domingo, enero 15, 2017

La terrible adolescencia

   


 Jamás volvería a los 13. Fue una edad terrible. No era la niña perfecta que mi mamá quería; Ni coqueta, ni femenina, ni presumida. En el cole me llamaban patata. En las fotos antiguas veo a una mujercita con cara guapa y algo de tripa. Nada del otro mundo, sin embargo, me parecía la más desgraciada del universo.


 Por suerte, tenía un grupito de buenos amigos y, por suerte, en aquella época el teléfono móvil era un germen. Si en algún momento —que los hubo— acudir a clase se convirtió en una pesadilla, a las cinco de la tarde, la pesadilla terminaba y me liberaba hasta el día siguiente. Nadie sabe porqué hay personas más vulnerables que otras. Yo no lo era. Es evidente. Tenía terror a cosas peores: una hecatombe nuclear, el fin del mundo, la muerte de los que quería, la violencia extrema.

 Nadie puede entrar en la mente de un adolescente salvo otro adolescente. Ellos saben dónde hurgar, cómo herir y cómo matar. Y siempre lo hacen en grupo. Los acosadores son los seres humanos más cobardes del mundo. Los acosados regresan al lugar del horror un día y al siguiente. Esperan que la tormenta pase. Se sentirán ansiosos y angustiados porque nunca saben cuando terminará su mal, pero ahí los ves: con sus carpetas debajo del brazo y sus mochilas al hombro. No se esconden. No se agrupan para atacar desde la masa.

 Algunos desisten de la terrible presión y prisión que supone estar en un lugar donde sistemáticamente se te agredirá sin motivo ni razón. Es tan absurdo que el acosado calla muchas veces. Siente vergüenza y no sabe de qué. Siente asco de sí mismo y no sabe por qué. Regresa a casa y ese teléfono vibra sin parar y le escupe inmundicias que sin duda no se merece. Las palabras escritas, verbalizadas, son dardos que socavan la autoestima, le distraen.

 Imagino a los menores colapsados por los insultos, incapaces de distinguir la verdad de la basura. Incapaces de salir de su muro de dolor para explicar a sus familias el infierno por el que están pasando. Las consecuencias del acoso son perennes. Las víctimas padecen síndromes post traumáticos similares a los de una guerra. La violencia deja una herida en el corazón pero también en el cerebro.

Esa huella del dolor y la violencia ejercida de mil modos es un recuerdo, es una sombra que no se olvida y el acosado quedará a merced otros futuros depredadores emocionales. No es raro que el que ha sufrido violencia doméstica, ha sido tachado de friki en el cole, o de perdedor en el insti, sufra posteriormente mobbing en el trabajo o maltrato de alguno de sus jefes y compañeros futuros.

 No hay recetas para esto, salvo estar pendiente de ese tesoro que tienes en casa, ese diamante en bruto que vino a este mundo para ser feliz y nada más que para ser feliz. Y hay que recordárselo; Cada día: con abrazos, con besos, con palabras. Y qué decir de esa escoria de 12 años en adelante que son los acosadores. Igual que creo en el bien, creo en el mal. Bastante tienen en sus familias con tener que acogerlos hasta que crezcan. Yo juntaría a todos estos mierdas y los haría probar su propia medicina una vez y otra y otra y otra.

 Ghandi tenía razón: el odio incita al odio Espero que, al menos, algunos de esos que se han unido a la masa lerda y destructiva recapaciten y cambien de actitud Por suerte, ya no tengo 13 años.

Lo Hygge y la ruma




 He tenido serias dudas acerca de cómo iniciar este primer artículo del año. Tras el fiasco de Mariah Carey en Times Square, la reciente maternidad de Janet Jackson, el noviazgo de Jennifer López, el no-vestido de la Pedroche y las predicciones económicas y astrales, sólo resta el bostezo. Nada nuevo bajo el sol, salvo por el hecho que la más pequeña de los Jackson ha sido madre primeriza con 50 años. Guau. Eso es estar enamorada de verdad. Y el milagro del amor pasados los 40 o varios divorcios —como es su caso—siempre me asombra.

 El caso es que con mi estufita halógena a mis pies, mi manta y mi gata ronroneando alrededor; En esta completa soledad, podría sentir envidia de Janet o de Jennifer. Pero no. Creo que no voy a levantar el culo esta tarde festiva de mi pelota de fitness (escribo sentada en una de ellas porque es beneficioso para la espalda) Os puedo parecer la single más aburrida y carca del mundo. Todo lo contrario. Estoy súper de moda aunque no lo sospechéis. He entrado de lleno en la tendencia hygge que procede de Dinamarca; Se pronuncia algo parecido a huga. Perseguir todo aquello que es íntimo y confortable nos hace felices, dicen ellos. O al menos lo dice Meik Viking en su libro Hygge, la felicidad de las pequeñas cosas.

 Vamos, que regresar a la mesa camilla de nuestras abuelas nos pone en primera línea de vanguardia. Paladear un buen vino, darse un baño relajante, la proverbial manta con su sofá y peli son placeres sencillos y "modernos". Lo de vivir peligrosamente se lo dejamos a otras generaciones. Quizá a las de los actuales septuagenarios, cuya vida sentimental es más agitada que la de los cuarentones. Y esto lo sé de buena tinta por los novelones que me cuenta mi madre. Pretendientes atrevidos, citas en la playa, bailes en el "hogar".
A veces creo que la envidio secretamente.

 Pero a lo que iba. Todo esto lo veo genial para un rato. Al rollo Hygge le encuentro varios "peros". La chimenea en nuestro mediterráneo se pone tres veces al año. El vino también me gusta para el invierno y por supuesto el sofá, la manta y la peli. Entiendo que en Copenhague esto sea lo más pero a mi este rollo camastrón me dura tres siestas y hablo casi literal. Una tarde de estar en casa (un día completo me resulta harto imposible) y a la mañana salgo a la calle como un potro desbocao a comerme el mundo. Que quizá esta sea la idea: "hija mía, reserva fuerzas que lo que te ocurre no es pesimismo ni desánimo, sólo cansancio, petarda, que no paras en casa ni un momento. Y cuando estás en casa te da por hornear, escribir, ver pelis hasta que te dan las claras del día y como pilles un novio, ni te cuento, lo agotas a la cuarta cita".

 Lo siento, la hiperactividad es lo que tiene. No se elige. Y lo hygge nos vale para el día que uno está completamente agotado y le duelen los huesos de tanto deporte, la tripa de tanto reírse y de las ingles de tanto fo..., en fin, ya sabéis. Y creo que no soy la única. Que hay varias cosas que nunca podremos importar a nuestra rumbosa y festiva tierra y una de ellas es el clima y las horas de luz solar al año que lo condicionan todo. Queridos, que el 2017 os llene de noches inolvidables y días maravillosos. El sofá y mantita para los nórdicos, para nosotros la fiesta y la siesta.

Los niños tristes

Existe una Navidad que no aparece en los anuncios de bombones, ni en los de los grandes almacenes. Hay niños pobres, sí, pero hay otros niños con problemas aún mayores que el de no tener el regalo deseado o el manjar de azúcar y chocolate. Hay niños que tienen miedo de sus superiores; Sujetos que, se supone, les tienen que ayudar a ser mejores, a triunfar. Hay niños aplastados por adultos con mentes sucias y actos de mierda.

 Las declaraciones recientes de Peñalver no me pillaron por sorpresa. La personas abusadas, sometidas, pueden intentar ser encantadoras, pero destilan siempre esa mirada de desconcierto y esa enorme dificultad para relacionarse con naturalidad con los otros. Y a Peñalver lo conocí hace unos cuatro años cuando ejercía de jefa de producción de un programa. Me parecía increíble que un hombre tan, tan guapo fuera al mismo tiempo tan, tan triste.

