miércoles, junio 25, 2008

Violeta y su autora


Violeta era en extremo impaciente y echaba todo a perder. Después de una velada maravillosa, quería otra y otra. El amante, in extremis acorralado, huía a todo huir. Y vuelta a empezar. Como quien teje la gigantesca colcha del amor, noche tras noche y un ratón roe, desde la otra esquina, hora tras hora. Una lucha estéril. "Si pudiera aquietar esta ansiedad --se decía Violeta para sí-- él se relajaría y yo también". Pero Violeta era en extremo insatisfecha. Nunca era suficiente para ella cuando se la llevaban los demonios de Cupido ¿Quién podría aguantar tanta intensidad? Le cuestionaban sus amigos. "Debes de calmarte, Violeta, el amor no se puede precipitar, ni provocar y tú buscas imposibles, chica. Eres demasiado idealista".
Violeta decició cambiar el rumbo de su vida. Se propuso con voluntad de hierro calmarse, dejar de perseguir al enamorado, dejarle manga ancha, cuerda larga, no atosigarle con sus requerimientos. Y dio resultado. En pocas semanas, su amor, su loco amor, se arrodilló ante Violeta con un anillo de compromiso, pero tanto había ahogado nuestra protagonista sus sentimientos, que se dio cuenta de que ya no sentía nada.
Es que ahora, ahora ya no te quiero, querido y loco amor.
¿Acepto tu anillo y te miento?

Un narrador consciente y sensato les contaría el final de esta historia. Pero, ésta que les escribe prefiere los finales abiertos, aunque disguste a editores de marca pública y no sea la elegida entre los autores de su comunidad. Lástima. Cuando venga el hado, las mieles del reconocimiento, la narradora, al igual que Violeta, dirá a los editores. Pues no, ea, ya me da igual ocho que ochenta. No saltaré de alegría por un libro en el mercado. Y colorín, colorado, esta historia, ahora sí que se ha acabado.

17 comentarios:

Más claro, agua dijo...

"Final feliz" siempre me ha parecido un ejemplo claro de oxímoron...

;-)

sushi de anguila dijo...

Me recuerda a la fábula del escorpión y la rana, a la que mata el primero con su aguijón muentras cruzan el río, a sabiendas de que ambos morirán ahogados tras decir aquello tan memorable de "lo siento, no lo puedo evitar, es mi naturaleza".....o dicho de manera menos fina: "la cabra siempre tira al monte"...y es muy difícil que, a esas alturas de la película, una cambie de personalidad....y si lo hace, se siente tan vacía y ajena que deja de ser ella misma.

Conozco a unas cuantas Violetas, condenadas como un Sísifo cualquiera a no poder ser felices nunca y a estar permanentemente insatisfechas con todo lo bueno y lo malo que les ofrece la vida. Hiperactividad que arrastra al desastre a su entregada y enamorada pareja de turno, salvo que ésta termine siendo una mera marioneta de anulada personalidad, a la que, precisamente por eso, más tarde o más temprano terminará dejando, cansada del juguete...Al menos tu Violeta fue coherente consigo misma y, huyendo de la comodidad o el interés que le ofrecía su relación amorosa, decidió cortar por lo sano, ser fiel a su naturaleza de interactiva insoportable...

Personas así son peor que un campo de minas en medio del mar...si te enamoras de ellas puedes acabar con el costado más abierto de lado a lado que el casco el Titanic tras 'restregarse' con cierto famoso iceberg....

Espléndido relato, como es habitual en ti, Lola. Aunque eso ya no sea noticia, claro...Un besico...

Camille Stein dijo...

pues a mí que me entran unas ganas terribles de imaginarme a Violeta aceptando el anillo y al amante que se acaba contagiando de la ferocidad de Violeta... en fin, los finales abiertos son privados :)

un beso

Anónimo dijo...

El amor y el odio suelen entrecruzarse en los más recónditos caminos.Lo uno conduce a lo otro y lo otro conduce a lo uno..y sí,a la narradora no le da igual ocho que ochenta pues es una narradora tenaz, y saltará de alegría porque la historia no se acaba y en la casa del libro tarde o temprano se encontrará un nuevo ejemplar.
Y sí, eso ocurrirá y no hará falta arrodillarse,bajar escote o aceptar anillo alguno. Los genios no necesitan de eso.

Landahlauts dijo...

Los finales felices son siempre historias inacabadas, así que...

LOLA GRACIA dijo...

Sushi y Celes...menudos piropazos...desde luego a la categoría de genio no llego...desgraciadamente.

Camille...a veces cuando el amante dice que sí, es demasiado tarde, entonces es Violeta la que ya no siente ese amor.
Final feliz...Landa, Más claro. Yo conozco muy pocos.

Txe Peligro dijo...

vaya, metaliteratura :)

nitinho dijo...

Por supuesto que no existe el final feliz; es más, es que ninguna historia tiene final, realmente. Tras el 'comieron perdices' viene la convivencia y, probablemente, el desdén; y tras la separación (inevitable hoy en día) siempre queda un/una 'ex', con la que quieras o no te une ese prefijo...

Así que, de final, nada.

Un beso, Lola.

coco dijo...

Mienteme, Pinocha: MIENTEMEEEEEEE!!!!

Antonio Rentero dijo...

Recordamos "La dama y el tigre" de Borges pq no sabemos como termina.

Recordamos "Casablanca" pq no acaban juntos.

Recordaremos a Violeta por la personalidad que le infundio Lola. Eres de lo que no hay.

goldengate(d) dijo...

ay, enamorarse del amor.. qué jodido es...

me ha encantado tu blog. ya hace días que me pasaba por aquí y hoy he decidio dejar huella visible.

besos

Luna Carmesi dijo...

Que dificil para un columpio estarse quieto...

;-)

@JaviMGomez dijo...

Dijo una de las guionistas de la película de El Señor de los Anillos que si JRR Tolkien osara presentar hoy su libro a cualquier editorial... los editores se echarían las manos a la cabeza y que en ese formato y con ese estilo su libro jamás sería publicado.

Hay decenas de páginas en las que no pasa nada y en las que la gente solo habla, la acción se va de un sitio para otro cada mucho tiempo y casi no recordamos lo que había pasado a los personajes que retomamos y así, un millón de aspectos y argumentos que cualquier editor le podría haber echado en cara a Tolkien para no publicarle el libro.

Por fortuna, los editores no pudieron meter mano en una de las grandes obras de la literatura del siglo XX...

Por desgracia, hoy meten mano en todos sitios.

Saludos.

PD. A todo esto, excelente relato... sí señor.

Víctor González dijo...

Eres valiente Lola. El precio de la independencia se paga con injusticia generalmente. De eso sabe mucho el POETA EN LLERENA.
Saludos.

Sintagma in Blue dijo...

Afortunadamente muchas flores no-natas han renacido sobre los cadáveres de los editores.

Minúscula Martínez dijo...

Yo quiero que aciertes siempre, Lola...

B x C

Anónimo dijo...

Me encanta este lugar, admiro mucho a la gente como usted.

Buenas suerte y enhorabuena por su trabajo