Cuántas veces una amiga conoce un chico un fin de semana y a
las pocas horas ya se ha montado toda una vida con él. Como uno puede imaginar, cuando pasan los días
y el chico no llama o le responde con evasivas o, simplemente, demuestra con
sus hechos que lo que quiere sólo es un rollo temporal y nada más, mi amiga se
derrumba, llora desconsolada en el sofá y se dice que jamás volverá a confiar en
otro hombre. Hasta que vuelve a picar. Es un círculo sin fin. ¿Por qué? Porque
esta amiga o cualquier amigo en una situación similar –esto también le ocurre a
los varones— siempre actúa del mismo modo: se deja llevar como hoja al viento y
no, la cosa no va así.
Queridas y queridos, en el amor, como a la hora de pedir un
menú, hemos de saber lo que queremos, incluso con todo lujo de detalles y, por
supuesto, darnos la importancia que nos merecemos. Si te respetas un mínimo, no
colocarás a esa persona que acabas de conocer en la cima de tu existencia. Básicamente
porque no se lo ha ganado y porque casi nunca es recíproco. Los hambrientos de
amor construyen un universo alrededor de un desconocido, fabrican un castillo
de cartón piedra —muy espectacular, eso sí– que, indefectiblemente, se
derrumba.
Sorprende y hasta puede causar cierto humor lo similares que
son las situaciones y las cábalas que pueden fabricarse los pretendientes
cuando la otra persona no reacciona como nosotros soñábamos. No me llama: ¿le
habrá pasado algo? ¿Tendré cobertura? ¿Me habré quedado sin datos? Pobre, la
vida le ha tratado muy mal y es desconfiado, tendremos que darle tiempo y
espacio para que descubra que yo soy lo que ha esperado toda la vida. Cierto, es
de risa, si no fuera porque luego esa persona sufre y encadena una con otra
este tipo de situaciones. Y se preguntan ¿Qué le pasará a esa otra persona? ¿Qué
querrá de la vida? Y están dispuestas y dispuestos a inmolarse por alguien que
no ha apostado ni un chavo por ellos. Y lo peor: ellos y ellas no se hacen
jamás esas preguntas importantes. Yo, como amiga que soy, a veces incluso con
cierta crueldad les hago este interrogatorio…pero deja de pensar en qué querrá,
qué pensará, en qué andará la otra persona ¿Qué es lo que quieres tú? ¿De
verdad este es tu ideal de relación? ¿Qué esperas de la vida? ¿Qué esperas de
ti mismo y de ti misma? ¿Encadenarte a personas a las que no le interesas lo
más mínimo, que a lo sumo te verán como una mascota graciosa?
Al amor no se puede llegar con hambre, igual que no puedes
ir al súper con el estómago vacío porque comprarás cosas que no necesitas y que
incluso perjudican tu salud. Al amor tienes que llegar lleno, lleno de ti, de amor
propio y pleno conocimiento de qué te hace feliz.
Imágenes de Linda Bouderbala c