 Lo que hemos conocido recientemente, el comportamiento intolerable del entrenador Miguel Ángel Millán con tantos chavales no es algo nuevo, por desgracia. Cuántas veces la figura del padre y mentor coincide con las del déspota insensible, con esa persona que no sólo machaca psicológicamente al pupilo en pos de los resultados sino que, además, en este caso, les toca, se mete con ellos en la cama, se espera a que se duerman, se ponen sobre ellos, se masturban sobre ellos. El horror sobre ellos.

 No sé qué haría con gentuza de esta calaña. Millán, con 66 años, ya ha hecho tanto daño a tantas criaturas que no hay castigo que solvente sus acciones. Ninguno. Porque a los chavales los estigmatizará de por vida y estarán merced de otros hijos de puta como Millán. Es un fantasma que jamás les abandonará. Se sentirán sucios y culpables. Quizá, cuando hagan el amor, se preguntarán si el otro sentirá el asco inmenso que sintieron ellos cuando esos adultos sin corazón ni entrañas les tocaban sus genitales y se excitaban enfangados en esa perversidad inhumana. Sé que no pega, pero me ha resultado imposible permanecer impasible—y valga la aliteración—ante estas denuncias; ante la de una Gloria Viseras que ha visto como se ha archivado el caso de su presunto abusador Jesús Carballo , con más de 14 denuncias de otra chicas como ella.

Ante  todo lo que se ha revelado contra Barry Bennell y los casos conocidos en los equipos británicos: Manchester City o Stoke. Lo peor de todo es que las sospechas sobre ciertas personas no son nuevas y mucha gente prefirió mirar para otro lado en pos de los resultados. Lo peor de todo es que estos chavales de la élite deportiva han sacrificado su vida y le han dado gloria y dividendos a estos indeseables. Lo peor de todo es que han sido admirados no sólo por ellos —de ahí que la traición duela más— sino por toda una sociedad engañada.

Lo peor de todo es que su figura de autoridad ha permitido el abuso y el silencio. Hay tantos niños tristes entre nosotros que me aterra. Quiero que estos auténticos grinch, estos cerdos con pústulas se extingan para siempre en el infierno del que proceden pero, por desgracia, estas cadenas de dolor y humillación tienen algo vampírico y el abusado, a veces, se convierte en abusador. Tenemos que parar esto. Tenemos que pararlo ahora. No permitamos ni una sola navidad más con niños tan, tan tristes

Pesadilla antes de navidad

     

 Sueño con un coche oficial. Los conozco. La rutina del chófer, su vida sacrificada pero sencilla como el padre de Sabrina, aquella película maravillosa de Audrey Hepburn. Sueño con la Gran Vía madrileña en plena Navidad. La añoro como se añoran las mañanas bellas. Ese chófer planta su calabaza-carroza en la puerta del Primark. De ahí sale Soraya que no, no es una princesa Disney, es la vicepresidenta de un país llamado España y donde ella se persona con toda su autoridad para comprar tres cuartos de kilo de pijamas, bragas, tazas, purpurinas, velas, suéters, vaqueros y complementos. Allí se compra la ropa al kilo, soy usuaria habitual. Los defensores de Soraya diréis que no es para tanto la cosa, que a Diana de Gales le cerraban Harrod’s. Sí, pero no paraba el tráfico y Mohamed Al-Fayed decidía en su espacio privado lo se le antojaba hacer.  Diana compraba bragas —más caras, es de suponer— pero no imponía a los londinenses su superioridad, ni se saltaba básicas normas de tráfico.

  Disney me repite desde su tumba: sueña, sueña y diversifícate, mujer. Vale, vale. Hace ahora 50 años de su muerte. Murió joven. Fumabas demasiado, Walt, pero ¿Quién quiere vivir para siempre? Te dio tiempo a todo: recibiste palizas de niño, repartías periódicos aterido de frío y casi descalzo, hiciste 81 pelis, ganaste 22 Oscar, creaste dos parques temáticos. Para todo eras un exagerado y tu factoría es el segundo conglomerado mediático más importante del mundo según Forbes. Pero Walt, qué repelente era Blancanieves, por todos dioses. Presumo que se parecía a la novia más frígida que tuviste. Y qué forma de cambiar las historias. Fuiste el inventor de la globalización y de la corrección política. Lo sabías mejor que nadie.

Un buen final siempre es rentable en taquilla. Walt se da la vuelta y me topo al cruzar la esquina con un desfile de Moros y Cristianos de la ciudad de Murcia. Están muy cabreados. Unos seguidores de Trump han subido una foto suya a Twitter y dicen de ellos que son un alzamiento neonazi. Más de 5.000 retuits de los homófobos de la américa profunda. Hay que joderse. Murcia siempre tan mal parada. El karma de twitter se cumple inexorable. Ya lo califican de herramienta del odio. Nadie lo quiere comprar. Si dejas que tu casa se convierta en una taberna medieval, en un espacio divulgador de libelos y sin finales felices esto es lo que obtienes.

 En mi sueño he llegado a la ciudad Alepo a punto de ser evacuada. Las imágenes son desoladoras. Nada queda de su antiguo señorío. Todo es polvo, cenizas, retransmisiones de civiles que narran al mundo su horror. Están a punto de morir, aterrorizados. Cruz Roja llega muy tarde. En mi sueño, la ciudad de Murcia está bonita, con sus luces de Navidad, y su frío y su olor a dulces tradicionales, y sus niños con naricitas rojas, gorras y bufandas. De pronto, una tromba de agua lo apaga todo. Nos acongoja la fuerza de la naturaleza.

 He restado del paisaje a algunos matones impresentables que pegan por deporte. Pienso en el karma, en los empresarios que permiten que sus negocios se conviertan en vulgares tabernas medievales. En la chulería apestosa que destilan. Entre los escombros de la guerra, las princesas de pacotilla, el matonismo y la estulticia de la incultura homóbofa, me pregunto cómo se las maravillaría Disney para encontrar un final feliz. Pese a todo, estas fiestas tendremos el perfume de la vida, abrazos de nuestros amigos. El beso de algún antiguo amor, veremos reir a nuestros hijos y nos sentaremos alrededor de una mesa, o de muchas. Y daremos gracias porque somos muy afortunados.

Mundo público, mundo privado




¿De quién es la calle? Menuda pregunta. El espacio público siempre genera controversias. Todo es un quítate tú para ponerme yo.

 Los ciudadanos de Venecia se han levantado contra los turistas. Están hartos. Todo gira alrededor de ellos, dicen. Es casi imposible comprar una simple barra de pan. No hay súper mercados, sólo restaurantes. Conseguir un alquiler normal es muy complicado puesto que los propietarios prefieren rentar por semanas a los visitantes que vienen de fuera. ¿Qué sucede? Que cada día Venecia es más un parque  temático y menos una ciudad viva. Lleva camino de convertirse en un gran decorado. ¿Pero qué sería de Venecia sin los turistas?¿Y de los venecianos? ¿No son ellos mismos los que han propiciado este sistema perverso?

