miércoles, enero 16, 2013
Política de edificios vacíos
Cuánto valdrá un buen sastre. Hoy vivimos en el reino de la S, M, L y XL. Todos vamos mal vestidos. Nadie nos ajusta el traje. Ningún alma caritativa nos hace esa pinza en el pecho para que la camisa asiente bien sobre el cuerpo. Es el imperio de la globalidad. De la tabla rasa. De apechugar sin analizar, sin adaptar las acciones a cada necesidad concreta. Es la política del adefesio, de la frialdad más fantasmal.
Acudan a cualquier edificio público o semi-público. Les aseguro que sentirán la desolación misma. ¿Dónde está la gente? Por desgracia, casi todos, en sus casas. Más de 155 mil parados en la Región de Murcia; 5,7 millones en nuestro país.
Durante el boom de la construcción tanto al sector privado como público les entró una fiebre edificadora que nadie se explica. El resultado son esas moles de cemento armado que espantan a sus propios habitantes. Y es triste. Igual de triste que el cierre de los comercios de toda la vida. Uno encuentra salas, despachos inmaculados, elegantes, confortables incluso, con su calefacción central. Pero también halla la nada. Las grandes obras de los años del falso esplendor son inútiles. Los "afortunados" que sobreviven a esta escabechina están aterrados. Y solos. ¿De qué sirve un majestuoso inmueble sin el calor, la laboriosidad de quienes lo habitaban antes? ¿Creen que un ordenador, una escalera de granito, un pasamanos de aluminio podrán sustituirnos?
Los políticos han iniciado una batalla campal de austeridad que se lleva por delante lo básico. Cierran los ojos, aprietan las mandíbulas y no hay posibilidad de diálogo, de soluciones intermedias. ¡Cómo extraño a las buenas modistas, que te arreglan el dobladillo, que recortan en la medida justa!
En nuestro país siempre descuidamos el capital humano. Si ese capital es triunfador, lo criticamos, lo envidiamos. Lejos de empujarle más arriba, intentamos asfixiarlo. La moda actual es que se lo lleven a otros países. ¡Ay, esas costureras que recortaban la sisa para conseguir una manga elegante! Hoy, sólo tenemos cortes de mangas y una fiebre liberalizadora que quiere acabar hasta con las boticas. Dígale a la tía María de Beniaján que tiene que coger dos autobuses y un tranvía para llegar a los centros comerciales a comprarse las pastillas del colesterol. Es una locura.
En 1964 Burt Bacharach compuso la canción "A house is not a home". Decía así: "una casa no es un hogar si no hay nadie que te abrace ni te dé un beso de buenas noches". Pues a eso vamos en lo público. Una oda al nihilismo más acojonante. Una noche sin fin de los muertos vivientes.
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