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