 Este mismo debate se repite cada año en la zona del barrio gótico de Barcelona. Los capitalinos ya no quieren ir por allí porque se ha convertido en un conglomerado de tiendas de souvenirs, "paquis"  que venden cerveza por las calles y hordas de turistas con sus guías ¿Quién ha propiciado eso? ¿No es acaso tampoco un beneficio económico para la propia ciudad? Son casos distintos pero un ejemplo nimio de la controversia que ocupa siempre el espacio público en Europa. Si se peatonaliza una zona todo son enfados y malas caras pero, con el paso de los años se nos olvida y nos parece bárbaro que la plaza Belluga y todo el centro de la ciudad de Murcia permanezcan despejados de vehículos El espacio público es de todos. Todos creemos tener derecho sobre él porque es nuestro paisaje de fondo, el decorado de nuestra vida, de nuestros días y cualquier cambio nos afecta. Pero entendedlo.

 Nosotros no importamos nada porque nos moriremos y el paisaje de fondo—transformado—seguirá ahí para darle color a otros personajes en el gran teatro de la vida. ¿De quién es el espacio privado? Ay, amigos. Aquí sí que deberíamos ser inflexibles. A pesar de estar en las redes sociales y que nuestra vida casi completa se pueda deducir consultando Google, hemos de ser siempre soberanos de nuestro espacio privado y defenderlo con uñas y dientes. Cierto, tus fotos ya no son tus fotos si aparecen en Facebook pero el hecho de compartir parte de tus horas no le da derecho a nadie a inmiscuirse en tu vida completa.

Uno puede ser gentil y atender a determinadas personas vía redes sociales pero —lo he experimentado— de ahí se pasa de forma inmisericorde a la invasión, incluso a conseguir tu teléfono móvil o llamarte a tu casa en días de fiesta y a horas intempestivas. Mi hogar es mi santuario y si en algún momento he sido blandengue con estos pormenores, cada día me cuesta menos bloquear al personal y no me tiembla el pulso al colgar el teléfono, La falta de respeto al otro es lo que ha llevado a los padres de Nadia a enriquecerse con su hija.

Este ejemplo es ramplón pero no perdamos de vista otros padres de hijos talentosos. Este caso es peor aún porque esa falta de respeto se ha extendido a un sinnúmero de personas de buena voluntad y ocasionará un perjuicio grave a causas reales. La falta del respeto empieza por una tontería: alguien a quien no conoces de nada te envía un whatsapp de carácter muy privado y puede acabar en tragedia. La locura y la falta de respeto acabó con la vida de John Lennon hace ahora 35 años. Todo no es de todos, o lo es pero para cada cual a su manera. Lo privado  y lo público creo que merecen reflexión y debate en nuestros días.

Frío futuro, humano caliente

       



 El futuro ya está aquí. Por el planeta tierra existen un buen puñado de seres humanos convertidos en cyborgs. Las pioneras fueron aquellas que subieron implantes de silicona a sus mamas originales. Nosotras, las maestras del postizo: pestañas, extensiones de pelo, labios, narices y, cómo no, las nalgas. Sólo hay que darse la vuelta por algunos gimnasios para percatarse. Virgen, qué cansancio. Ser mujer cada día está más cerca de convertirse en muñeca hinchable. Pero la culpa es nuestra. El patriarcado bastante tiene con lo suyo.

 Cierto, hay postizos artificiales que hacen la vida más fácil, sobre todo a aquellos que perdieron el original en un accidente o por enfermedad. Pero a nadie se le escapa que la robótica, el metal y los tornillos formarán parte de nuestra carne y nuestra sangre de un modo inevitable. En ocasiones será por necesidad pero en otras por pura tontería.

 Andamos por la vida con relojes que calculan nuestras calorías, evalúan nuestros ciclos de sueño y nos aconsejan qué hacer en las próximas semanas para ser más saludables y guapos. Pronto, estos bichos tecnológicos estarán insertos en nuestro cuerpo y cada día estaremos más cerca de ese mundo ¿ feliz ? que pronosticaba Huxley .

 Quédense con este nombre: Yural Noah Harari, es el antropólogo más influyente de nuestra sociedad. Como un Nostradamus con argumentos pronostica que en el futuro la inteligencia artificial invadirá nuestras vidas; arrebatará millones de puestos de trabajo y nos convertirá en una sociedad bien alimentada pero aburrida y frustrada, sin trabajo, sin objetivos en nuestros días, sin sentido de la existencia.

 La sociedad estará narcotizada por los millones de contenidos de internet, las series, los videos de gatitos y , por supuesto, por la química: antidepresivos y sus variantes.  Parece ser que los taxistas y otras profesiones más susceptibles de ser mecanizadas desaparecerán de la faz de la tierra y los únicos que no andaremos narcotizados para superar esta vida tan vacía y aburrida seremos los escritores (esto me lo he inventado yo, claro, que me quiero librar como sea de semejante apocalipsis). Viviremos dominados por los algoritmos que sabrán todo de nosotros:  nuestras intenciones de voto y fantasías ocultas. Retransmitiremos al mundo las propias naderías: desde una partida de videojuego al cumpleaños que celebramos, quizá en soledad. Pero el futuro ya está aquí ¿No estamos haciendo ya todas estas memeces? Yo, de momento, me resisto como puedo a subir videos a las redes sociales pero instangram y periscope me invitan a cada rato a hacerlo. Más madera. Más estulticia.

 Saber que nuestra esperanza de vida alcanzará los 125 años me provoca el bostezo y la nausea.  A Mozart sólo le bastaron 35 para componer Don Giovanni y su famoso Réquiem ¿Quién quiere vivir para siempre?

En Sillycon Valley están como cabras aspiran a la inmortalidad con ayuda de la inteligencia artificial. ¿Saben? Yo, que no soy antropóloga y que tengo una gran fe en el ser humano, creo que Harari se equivoca. Que sí, que habrá un sinnúmero de colgados congelados en un frigorífico esperando ser reanimados. Que sí, que, dolorosamente, el panorama laboral está cambiando marchas forzadas y que la reinvención es, a día de hoy, tan necesaria como el respirar.

 El futuro ya está aquí pero hay cosas que los robots nunca nos arrebatarán: la capacidad de soñar y de amar. Por muchos implantes que llevemos, no dejamos de ser mamíferos y por eso nos salva el amor, lo caliente, el regazo de los que preferimos, el espíritu lúdico, la ternura, el abrazo, los olores que nos transportan y el pálpito de los corazones valientes. 

Todas las caras de la violencia




 El pasado 25 de noviembre se celebró el Día Mundial contra la violencia de Género.  Los informativos de España ilustran la onomástica con la sobrecogedora paliza que le da un chico ucraniano a su novia. Lo graban las cámaras de seguridad del edificio. La chica no denuncia pero los vecinos sí. Como cantaba Tina Turner ¿Qué tiene que ver el amor con esto?

 Pero la violencia también se ejerce de forma sutil. La palabras es una forma terrible y machacona de violencia. Estigmatizar a alguien por sus errores del pasado y hacerle pagar toda la vida es una venganza tan cruel que duele más que los moretones, las patadas en el suelo, los tirones de pelos y las ostias a manos llenas. Esta violencia está tan presente que asusta. Se cuela tan disimuladamente en los titulares de noticias, en los corrillos de los compañeros de trabajo, entre colegas o entre personas que apenas conocen al señalado, que pasa desapercibida. Lo peor de todo es que muchos somos  co-partícipes de ella.

 Nadie debería morir a manos de otra persona, sea del género que sea pero, indiscutiblemente, por in-cultura, por fortaleza física o porque, todavía, en muchos lugares del mundo la mujer es considerada algo no-humano, con lo que se puede traficar, jugar, romper y atacar, la mujer, decía, es diana de caprichos y juegos porque no habrá consecuencias. La mujer es menos que nada.

