]
Harta de sudar y sudar, me he dicho. Si no puedes con tu enemigo, únete a él. Y me he ido con mi sobrinísima al Thalasia a darnos una sesión de Aquagym y una hora entera de vapores y agua ¡caliente! pero bien caliente. Y blub, blub lorza arriba y lorza abajo a ver si vamos dejándonos algún gramillo que por el camino. La fellicidad me ha durado hasta que se me ha secado el pelo y he empezado a sudar otra vez.
Yo me pasaría el verano, de verdad, de verdad, Pirineos arriba...pero no puede ser. Que Murcia es estupenda y eso pero en verano...da igual playa (salvo que estés en la mismísima orilla, y no siempre) da igual campo, da igual donde te metas, te cueces de calor.
Para qué lo voy a escribir de un modo más fino. Y así estamos, cocidicos como garbanzos de un cocidito madrileño o montañés.
Así que yo, lo que es yo, me voy a hacer amiga del socorrista de todos los centros termales de esta región tan volcánica, donde el verano parece que nos trae alguna que otra alegría pero también nos trae ese sol de justicia, ese asfixie inmisericorde donde parece que se concentran todos los males que nos aquejan. La crisis es más crisis con el calor. La Administración debe más dinero y paga más tarde con el calor (ya saben ustedes que cierran la persiana) y el paraíso está un poco más lejos cuando el termómetro de la calle marca los cuarentaytantos grados, las heladerías están cerradas y nuestro coche al otro lado de la ciudad.
Lo de entrar al coche a casi 52 grados centígrados ni lo voy a mencionar, sólo añadiré que me identifico mucho con San Lorenzo.
Ea, lo siento, que no me gusta el verano. Y no lo puedo de remedial.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario