domingo, mayo 26, 2019

En tránsito

Estos son los días de hasta San Antón, Pascuas son. El árbol y las luces navideñas siguen prendidas en muchos hogares. Igual que la esperanza, los sueños de la navidad prenden aún la mente de todos aquellos a los que no nos tocó la lotería ni recibimos el ansiado regalo, tantas veces pospuesto.
Son días de “es complicado”. De sí pero no. Ya no. Llegó la cuesta de enero y las compras aplazadas ahí se van a quedar, a la espera de un mes más oportuno. Esta franja de tiempo es como el duermevela, en el que nos anclamos tantas veces y recreamos cuando hay posibilidad. El calor del edredón, la paz de tu cuerpo tumbado -a solas- te invita a una reflexión eterna de la que no quieres salir.
La frontera entre la vigilia y el sueño es frágil, una cuerda de alambre por la que paseamos. Sobre esa tira de hilo suspendido en el aire avanzamos despacio. Primero un pie, luego el otro. Un paraguas cirquense nos ayuda a equilibrarnos frente al abismo. Ese duermevela es un tránsito de los fantasmas oscuros a la realidad de una habitación fría. El pasado y el presente se reúnen sin misericordia y repasas derrotas y victorias. Entre los grandes planteamientos vitales, se cuela en tu cabeza pedir cita con el veterinario, la lista de la compra, poner una lavadora. Esas patrañas de gestión doméstica en las que se nos van tanta horas al día sin poderlo evitar. Y regresa a tu cabeza de “en tránsito”, ese viaje soñado, las posibilidades que se abren con esos cambios que acontecen a tu alrededor. Cambios tantas veces esperados pero que provocan cierto vértigo. Días de sí pero no. No pero sí. Días, sencillamente, de “es complicado” pero que gestionaremos con cálculo y mesura, a pesar de las pasiones, a pesar de los impulsos. Actuaremos con cautela pero actuaremos. Marte en aries nos impide estancarnos en el pacífico duermevela.
Como el tránsito de la vida a la muerte, mal llamado agonía, los días del cambio, de romper el sueño fastuoso de las pascuas para despertar a la exigencia saturnina de las obligaciones, nos empujan también a cerrar muchas puertas para abrir otras. No hay solución. Aquí es un sí porque sí, a menos que prefiramos ese limbo de miedos a permanecer estancados en realidades que detestamos, en patrones que no nos satisfacen. Porque el purgatorio es como un duermevela pero lejos de llenarte de paz, te escuece, como quizá escueza la agonía, ver el cadáver de un ser amado porque sabes que está pero no está. Que es un sí pero no.
Enero siempre es un mes de tránsito, de frío, de ansiar la luz solar unas horas más- por favor- que podamos proseguir la jornada iluminados, una vez terminadas las tareas más imperiosas del día. 
Es el mes de desearse feliz año, de retomar rutinas y propósitos para que los buenos deseos y propósitos se encaminen de una vez por el camino correcto. Ya saben: dejar de fumar, ir al gimnasio, no tomar alcohol ni dulces, ordenar la casa, la cabeza y el corazón. Aprender a establecer límites con los otros y comprometerse más que nunca con uno mismo en los propósitos de vida que están grabados a fuego en nuestros corazones y que quizá esta calma chicha de “hasta San Antón Pascuas son” nos permiten, por primera vez en la vida, contemplarlos con claridad.
Bien pensado, los días del tránsito, el duermevela, el purgatorio ,”es complicado” y hasta la agonía son necesarios para cruzar umbrales importantes y conseguir que cuente cada día de nuestra vida.

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