 Hagamos recuento. En nuestro país, a día de hoy, han muerto 39  mujeres a manos de sus parejas, ex parejas. Personas que, se suponía, las amaban. Como cantaba Malevaje: No me quieras tanto, quiéreme mejor. Más de la mitad habían denunciado su situación. En México mueren 7 personas al día. Muchas de esas personas son mujeres que viven en Ciudad Juárez y cruzan la frontera para trabajar como maquiladoras.

Se estima que en las últimas dos décadas alrededor de 1.500 mujeres fueron víctimas de feminicidios. En el mundo, el 35% de las mujeres han sufrido o sufren algún tipo de violencia de género según la ONU. Hay más 700 millones de “niñas-novia”: mujeres casadas antes de llegar a la edad adulta; 200 millones de víctimas de mutilación genital femenina; 120 millones de mujeres violadas en algún momento de su existencia.

En Brasil, 47.000 agresiones sexuales al año, una cada 11 minutos. 25 millones de mujeres agredidas en Europa Sin palabras. O sí, yo utilizaría la palabra pandemia. O lo titularía: cómo ser mujer y no morir en el intento. Sin ironías de ninguna clase.

 Y ahora pongamos el foco en esa pareja-ejemplo con la que nos ilustraban los informativos. Porque la violencia es terrible pero que tu verdugo sea alguien a quien amas, en quien depositas tu confianza, crea un caos en la vida emocional de cualquiera. En este caso es una pareja pero hay muchos más tipos de relaciones.
El vínculo hace más dolorosa la violencia. El estrés sufrido durante, antes y después crea incredulidad, desconcierto y desconfianza en el mundo, en la vida. Y no olvidemos ese escudo protector que ostentan tan saludablemente otras personas y que en las víctimas del maltrato ha desaparecido: la autoestima. La reconstrucción tras el bombardeo de insultos, humillaciones  es ardua tarea.

El miedo, el terror que ocasiona el agresor en sus víctimas las paraliza y predispone para caer de nuevo en las garras de los depredadores emocionales y sexuales. Ante un desgarro semejante sólo existe un arma eficaz: la del amor propio. Despertar y ser sensibles y valientes ante los posibles abusos e impedirlos. En otras palabras: ser corazón de león.

La posverdad y la cámara de eco

  El diccionario Oxford ha designado “posverdad” como palabra del año, cuyo difuso significado es el siguiente: “denota circunstancias en que los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública, que los llamamientos a la emoción y a la creencia personal”. Lo confieso. Lo he tenido que leer varias veces para entenderlo. En román paladino viene a ser que da igual como sean las cosas. Un pino es verde pero si apelando a tus emociones te hago creer que es amarillo, al final, al amarillo de cabeza vas. En este caso ha sido al naranja.

Gracias a este palabro, los británicos se explican la victoria de Trump o del Brexit. Boberías. La posverdad no pasará a la historia como palabra concluyente y constituyente. El ser humano es increíble y maravilloso pero también estúpido. Tiene a un imbécil delante de sus narices, disfruta de su espectáculo y al final, aunque le parezca un patán de tres pares de narices,  le vota. A veces, la sobre exposición da sus frutos.

 Oxford asegura que nos estamos aficionando peligrosamente a las teorías de la conspiración y a establecer patrones y etiquetas a eventos de un solo día. A dar por definitivo algo que ocurrió en alguna ocasión. Otro ejemplo lo tenemos en nuestro presidente otrora pantallizado. El plasma de un día le ha valido a Rajoy una condena eterna. En nuestro país existe un término para eso desde los tiempos de la Inquisición: se llama colgar el San Benito. También hay otro dicho popular: Por un perro que maté, mataperros me llamaron. Yo encuentro otra explicación a este triunfo del populismo, la superstición y el hecho de validar la creencia en lugar de los hechos. Somos unos catetos. Y encima nos vanagloriamos de ello.

 Cada día estamos sujetos a más estímulos y mensajes que rara vez ponemos en duda. Cierto, la duda metódica es un coñazo pero nos ahorra no pocos kilos de ridículo. Estos hechos “inexplicables” se deben a otro fenómeno denominado cámara de eco y que tiene que ver con la difusión y consumo de contenidos por redes sociales y los famosos algoritmos de Facebook, que son como la piedra filosofal de la comunicación actual.

  Facebook, la mayoría de las redes sociales y medios digitales están diseñados para mostrarte una parte de la realidad. Esa que, supuestamente, te interesa. El resultado es que al final vivimos en un mundo donde sólo escuchamos un tipo de opiniones y un tipo de contenidos. Todo se vuelve de una endogamia asfixiante. Yo a veces lo he notado. Esa falta de aire. Compañeros, estamos fichados, y los medios digitales nos ofrecen el pienso que solicitamos (eso también se llama In bound marketing).

Si has escuchado a Michel Bublé en Spotify; Facebook te intenta vender su último álbum. Si has reservado una habitación por booking, a continuación el mismo hotel te oferta reservas para el próximo puente. Con las opiniones ha sucedido igual. Los medios tradicionales se ponen de acuerdo con que algo es lo razonable pero se olvidan de que existe otro mundo, otros núcleos de población que jamás leerán un periódico o que apenas verán la tele. O que les dará igual. El que una opinión o un grupo de opinión no sea “cool”, no significa que no exista. Esto es como lo de las meigas. La posverdad otorga el triunfo sorpresivo a los marginales, a los desarrapados, viene a decir Oxford. Pero mira tú por donde ahí tenemos a Ramón de Campoamor  en el siglo XIX quien afirmó que nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira. Tu suficiencia te matará, mundo civilizado ¿Verdad?

Camina hacia la luz (si puedes)

       

   El video de una Miley Cyrus  llorosa y desconsolada porque Hillary ha perdido la oportunidad de gobernar en los Estados Unidos es lo que más me ha impactado de la resaca post-electoral norteamericana. Todas las estrellas, desde Barbra Streisand hasta Lady Gaga se quedaron sin palabras. La segunda se subió a un camión de la basura y se fue hasta la Trump Tower para mostrar su repulsa con un cartelito que venía a decir algo así como "el amor vence al odio". Mientras tanto, Giuliani, el ex alcalde de Nueva York, cuyo nombre suena mucho para conformar el gabinete de Trump, tildó a todos los protestantes que aparecieron en Washington de niñatos.

 El mundo sigue perplejo. Todos los late night del planeta continúan con el chiste. Pero la broma se ha terminado y el señor naranja cuyo tupé semeja a una cobaya muerta estará muy pronto en el despacho oval; Atesorará los códigos nucleares y desconocemos si las burradas que ha soltado por su boca durante la campaña electoral eran sólo gags de un payaso listo o las llevará a cabo. Ya sabéis: el muro de la vergüenza que los mexicanos habrán de pagar con el gravamen que impondrá a los productos que procedan de aquel país,  la prohibición  de que los musulmanes entren a los USA o el reconocimiento de Jerusalem como capital unificada de Israel.

 Trump no está sólo. Su discurso no habrá convencido a las estrellas de la industria musical o cinematográfica pero ha encontrado un eco importante en esa otra América cabreada y empobrecida que considera que los tratados de libre comercio son una amenaza para sus vidas. Decía Kafka que «Un idiota es un idiota . Dos idiotas son dos idiotas. Pero diez mil idiotas son un partido político».  Pero no seré yo quien condene al votante, ni tan siquiera al partido. ¿Qué ha pasado con Hillary? ¿Por qué ha sido derrotada? Porque ha ido de ganadora. Los discursos triunfalistas apoltronan al votante en su casa. Los sondeos positivos son contraproducentes.  Si crees que ya está todo hecho y decidido, te confías. El votante de Trump, el cabreado, el que odia el establishment y todo lo que Hillary representa, sabía que tenía que acudir a las urnas sí o sí.

