domingo, abril 26, 2020

Ni las mujeres son de Venus, ni los hombres de Marte






Mark Gungor sostiene que el cerebro del hombre es como una sucesión de cajones y el de la mujer como un loft donde todo se mezcla. Casi me convence las tres primeras veces que escuché su video y leí sus teorías, aunque su caja de la nada creo que es la peor excusa del hombre para que le dejemos en paz. ¿Qué piensas? En nada dicen ellos. Pero, en realidad, sólo quieren estar tranquilos y no saben cómo decírtelo sin herirte. Este fundamento y eso de que el hombre no sabe hacer más de dos cosas a la vez son paparruchas porque sí que pueden, igual que nosotras. Si no ¿A cuento de qué hay tantos directores de orquesta?

El libro Las mujeres son de Venus y los hombres de Marte es un buen divertimento y positivo como reflexión acerca de los patrones de conducta aprehendidos y heredados nada más y nada menos. Las costumbres marcan un papel importantísimo en los hábitos masculinos, erradicarlos no es tarea fácil y a las muestras históricas me remito. Ha costado mucho eliminar ciertos privilegios y costumbres del varón sobre la mujer. Y sigue costando.

Aquí tenemos las semillas de lo que se denomina el dimorfismo sexual del cerebro. Es decir, si hombres y mujeres nos diferenciamos por nuestros genitales esa diferenciación no se queda sólo en la morfología. El cerebro del hombre y la mujer es diferente y, sí, efectivamente morfológicamente lo es, pero, básicamente, porque todos los cerebros son diferentes los unos de los otros.

Es lo que concluye un estudio realizado por los investigadores de la Universidad de Tel aviv, Zohar Berman y Daphna Joel, tras analizar 1.400 cerebros. Ellos aseguran que no hay pruebas desde el punto de vista de materias gris, blanca, conexiones neuronales o el grosor de la corteza cerebral de que los cerebros de hombres y mujeres sean significativamente diferentes. Ellos hablan de mosaico cerebral y circunscribirlo todo a dos tipos es de una simplificación inexacta, aunque resulte atractiva para elaborar ciertas teorías conductuales.

En el proceso de sexuación del hombre y la mujer intervienen muchos factores: tenemos un sexo cromosómico, otro genético/proteíco, otro gonadal, el fenotípico, el psíquico y social pero de ahí al dimorfismo sexual del cerebro hay un mar de interrogantes, incluso océanos de tiempo y pléyades de caracteres en millones de seres humanos. Qué sencillo es simplificar. Esto justificaría, por ejemplo, la supuesta agresividad masculina o su supuesto amor por la pornografía.

El neurobiólogo y profesor de la Universidad de Salamanca, José R. Alonso, explica que testículos fetales producen hormonas sexuales que modifican el cerebro y lo masculinizan. Pero, el mismo señala que hay tres factores biológicos clave para entender las diferencias sexuales cerebrales: las hormonas sexuales, los cromosomas sexuales y el sistema inmunitario.
En conclusión, nada es blanco ni negro. 

El ser humano es diverso. La metáfora del mosaico de los investigadores israelíes encaja a la perfección con nuestra complejidad y también nuestra belleza. Las simplificaciones justifican siempre lo injustificable, en la ciencia y fuera de ella.


1 comentario:

Tomas Zamora dijo...

Totalmente de acuerdo, somos personas diferentes y esto no depende del sexo. Nuestro comportamientos comunes responden más a un origen socio-cultural que morfológico.