jueves, julio 02, 2015

#Lovewins







Esta semana el mundo gay es noticia porque por fin se ha legalizado el matrimonio de dos contrayentes del mismo sexo en Estados Unidos. El logo de la Casa Blanca se pintó de arcoíris y Obama proclamó un tuit que fue retuiteado en más de 400 mil ocasiones y en el que explicaba: “Hoy es un gran día en pos de la igualdad. Parejas de gays y lesbianas podrán contraer matrimonio, ni más, ni menos que cualquier otra”. Desde el despacho oval surgió el hastagh #Lovewins (El amor gana). Hillary Clinton también pintó el logo que la identifica, H, con muchos colorines y escribió únicamente la palabra “proud” (orgullo) con todas las connotaciones que se puedan imaginar: orgullo gay y orgullosa de mi país y de ser demócrata, I suppose.
Cientos de video montajes, fotografías, actores famosos y otras celebritys en USA y en todo el mundo celebraban este #LOVEWINS.

Estos días, muchos reflexionan sobre el lobby gay en el mundo y en España y en todo aquel que es influyente y que nunca escondió su esencia sexual pero, lejos de todo eso, yo quisiera reflexionar acerca de ese “Love wins”. El amor gana. ¿No es hermoso? ¿No es maravilloso? Cuántas historias conocemos, heteros o no,  que se ven truncadas por la distancia, por una situación personal complicada, por la edad, incluso por la comodidad y el miedo.
En esta sociedad pantallizada, incrédula, escéptica. E incluso en nuestra España abotargada por la crisis donde lo más fundamental, a veces, nos ha sido arrebatado, sigo creyendo que el amor siempre gana. Y no me junto con personas que opinen de forma contraria. Las huyo.

Ya lo cantaban los Beatles: All you need is love. El amor es la respuesta a todas las carencias. Incluso a las económicas. Pero el mejor amor de todos tiene que empezar por uno mismo. Creerse valioso aunque las circunstancias te demuestren una realidad amarga. Y es que, en ocasiones, nos sentimos muy valorados, incluso queridos, pero no recompensados. Y es que sigue sin haber pasta en esta España madrastra. Pero no importa. No hay que rendirse.
El amor es la medicina que cura todos los males. Por eso no hay que olvidar nuestra dosis diaria de risas con los amigos, de besos y abrazos de los más cercanos, de guiñarnos un ojo frente al espejo. Que nos guste nuestro reflejo. Incluso con nuestras ojeras y alguna pata de gallo. Con nuestro cuerpo imperfecto y columpiarnos sin miedo en esos rasgos que nos devuelven a nuestro interior más genuino: a la esperanza de cuando éramos unos críos; al afán por crecer y aprender y a la confianza de quien tiene toda una vida por delante.

Qué importa cuántas ilusiones perdimos por el camino. Hay que fabricarse unas nuevas. Siempre hay retos y metas que alcanzar. Por supuesto, no debemos conformarnos con ganar menos por trabajar el doble. El quererse uno mismo también implica respeto hacia uno mismo y no dar por eternas situaciones coyunturales, pero hemos de estar orgullosos de mantenernos en pie, activos y en marcha en medio de esta tormenta que parece no acabar nunca.

Yo quiero que el amor gane siempre. El amor a los demás que se traduzca en profunda consideración hacia los otros y hacia nosotros mismos y, por supuesto, no esperar menos de aquellos que están arriba, aquellos que deben predicar con el ejemplo y que han dejado en algunos casos tanto que desear. El amor también es eso: no perderse en este laberinto de injusticias y saber que, al final, también nosotros ganaremos.

                             

1 comentario:

Beauséant dijo...

A veces pienso que la única explicación para ciertas fobias es simplemente que a algunos les jode la felicidad de los otros, no hay otra explicación. Gente que se empeña en que los demás no puedan hacer cosas porque simplemente ellos no quieren hacer esas cosas (al menos no quieren reconocerlo) es mezquino, estúpido y egoísta... Me supera.