 Detesto hacer análisis a posteriori y hacer leña del árbol caído. Lamento muchísimo que el mundo se pierda la oportunidad de que una mujer esté al frente de la Casa Blanca pero, por otro lado, ¿No os ha pasado que Hillary cada vez se estaba pareciendo más a Merkel y menos a la ex primera dama de educación metodista y grandes ideales? Existe un voto muy peligroso: el voto del odio. Ni siquiera puedo utilizar la palabra populismo. La rabia, el rencor y el miedo nos dan unos dirigentes insensatos y malsanos.

En cualquier caso, Trump ,el abusón, creo que será el más inofensivo de este estilo de líderes y aunque todo nos parezca muy tremendo, no olvidéis que estamos al final de un viejo orden y,  mientras surge el nuevo, aparecen los monstruos (Gramsci). Al igual que los creadores de los Simpson, el gran Leonard Cohen  tuvo su momento clarividente de lo que iba a acontecer como lo demuestran estos versos: Ring the bells that still can ring/Forget your perfect offering/There is a crack in everything/That's how the light gets in.” ("Toca las campanas que sigan sonando/ Olvida tus ofrendas perfectas/ Hay una ruptura en todo/ Así es como la luz entra".) La historia de la humanidad es caprichosa. Ya veréis:  los exabruptos de Trump resquebrajarán el viejo orden social. Y entrará la luz

Papawins

     


  Si polvo somos y en polvo nos convertiremos ¿Qué problema hay con acelerar un poquito el proceso? . Qué queréis que os diga, que el Papa Francisco se haya descolgado esta semana con el tema de las cenizas y los enterramientos me ha dejado algo patitiesa. Como es tan mediático, se ha dicho: ahora que vienen los muertos, voy a robarle un poquito de protagonismo a Hillary y Trump, que los feligreses se acuerden de sus antepasados. Lo ha conseguido. La estrategia para que hablemos del ayer y no del hoy es perfecta: a partir de ahora, nada de incineraciones. Eso es de infieles y, por supuesto, nada de llevarte las cenizas de la tía Pepita a tu casa, o de esparcirlas por el mar, o, peor aún, repartirlas entre los parientes.

 El argumento que da la iglesia de que un día habrá de venir la resurrección de los muertos puede que satisfaga a mentalidades simples pero nosotros, mortales del siglo XXI que ya hemos visto de todo, no tragamos. Quedarte en tu cajica hasta la llegada del juicio final no te garantiza una reconstrucción completa de tu cuerpo. Ah, ¿Que no es eso lo que insinúa la iglesia? Pues es lo que parece. Hija mía, quédate aquí, que como el día del Apocalipsis te pille disuelta en el océano atlántico (por poner un caso) marcharás a la vida eterna más desportillada que Michael Jackson en Thriller. Cierto, la tradición cristiana siempre ha sido fan del corpore in sepulto. Es lo suyo. Pero España se ha apuntado al carro de las cenizas con un entusiasmo febril y fabril. Es el país europeo con más hornos crematorios: 358,  aunque sólo el 35% decide prenderse fuego.

 Nada,  se nos ha juntado el afán de quitar enredos con los genes falleros. A las parcelas de los camposantos les salen telarañas y los carteles de “se vende” crían malvas. No obstante, quiero que miréis otra tradición. La de los vampiros. Esos seres del averno también han de dormir en sus ataúdes por la misma razón que los cristianos hemos de morar en el camposanto: por la cosa del resucitar. ¿No presumís que se esconda otra razón más práctica para que la iglesia nos llame a ser enterrados donde corresponde y que nuestros restos no estén de acá para allá como la falsa "monea"? Pues existe y es una razón de peso...económico. No podía ser de otro modo. De los 100.000 inmuebles que tiene la iglesia en nuestro país, muchos son cementerios. No sólo eso, gracias a una Ley de Aznar (que fue una especie de desamortización de Mendizábal pero a la inversa), la iglesia inscribió desde 2003, 4.500 nuevas propiedades sin pagar impuestos ni nada. Además de los cementerios, se incluyen otros lugares tan emblemáticos como la Mezquita de Córdoba.

  Papa Francisco ha conseguido que hablemos de él, es cierto. Pero tiene perdida la batalla de los difuntos. Por suerte, ha desaparecido el temor de Dios y la voluntad del finado está por encima de mandatos eclesiásticos. La gran mayoría de nosotros  obrará con los amados cadáveres según ellos nos hayan pedido en vida.

La mayor parte de nosotros, solicitaremos la incineración y que nos repartan, o nos vuelen como a un cometa, o nos esnifen como hizo Keith Richards con las cenizas de su padre. Del Holywins, lo mismo. Halloween es una fiesta patrimonio de la gente y como tenemos el libre albedrío, así obraremos. De todos modos, ya sabemos cómo es el buen cristiano practicante en nuestro país: hace lo que le da la gana y luego se confiesa.

Madonna, otra vez



 Está claro que Madonna, con casi 60 años, detesta pasar desapercibida. Yo amo a Madonna, lo que representa y su impresionante personalidad pero ella es poliédrica, como todo en la vida. La ambición rubia ha sido noticia porque bromeó el pasado miércoles en el Madison Square Garden de Nueva York donde hizo una llamativa contribución a la campaña electoral de Hillary Clinton ofreciendo practicar sexo oral con aquellos que votasen a la, aún, ex primera dama: "Os prometo que soy muy buena y me lo tomo muy en serio. Soy de las que miran a los ojos mientras lo hace y de las que se lo traga".

 Madonna es una de las personas más generosas que he observado en sus apariciones públicas con otros jóvenes artistas conocidos y desconocidos. Ella sabe cómo conseguirá una portada o una mención en los informativos de medio mundo y no duda un segundo en hacer lo que sea necesario. En este caso, apoyaba, además de a Clinton, a la humorista y amiga Amy Shumer. Hace poco más de un año le dio un morreo por sorpresa al rapero Drake (que encima hizo como que se limpiaba, convirtiendo el video en viral) y todos recordamos el beso entre ella y una floreciente Britney Spears.

 Pero su generosidad no acaba de ahí. Debe ser de las pocas mujeres a las que les ha tocado pagar por el divorcio de su ex marido Guy Ritchie. En estos días se ha conocido que tuvo que desembolsar entre 76 y 92 millones de dólares. Ritchie ahora además dice públicamente que acostarse con Madonna era como estar con un pollo huesudo y desplumado. Encantador. No sólo eso. Ambos mantienen desde hace meses una feroz batalla en los tribunales por la custodia de Rocco de 16 años,  quien prefiere estar con su padre porque convivir con Madonna supone disciplina, comida macrobiótica, nada de dulces, nada de dejarse la ropa tirada por el suelo y nada de de hacer lo que se le antoje. De hecho, su primera hija, Lourdes, a la que llaman Lola, no tuvo un móvil propio hasta los 15 años.

 Así que, por un lado, tenemos a una gran bailarina y cantante, impresionante empresaria y productora musical que aparenta ser lo más pop y rebelde del mundo y, por otro, yo me encuentro a la estrella solitaria de siempre, que aparenta comerse el mundo a bocaos pero el mundo, en ocasiones, le da unas sádicas dentelladas. Una mujer que ama a sus hijos, incluso si la rechazan, y que últimamente hasta llora en los conciertos y les dedica canciones (le dedicó La vie en rose a Rocco). Sí, tiene un novio de 25 años desde hace unos meses. El anterior contaba con 29 .Todos tienen algo en común: piel morena y cuerpos esculturales.

