Os reproduzco aquí un artículo de la genial y amiga Ana Mª Tomás, publicado hoy en La Verdad de Murcia, acerca de los "Reyes Magos" que andan en ocasiones algo despistadillos por el mundo.
Rey mío, ya sé que lo normal sería hacer mis peticiones a tres bandas o, lo que es lo mismo, a SSMM Magos -aunque vaya mierda de magos que no habéis dado una conmigo desde que me recuerdo-, sin embargo, aunque resultes tan torpe como tus dos compañeros a la hora de acertar, te prefiero a ti.A ver, por pedir pedir, y por pedir que no quede, te pediría que no pretendieras complacerme siempre, pues soñar es necesario y aun tratando de que esos sueños tengan un espacio real ¿qué sería de la vida sin esa capacidad motora que son los sueños? Te pediría que no me permitieras olvidar que sólo lo cotidiano, lo rutinario, lo que a simple vista parece insustancial, es realmente lo importante. Ya sabes, la presencia a mi alrededor de esos hijos que comienzan a vivir sus propias vidas, con sus enormes problemas oceánicos que bien cabrían en apenas un vaso de agua, con sus egoísmos propios de los hijos o de la falta de años; o con esos otros egoísmos, aumentados por la vida, la vulnerabilidad y debilidad, de quienes antes permitieron nuestras juveniles y personales ingratitudes, pero también con sus risas, sus besos y más amor del que se puede soportar. Te pediría que me recuerdes, a cada momento, lo afortunada que soy por todas las personas maravillosas que tengo en mi vida: familia que me cuida y me dice cuánto me quiere y lo importante que soy para ellos; amigos que están cuando los necesito y que hacen que me sienta presente en sus vidas, que se preocupan por mí y que me permiten compartir mis mejores y peores momentos con ellos Te pediría una silla y un planeta como el de El Principito que me permitiera ver amanecer varias veces en un mismo día.Te pediría, claro, unas vacaciones paradisíacas, un cutis de culito de bebé, una cartera mágica en la que nunca se agotara el dinero o, en su defecto, unas buenas bolsas de basura cargaditas de filletes, un cuerpazo de infarto, un supermegadeportivo, desayuno con diamantes y cenas con romanticismo, un tigre en la cama y otros animales igual de salvajes es mi vida pero, desde los Reyes Magos hasta Harry Potter no ha existido mago con cataplines para cumplir alguna de las peticiones señaladas, así que, hartita de pedir pan y que me traigan dientes, desisto de cualesquiera peticiones que no sean las de corroborar lo ya tenido. De sobra es sabido que Sus Majestades vienen sólo con dádivas y con dones pero, preservativos aparte, o miras con lentes de aumento la parte bondadosa que acompaña siempre e indefectiblemente a la vida, o estás jodido de antemano. La ventaja es saberlo.Podría decir, en ayuda a mis deseos, que he sido buena (o sea, que yo me lo he perdido) y, también, que no estoy muy segura de querer seguir siéndolo, algo así como ese niño que, tras portarse estupendamente durante todo el año, recibe como regalo una trompeta y un par de calzoncillos, regalos que destina, con toda la razón del mundo, a los traseros reales junto con todas sus buenas intenciones. Permíteme, por tanto, rey mío, dejar aparte peticiones que sólo llevarían a la decepción o a la cárcel de Alhaurín y pedir tan sólo aquello que ni todo el oro del mundo podría comprar