Se cierra la fábrica y se abre el parque de diversiones. Así
define la terapeuta Patricia Kelly el fin de la vida reproductiva de las
mujeres. Desgraciadamente, la menopausia conlleva una serie de connotaciones
negativas que impiden a muchas féminas aceptarse y amarse a sí mismas llegado
este momento de la vida, cuando menopausia y menstruación debieran ser procesos
naturales.
Si es importante aceptar nuestro cuerpo y sus características
durante nuestra época fértil, igualmente hemos de hacerlo cuando se pone
definitivamente fin a la etapa reproductiva. Un tanto similar sucede con los
hombres. La viropausia se manifiesta con erecciones menos frecuentes y
duraderas, con menos eyaculaciones por semana. El hecho de carecer del vigor de
un joven de 20 años puede sumergir a algunos hombres en un estado de ansiedad o
impotencia. Tampoco debiera ser así.
Vamos a eliminar algunos falsos conceptos asociados a la sexualidad
y la vejez.
Socialmente sigue estando mal visto que dos viejos disfruten
del sexo. Es algo cultural. Las parejas que nos muestra el cine son por norma
general jóvenes, heteros, bellos y en edades reproductivas. Este concepto heteronormativo
no se hereda por casualidad. Son los residuos del viejo orden, ese que está
derrumbando ya sin remedio en estos días. El coronavirus lo acelera todo.
En ese viejo orden sólo se contemplaba el placer para los hombres,
la cópula siempre iba en busca de la reproducción y la creación de familias. Si
pasados los 60 el hombre seguía sintiendo deseo sexual se le designaba viejo
verde. La mujer con ansias de ser acariciada y besada traspasada esa edad era
una depravada. Y no hablemos de las parejas
con idéntico sexo.
Otro asunto importante: para algunos el sexo significa penetración
y por suerte no es así, como ya he explicado en algún que otro artículo. El
buen sexo no tiene porqué convertirse en un campeonato de orgasmos y embestidas.
Hay otras demostraciones más sosegadas y también placenteras.
La realidad es que hoy más que nunca existen estupendas soluciones
para que los adultos mayores puedan disfrutar de su sexualidad, incluso más que
en su etapa reproductiva. Para los hombres, aparte del Cialis y el Viagra, existen
los tratamientos con células madre. Las mujeres disponen en el mercado de lubricantes
de las mil y una variedades, colores, texturas y temperaturas.
Los que tienen pareja y se encuentran en periodo de
jubilación tienen más tiempo que antes para disfrutar y experimentar. No hay
prisas, no hay presiones para que el hombre siempre esté dispuesto con la
espada de Hyman en alto. Si el uno y el otro se conocen bien, se toleran y se
aceptan, el erotismo es relajado y divertido, con muchas risas y ternura.
Para los que están solos hay otra palabra: el autoerotismo.
Sí, vamos, la masturbación.
La artritis, diabetes u otros achaques propios de la edad, no
son un problema en verdad. Y, por supuesto, uno tiene la vejez, la sexualidad y
la relación de pareja que produce durante su vida.
El sexo en los adultos mayores también es una cuestión de derechos humanos: derecho al placer, derecho a acariciar, derecho a amar y ser amado.