Creo que el corazón de Madonna está vacío en verdad desde hace muchos años; reserva su alma y la cuida con las enseñanzas de la Kabalah y los acompañantes masculinos son sólo eso:  acompañantes. Imagino que hacer el amor para ella es casi como una tabla de gimnasia, un tratamiento adicional de belleza. Jamás haría lo que yo, levantarse a las seis de la mañana para escribir un artículo y desayunarse un gofre envasado con todos sus "E". Así y todo, adoro a Madonna, llevo una colección completa de todos sus cds en el coche y uno de los momentos más divertidos que recuerdo en los últimos meses es el de mi hijo y yo cantando a voz en grito "Material girl". Me quedo con este tuit: "Si no te gusto y todavía observas todo lo que hago. Perra, eres fan".

Trump, el abusón naranja

     

 El otro día Pablo Motos pedía a Miguel Bosé que diferenciase entre pollo o Trump. Mostraba fotos incompletas de ambos ejemplares. Y lo cierto y verdad es que Trump está más cerca de pollo que de humano. Su ascendencia escocesa-alemana le hace blanco y lechoso pero como se empeña en autobroncearse  —a saber con qué pontigues —pues ya sabéis lo que pasa, se ha convertido en un ser naranja. Así que tenemos a un candidato que, físicamente, es una mezcla de pájaro loco y pollo desplumao. Un horror. Aunque España entera odie a Trump y digan de él que es un baboso, machista, borracho, racista, abusador, pusilánime, hipócrita y un loco con ansia de poder, no nos engañemos, Trump está ahí porque mucha gente le ha votado. En concreto, casi 13 millones de norteamericanos.

De hecho,  ganó en todos los estados donde se celebraron primarias y su resultado es el mejor de todos los candidatos que ha tenido el partido republicano a lo largo de su historia. Así que, se acabaron los chistes. Si este señor se alza con la presidencia, América está jodida. Un producto tan americano como él, hijo y nieto de inmigrantes, quiere cerrar la frontera a los que no son tan rubios ni lechosos como él. Y América no es eso. América es grande, es multirracial, tiene aún un presidente de color y esperemos que pronto una presidenta mujer. ¿Por qué no nos extrañan las acusaciones de sobeteos y agresiones que se le hacen a Trump? Porque en su estúpida naranjez, Trump tiene algo que le hace llegar a esa gente con la que se identifica. Es transparente y es un peleón. Y eso nadie se lo puede negar. El chaval que fue expulsado de varios colegios, que prefirió la Escuela de Negocios a la Universidad y que llevó a la quiebra a su emporio para volverlo a levantar, no se rinde. Se arma de razones. Se cree a pies juntillas el derecho de entrar al camerino de Miss Universo, porque para eso era medio propietario del certamen. Porque ese tipo de personas no piden permiso. Toman lo que quieren. Donald actúa como un demente que no tiene nada que perder. Y eso le convierte en un ganador por mucho que nos repatee.

 Su apellido (transformado del original alemán Drumpf) Trump, rima con otra palabra que le pega mucho: tramp. Es un zorro, un listo, un fresco y sí, un poco vagabundo. Si ha llegado tan lejos no es sólo por su poder económico es porque él se lo cree. Es políticamente incorrecto y esto es lo único que podría gustarme de Trump, si no viese tras él al fantasma de ese otro animal de bellota con bigote que apellidada Hitler. Sus llamados a hacer "América grande otra vez "son calcados de esa voz terrible que se alzó en una Alemania de posguerra , devastada y humillada. Y esa América miedosa, proteccionista, segregacionista, machista y también humillada por una falsa concepción del orgullo y el amor propio es su eco más claro y terrible.

 20 libros, una estrella en el paseo de la Fama, un programa de televisión durante un año. Un doctor Honoris Causa que le arrebataron por decir tantas burradas, una ex-esposa choni como pocas. Una esposa que es una Barbie de manual, Trump es un collage caótico e irresponsable que arderá por estupidez o quizá por combustión espontánea. Trump, hazle un favor al mundo  y regresa a tus pisicos, hombre. Como broma ya has llegado demasiado lejos. Ya le has demostrado al universo que, naranja y todo, nos puedes acojonar en unos pocos meses.  

Mamarrachismos

  Lo confieso. Yo también he visto algún que otro "Salvame de Luxe".  La culpa es de mi amiga Fuensanta Martínez Lozano, que se lo enchufa pa dormir la siesta y a veces me ha pillado en su casa. Y claro, ella se duerme, peo lo que es yo es que flipo en colores con el mamarrachismo de plató. Son personajes espeluznantes. Una mezcla entre zombies y chochonas de plástico, que dan más miedo que Chucky, el muñeco diabólico.

 Las cirugías tienen su parte de culpa, pero también los gestos, las palabras, el guión patético y las exclusivas de personajes que apenas conozco y creo que nadie en su sano juicio se puede creer. Me pregunto qué se fumarán para aguantar tantas horas con los culos pegados a sus asientos de pexiglás, con sus sonrisas de pexiglás y sus tacos de polígono. Mi Fuen utiliza el Sálvame como una dormidina pero no olvidemos que esas mamarrachas/os son seguidos a diario por cientos de miles de espectadores.

 El mamarrachismo también se ha extendido a la política, porque que el PSOE en pleno se ponga de acuerdo para utilizar el término "coser" y "recoser" para hablar de su militancia me deja ciertamente patidifusa. Uno los escucha y parece estar leyendo un capítulo de "El tiempo entre costuras". Imagino a Felipe González, Susana Díez  o Rubalcaba con dedal, abriéndole los ojales a Pedro Sánchez , poniéndoles sendos pespuntes en los ojos y un punto en boca para que calle para siempre. Pobrecito, con lo que prometía: tan guapito, tan enrollado y va a terminar como un parche deshonroso en las memorias del partido costurero español Pero dejemos de auto fustigarnos.

Existen otros ejemplos de mamarrachismo fuera de nuestras fronteras patrias. Hay un cocinero británico que ha decidido echarle chorizo a la paella. El señor de  marras, Jamie Oliver, ha estado a punto de causar incluso un conflicto diplomático. El embajador de Gran Bretaña en España, Simon Manley, se ha visto obligado a salir en su defensa y afirmar que su compatriota no es un patán, sino que, al contrario, hace un "uso innovador de la cocina".

Me pregunto si esto del chorizo va con segundas o es una crítica, ante el afán de Margallo por reconquistar Gibraltar.  "Tú poner bandera en roca, nosotros poner chorizo en paella, jau" No soy fanática de la paella y el arroz pero entiendo el cabreo de los defensores de las tradiciones. Lo importantes es llamar a cada cosa por su nombre y un arroz con muslos de pollo y chorizo es un arroz con muslos de pollo y chorizo.

De paella tiene poco. Pero la cosa no queda aquí. En Japón hay una compañía que comercializa paellas a domicilio. La empresa se denomina Viva Paella y, atención, su reinvención va mucho más allá del chorizonte lejano del cocinero Oliver. Sus paellas llevan de todo. Sólo le faltan unos cromos de Heydi por encima adornando semejante canto al mal gusto: paellas de beicon y ajo. Paella con gratinados (pizza-paella) al curry, a los cuatro quesos. Uno puede encontrarse de todo sobre esas  presuntas paellas: setas, pollo asado, verduras a la parrilla, almejas.

