Mark Gungor sostiene que el cerebro del hombre es como una
sucesión de cajones y el de la mujer como un loft donde todo se mezcla. Casi me
convence las tres primeras veces que escuché su video y leí sus teorías, aunque
su caja de la nada creo que es la peor excusa del hombre para que le dejemos en
paz. ¿Qué piensas? En nada dicen ellos. Pero, en realidad, sólo quieren estar
tranquilos y no saben cómo decírtelo sin herirte. Este fundamento y eso de que
el hombre no sabe hacer más de dos cosas a la vez son paparruchas porque sí que
pueden, igual que nosotras. Si no ¿A cuento de qué hay tantos directores de
orquesta?
El libro Las mujeres son de Venus y los hombres de Marte es
un buen divertimento y positivo como reflexión acerca de los patrones de
conducta aprehendidos y heredados nada más y nada menos. Las costumbres marcan
un papel importantísimo en los hábitos masculinos, erradicarlos no es tarea
fácil y a las muestras históricas me remito. Ha costado mucho eliminar ciertos
privilegios y costumbres del varón sobre la mujer. Y sigue costando.
Aquí tenemos las semillas de lo que se denomina el
dimorfismo sexual del cerebro. Es decir, si hombres y mujeres nos diferenciamos
por nuestros genitales esa diferenciación no se queda sólo en la morfología.
El cerebro del hombre y la mujer es diferente y, sí, efectivamente
morfológicamente lo es, pero, básicamente, porque todos los cerebros son
diferentes los unos de los otros.
Es lo que concluye un estudio realizado por los
investigadores de la Universidad de Tel aviv, Zohar Berman y Daphna Joel, tras
analizar 1.400 cerebros. Ellos aseguran que no hay pruebas desde el punto de
vista de materias gris, blanca, conexiones neuronales o el grosor de la corteza
cerebral de que los cerebros de hombres y mujeres sean significativamente
diferentes. Ellos hablan de mosaico cerebral y circunscribirlo todo a dos tipos
es de una simplificación inexacta, aunque resulte atractiva para elaborar
ciertas teorías conductuales.
En el proceso de sexuación del hombre y la mujer intervienen
muchos factores: tenemos un sexo cromosómico, otro genético/proteíco, otro
gonadal, el fenotípico, el psíquico y social pero de ahí al dimorfismo sexual
del cerebro hay un mar de interrogantes, incluso océanos de tiempo y pléyades
de caracteres en millones de seres humanos. Qué sencillo es simplificar. Esto
justificaría, por ejemplo, la supuesta agresividad masculina o su supuesto amor
por la pornografía.
El neurobiólogo y profesor de la Universidad de Salamanca,
José R. Alonso, explica que testículos fetales producen hormonas sexuales que
modifican el cerebro y lo masculinizan. Pero, el mismo señala que hay tres
factores biológicos clave para entender las diferencias sexuales cerebrales: las
hormonas sexuales, los cromosomas sexuales y el sistema inmunitario.
En conclusión, nada es blanco ni negro.
El ser humano es
diverso. La metáfora del mosaico de los investigadores israelíes encaja a la
perfección con nuestra complejidad y también nuestra belleza. Las
simplificaciones justifican siempre lo injustificable, en la ciencia y fuera de
ella.
1 comentario:
Totalmente de acuerdo, somos personas diferentes y esto no depende del sexo. Nuestro comportamientos comunes responden más a un origen socio-cultural que morfológico.
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