"La moda es sueño" es una exposición que no debes perderte si pasas por Madrid. Participa muy activamente en ella Marie Claire, con motivo de su 25 aniversario, y la Asociación de Creadores de Moda de España, ACM. Los diseños que se exponen han sido cedidos por el Museo del Traje y por coleccionistas privados en una muestra que reúne 70 creaciones de nombres míticos como los maestros Balenciaga y Pertegaz, incluso encontramos un elegante y sofisticado traje de cota de malla de Paco Rabanne.
El marco de la exposición es hermoso. Cinco años viviendo en Madrid y nunca había visitado el Museo Cerralbo. Os lo recomiendo. Es un palacete de la familia del mismo nombre absolutamente exquisito en cada uno de sus rincones. Los comisarios han hecho un buen trabajo. Todo queda perfectamente integrado. La cota de malla de Rabanne, por ejemplo, en la sala dedicada a las armaduras.
Purificación García, Modesto Lomba, Ágatha Ruiz de la Prada, Aníbal Laguna, Amaya Arzuaga o Juanjo Oliva estuvieron por allí. Los vi; saludé a Aníbal que conocí hace un par de años en la Cámara de Comercio de Murcia y que me recomendó el azul ese para los ojos, que sólo venden en Francia (me traje un cargamento de París pero ya no queda). Sus trajes también estaban, claro. Me encantó un vestido cortísimo rosa chicle de Ágatha. Tiene la virtud de no dejar indiferente a nadie. Las batas de Sybilla, un sueño de los años 20; Las sobriedad y elegancia de Amaya y Aníbal.
Pero, para mi, lo mejor de la exposición fue reencontrarme con Joana Bonet, a la que no veía desde la presentación de "Tanto amor" en Madrid. Su abrazo tan sincero; conocer a su hermana, a su hija Lola. Esos mini-momentos de charla compartidos enmedio de la muchedumbre (porque hay que decir que había muchísima gente allí) son esos instantes que uno guarda en el bolsillo para no olvidar. Todo era cool y divertido: mi entrañable amigo Juan perseguía el jamón, como suele ser habitual --vestido con una gabardina tres tallas menor-- los azafatos te acompañaban a la entrada con un paraguas para que no te mojases; los camareros te sujetaban el cava para que pudieses sacar algo del bolso; los invitados muy elegantes.
Lo peor fueron mis tacones. He pensar seriamente retirar cierto calzado con el que no puedo aguantar más de una hora de pie. Fuera, llovía, Juan me tuvo que sujetar del brazo mientras paseábamos por Gran Vía, camino del Museo. Matarse es fácil desde los diez centímetros con plataformas. Lo mejor: los amigos y tanta belleza. El encanto de Joana, a la que admiro y quiero; que me demuestra constantemente que la única anti-ego es ella.
Debo confesar que Madrid me abruma. Me siento tan provinciana en esos lugares que necesitaría unos meses de adaptación. Me ocurrió igual en la rueda de prensa de Ken Follet (tanta prensa, por Dios) y Ken tan normal. Tan sincero. "Yo escribo para los lectores. Siempre quiero más. Me encanta mi trabajo, me lo paso bien. Me gusta emocionar a la gente con las historias"
No hay nada como salir un poco para que se sucedan las anécdotas una tras otra. El taxista ukraninao que me recogió y me habló de una ex que leía mucha prensa todos los días. Tan locuaz como podría ser un taxista en Cádiz. La peluquería de chinos que visité donde te echan el champú directamente sobre la cabeza y van añadiendo el agua poquito a poco, con una botella, para enjabonarte; la pensión Flat 5, pequeña pero coqueta, limpia, eficaz y muy económica, céntrica y la desvirtualización de dos amigos de Twitter. Pero, insisto, estas cosas ocurren desde mi perspectiva provinciana...o quizá desde las perspectiva de alguien que se niega a la rutina; a alguien que siempre encontrará luces nuevas en una ciudad que ya conoce como la palma de su mano. O casi.
La imagen de la expo es de Alfonso Ohnmur para Marie Claire. La otra la hizo mi amigo Juan con mi peo de móvil.
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