 Como veis, queridos amigos, todavía los hay quiénes nos ganan el campeonato en el mundo mamarracho. España se toma en serio lo que es serio. Las cosas del comer y las cosas del querer. Y lo demás... lo demás es furrufalla. Que esos insidiosos árboles infectos no les impidan ver el bosque de nuestro bonito y querido país. El mamarrachismo es ruido, es fealdad, es falsedad, es cartón-piedra. El mamarrachismo es nada.

Puta, política, publicidad

 


  ¿Es España un país hipócrita? ¿Siempre? No lo creo. Francamente, el video que promociona el salón erótico de Barcelona es impactante, un gran trabajo publicitario, un audiovisual de factura impecable pero como arma reivindicativa pierde fuelle por todos sitios. Eso sí, ha conseguido su objetivo: todos estamos hablando de la publicidad de marras.

 El anuncio lleva su parte de razón pero como toda publicidad, también su parte de hipérbole. Englobar a toda España en el saco de los grandes hipócritas es desacertado e irreal. Es más, yo hasta me siento insultada ¿Contra quién lanzan esta arma arrojadiza? Porque casi parece un producto del nacionalismo recalcitrante catalán.

  Es cierto, existen guardianes de la moral, inmorales; existen políticos corruptos y asiduos consumidores de porno y lupanar que luego se harán la foto familiar en plan Disneyland. Pero también hay cantidad de personas que consumen porno y sexo de pago sin complejos y, por supuesto, también hay políticos currantes en todas las formaciones y guardianes de la moralidad cuya labor es irreprochable. Si resistir, como dice la actriz Amarna Miller, es limitarse a ser actriz porno y a leer lo que escribe un guión, mal vamos.

  En algunos casos, resistir, es desvestir al sexo de todo el morbo y la estupidez que le ha rodeado siempre. Porque el sexo es bueno. Y si uno disfruta con su pareja ¿Qué necesidad tendrá de buscar algo en un prostíbulo? Ninguna. Pero claro, queridos, es que este anuncio reivindica otra cosa y, por supuesto, está al servicio de una industria muy potente, la del sexo mercantil (No tengo nada en contra, siempre que todo el mundo que oferte sus servicios lo haga de forma totalmente voluntaria).

 Tan en contra estoy del mito del amor romántico como de que el sexo es algo que tenga que ver siempre con ligueros, perversión y oscuridad. Los mejores polvos de mi vida siempre han sido con sábanas blancas y luz, mucha luz natural.

  Amarna ha conseguido el pasaporte directo al estrellato con este spot. La hemos visto ya en numerosas entrevistas, tiene un verbo fluido, es culta y se autodefine también como escritora. Tiene todas las papeletas, sin duda. Al margen de todo eso, a ella le sucede como al anuncio. Su discurso está plagado de contradicciones (encantadoras, por cierto, resulta hasta fascinante), como intentar acuñar un nuevo feminismo pero trabajar en una industria creada por hombres y para hombres en la que la mujer, de momento —y también en su inmensa mayoría —es un objeto de consumo. O, por ejemplo, decir que la construcción del deseo es cultural cuando el deseo se construye día a día, con nuestras vivencias y, claro está, aquí  también entra la cultura, la educación que recibimos, los libros que leemos,  las películas que vemos y hasta los cuentos de hadas.

  Mezclar el sexo mercantil con los toros, la religión y los bancos es mezclar churras con merinas pero es cierto que el resultado ha sido impresionante como reclamo publicitario. Los ingredientes pueden aparecer en cualquier novela best-seller: poder, dinero, sangre y carne, mucha carne.

  Lo mejor del anuncio es que ha abierto un gran debate acerca de temas como la prostitución y palabras como "puta" y le dan al erotismo y a la industria del porno un caché que no tenía. Claro, hay mucho animal de bellota aún por ahí. Hay personas que intentan esconder hasta lo bueno que puede traer el sexo a sus vidas y a la de sus semejantes pero yo prefiero ser positiva. España ya no es tan hipócrita. En todo caso, un poco cobarde.

Deseo y excitación






Quiero empezar este artículo con una frase del gran Efigenio Amezúa. Mejor dicho, con dos. La primera: sin fantasía no es posible el deseo. Esto tiene una base fundamental. La realidad es producto de nuestros pensamientos. Esto es algo que han dicho a lo largo de los siglos grandes sabios y pensadores. También la inefable Ana María Matute. Los creadores fabricamos universos, realidades. Pero la gran mayoría de la gente también. Todos cuantos leen estos artículos desconocen hasta qué punto tienen poder sobre sus vidas. Nuestro discurso interior, nuestras frases. Todo, absolutamente todo,  fabrica nuestra realidad.

Por tanto, Amezúa tiene razón: el deseo surge de la fantasía. De nuestro discurso interior, de nuestros sueños, de nuestras proyecciones mentales. Querido lector, no lo olvides nunca. Tú tienes el poder. Sólo tú. Nadie más. Construimos minuto a minuto, segundo a segundo. Mucho ojo con los pensamientos que pueblan nuestra cabeza. Con los demonios y fantasmas. Es mucho mejor sacarlos fuera. Crea una ficción, escribe un libro, una obra de teatro, una canción...Pero expulsa las toxinas mentales cuanto antes.

 Más talleres literarios y menos Lorazepán. Más reuniones de amigos, más familia y menos Prozac. Quizá algunos me llamen antigua pero no hay nada como otro ser humano para curar al ser humano. Segunda frase: El deseo no es posible sin el otro. De hecho, no somos nada sin el otro. Esto lo vienen pregonando desde siglos inmemoriales el cristianismo y la Kabalah hebrea. Uno puede excitarse con un zapato de tacón pero no puede desear un zapato de tacón. ¿Y qué hay acerca del deseo sobre uno mismo? Seré muy explícita para que me entiendan: yo puedo excitarme conmigo misma mientras me masturbo frente a un espejo pero ni deseo al espejo, ni me deseo a mi. En el fondo ¿Qué deseo? a ese otro que podría estar al otro lado del espejo y que podría estar mirándome y que, de pronto, escapase de su refugio de cristal para llegar a otro refugio, al de la carne.

 La excitación es una cosa y el deseo es otra. La excitación viene muy bien para calmar ciertos apetitos de un modo rápido y eficaz. El deseo construye realidades. Fabrica palacios de princesas y habitaciones rojas. El deseo tiene nombres y apellidos. Tiene cara, pasado, presente y futuro. Lo que los guionistas denominarían un backstory. Deseas a alguien —Y lo deseas con fiereza, caiga quien caiga y llueva, truene o relampaguee— porque te remueve algo en tu interior. Porque se parece a ti mucho más de lo que estarías dispuesto a admitir.

Somos unos egocéntricos de cuidado: cuando nos fijamos en alguien es porque ese alguien tiene algo con el cual nos identificamos 100%. Y nos atrapa su físico, sí. Sus ojos, olor, nariz boca y cuerpo, pero nos atrapa lo que vemos de nosotros en el otro y, por mucho que busquemos, no encontramos en nadie más.

 Según la Kabalah, cuanto más antigua es un alma, más le cuesta encontrar a su gemela. Quizá esto podría justificar el que muchas personas con el mismo ADN se emparejen. Analicen ¿Qué les gusta de su pareja? ¿Qué tiene de similar con sus ancestros o familiares? Otras veces sucede al contrario y se cumple, chabacanamente, eso de los opuestos se atraen. Según mi opinión, cuando esto sucede, uno siempre huye de algo. ¿Qué le excita? ¿A quién desea? (pero de verdad, pregúnteselo para sus adentros, sin convencionalismos, sin miedos. Nadie le ve, nadie le escucha excepto usted mismo) Si responden a estas preguntas con sinceridad el regalo es una vida más plena y satisfactoria. No está mal ¿verdad?

