domingo, septiembre 15, 2013

Ética y estética de la entrepierna





En  este mundo aséptico y cómodo de la vida virtual nadie se corta para hablar del vello púbico. Una cosa tan íntima, caray. Más de un centenar de personas me han confesado por FB ó Twitter cómo les gustaría encontrarse el susodicho asunto de un posible partenaire,  e incluso, como calzan los pelámenes de la entrepierna. Total, que en esta sociedad pantallizada, olernos y tocarnos, poco, pero mostrarnos a los demás con la cómoda distancia de un teclado o un dispositivo móvil, mucho.

Lo decía el otro día la gran Rosa Montero, que apostaba por la visión de "donde hay pelo hay alegría" tan popular en los 70, tan demodé en la actualidad. Ella le echaba la culpa al porno. Creo que aparte de la industria cinematográfica hay otros aspectos importantes que influyen en que, cada vez más gente --joven, mayor, incluso muy mayor-- adopte el look "culito de bebé". El primero es nuestra vida exhibicionista . Los hay que te plantean relaciones por Skype y, antes incluso de conocerte en persona, ya te preguntan si vas depilada. Así que me imagino en qué consisten en esas historias que tienen como protagonista un chat, una videocámara integrada y los órganos genitales.  Horror. Llamadme antigua pero es que me encanta el sudor, los aromas y todos los licores que conlleva el sexo. El sucedáneo bien puede valer para salvar una distancia forzosa pero nunca cómo única vía de expresión.

Pero, vamos al tema: la mayoría de los chicos de hoy huyen del Matto Grosso. Yo misma, que comparto vestuario femenino, me asusto ante alguna mofeta que otra entre las piernas. No me malentendáis, cada uno es libre de llevar el Paseo de las Delicias como quiera, pero, es cierto que determinadas actividades físicas nos acostumbran a una higiene distinta. Igual que algún chico en Facebook me confesaba que si eres activo sexualmente, lo suyo es ir rasurado. No sólo por moda --me aclara-- sino porque "ópticamente ganas en centímetros". Volvemos a la importancia del aspecto, antes del tacto, del olor. Incluso  antes--sí, antigua, más que antigua-- de la genuina atracción,  o del amor hacia nuestra pareja.

La cultura de la imagen es así. Una cebolleta resulta repugnante para la gran mayoría de las féminas. Hay hombres que tienen la suerte de tener el vello justo, ni más ni menos, pero es una faena cargar con una capa peluda por todo el cuerpo. En nuestro caso, por este imperativo machista reinante en el podrido siglo XXI, pareciera que estamos obligadas a llevarlo pelón o recortado a una mínima expresión. Lo del felpudo pasó a la historia y hay toda una ciencia en cuanto a las depilaciones femeninas: la caribeña dibuja formas distintas sobre el monte de venus (Martini, Margarita, Champán); La americana ofrece las opciones red carpet o runaway. (una especie de bigotito más o menos alargado, más o menos estrecho). La brasileña es una tira justo encima de la vulva.  Incluso, en el  Valle de San Francisco hay lugar denominado Pink Cheeks donde te incrustan hasta piedras de Swarovsky (imagino que para una ocasión especial).

Los hay que piensan en perversidad al ver el pubis completamente  desnudo como si fuéramos niñas otra vez. Y es posible que acierten en algún caso. Otros opinan que se gana en placer al eliminar bosque entre las pieles. También es posible que tengan razón. Creo que tanto hombres como mujeres debieran sentirse libres de andar a sus anchas para dejarse crecer, recortar o rasurar. Que podemos complacer el capricho de nuestra pareja pero sin dictaduras ni obsesiones y, sobre todo, sin dolor.

3 comentarios:

Zarzamora dijo...

Pues el otro dái en el 20 minutos salió un artículo en defensa de la no depilación. Y me parece genial. ya está bien de que las mujeres cada vez nos busquemos nuevas esclavitudes. Una depilación nnormal...vale ¿Pero tanto "master depilatorio" de verdad es necesario?

LOLA GRACIA dijo...

Yo abogo por la libertad, que cada cual haga lo que quiera

antonReina dijo...

En francés suena muy bonito, como la foto que has escogido para el post.
Estoy de acuerdo contigo, porque da igual si se quiere l'épilation en triangle, intégral ou ticket de métro, porque debería ser siempre una elección libre y personal.