Mapa de relaciones humanas






   

  La vida tiene tres reglas: paradoja, humor y cambio. Esta es una frase de "El camino del guerrero". Yo añadiría alguna que otra más, producto de Stephen King: la simetría. Sabemos que llegamos a esta vida sin manual de instrucciones pero contamos con ese cerebro límbico, el antiguo,  el que nos ha ayudado a sobrevivir en el planeta tierra.

 Con estas armas nos encontramos ante el mundo siempre escurridizo y cambiante de las relaciones humanas, afectivas, eróticas y sexuales.  Cierto que en los primeros momentos de enamoramiento estamos idiotizados, hormonados y nada de esto importa. Si la cosa fluye, podemos pasar hasta tres meses sin que cruce por nuestra mente ni un sólo pensamiento coherente. Todo es amor, carne, sexo, jugos, besos, olores, chupetones y otras delicias. Toda borrachera toca a su fin. Los más racionales paran en los momentos de sosiego y dicen, bien, aquí estoy ¿Qué hago?. Muchos saldrán despavoridos. El amor da mucho miedo. Algunos seguirán enganchados al chute de endorfinas por largo tiempo. Otros, navegarán en contra (en su contra y en la de su fluir) para salvaguardar su status quo. Y muchos más, pasados ese año y medio químico pensarán que están con la persona adecuada en el momento adecuado. Y se subirán al río, al carrusel de la vida.

¡Felicidades!

  Aquí es cuando toca hacer uso del GPS. Esta fase nos la saltamos por regla general y luego vienen los "madresmías". Emprendemos un viaje y siempre tenemos un esquema de qué lugares visitaremos y cuándo. Vamos al mercado y no olvidamos la lista de la compra para que no nos falte lo fundamental. Pero nos adentramos en una relación de pareja a veces sin planificar nada, sobre la marcha, a salto de mata.

 El ser humano es de lo que no hay. No me gusta aconsejar pero por sentido común ¿No sería lógico plantearnos una hoja de ruta? (perdón por la palabreja, deben estar hartos de escucharla). Algo tan sencillo como ¿Dónde estoy? ¿A dónde quiero llegar? ¿Cuántas parejas se ven siempre dando vueltas a los mismos conflictos? Si quiero ir a Roma y me entretengo en Santander, tardaré mucho en ir a Roma por mucho que todos los caminos lleven allí. Si me despisto y doy la vuelta, me veo de nuevo en Murcia. Vuelta a empezar. Todo eso ¿Qué genera? : Frustración, cabreo, hartura.

  Qué importante es elegir. Somos resultado de nuestras elecciones y añado también de nuestros pecados de omisión. ¿Si vas a Roma significa que está prohibido contemplar el paisaje? Por supuesto que no, pero tú decides si te adentras en el bosque o continúas tu marcha sin bajar del coche. Una línea, una coherencia es básica para todo en la vida.

Yo apuesto por esa felicidad interior, esa que te pinta una sonrisa en la cara todos los días aunque caigan chuzos de punta. La serenidad, los buenos pensamientos,los  buenos alimentos. Estar abierto a todas las posibilidades pero meditar cada acción. Tener nuestra línea de pespuntes roja, esa que nos señala el camino que estamos recorriendo ,bien clara, coherente, compacta. Según el camino del guerrero, la vida es origen, destino y transformación. Yo añadiría que nunca cesamos de interactuar y de transformarnos. Que ninguna obra está terminada, ninguna relación se puede dar por zanjada porque siempre de sus brotes viejos pueden salir otros nuevos: amistad, compañerismo.

  El final no existe, salvo en las películas. El ser humano es una cadena de acciones, reacciones, interacciones y suma y sigue. Y para vosotros que perseguís ese "parfait  amour " os añado otra frase: un guerrero nunca renuncia a lo que ama.

Mierdas fuera



 En primer lugar, disculpen por el título. Ahora voy al lío. El otro día alguien me explicó que su madre, llegado el mes de septiembre hacía un zafarrancho que titulaba así: mierdas fuera. Y que él hacía lo propio en casa, con su propia familia Es surrealista la cantidad de trastos y ropa que acumulamos. Ropa que ya no nos ponemos, libros que leímos y no releeremos jamás, enredos que ni embellecen ni aportan valor a nuestra vida  pero que mantenemos ahí, conformando el paisaje de la cotidianidad, colmando el aire que nos rodea. Y así es imposible. Nada nuevo puede entrar.

 Muchos de esos objetos podrían ser útiles a otras personas y tener otra vida después de nuestra vida. Pero lo que me preocupa no son los objetos si no ustedes y yo. Nosotros: hombres y mujeres. Material sensible Que el otoño no nos pille con basura en nuestro corazón, en nuestra mente. La peor de todas, esa basura que otros arrojaron sobre nosotros: "no vales para esto", "eres torpe", "las cosas están muy mal", "a tu edad ya no encontrarás trabajo" "la pareja perfecta no existe""confórmate con lo que tienes".

 Personalmente, he decido vetar determinadas frases en mis oídos. Quienes proclaman ese saber de estercolero no hacen otra cosa que reflejar su propia cortedad de mente y simpleza espiritual. Esas frases NO me definen. Las definen a ellos. Que se queden con su mugre y ¡mierdas fuera!.

 Nosotros mismos generamos nuestro propio detritus y basura emocional. Ponemos límites a todo, nos quedamos anclados en relaciones infructuosas, repetimos patrones que nos conducen sólo a la frustración y nos machacamos con pensamientos automáticos que nos destruyen cada día un poquito por dentro. Hagamos balance y mandemos a la mierda todo eso. Pero, así, con entusiasmo.

No hablemos de la basura conceptual que intoxica la cultura, el sexo, la política. Nos encanta poner nombres rimbombantes que sólo conducen a la confusión y el engaño. Pero, como estamos en periodo de !Mierdas, fuera! Nos negaremos a darle entrada en nuestro vocabulario y cabeza. La peor basura que somos susceptibles de acumular son esos pensamientos que nos alimentaron como las galletas María en el desayuno: los ricos son siempre los mismos y tú eres pobre. Tu vida ha de ser un valle de lágrimas, repleta de sacrificios y abnegación, si te esfuerzas y luchas, conseguirás eso que tanto ansías. Más mierdas.

 La verdad es esta: lo importante de la vida te llega solo y se queda porque sí. Si alguien te ama, te ama porque sí, no es preciso que le construyas un arco de iglesia cada noche. Las relaciones no se pueden pelear. Eso es absurdo. Sinceramente, cogería a muchos terapeutas de pareja y los mandaría de vacaciones. Las relaciones se pueden enriquecer, endulzar, armonizar pero cuando alguien me dice "voy a luchar por mi pareja", me dan ganas de ponerle una escafandra espacial y mandarlo de una patada a Júpiter. Más que nada, para que reflexione en el trayecto. La vida es muy simple y nosotros la complicamos. Si se hizo el vacío entre dos personas será por algo. Será porque ya no escuchan la misma canción, la misma melodía. Quizá es posible que sí, con dedicación y amor vuelvan a estar en la misma onda. Pero seamos precisos. Palabras como lucha o pelear están fuera del ámbito de lo amoroso (salvo que luches en la cama en plan loco). El lenguaje tiene una importancia vital. Si apenas atisbáramos la forma en cómo modela nuestras vidas cuidaríamos cada palabra, cada silencio.

 Así que, señores, mierdas fuera. Así, con todas sus letras.