No sé qué pasa por las cabezas de los hombres que agreden sexualmente a las mujeres. Ellas les dicen no y ellos avanzan inexorables en sus planes, cegados por su animalidad. Quizá ella le ha invitado a subir a casa. O quizá ella ha accedido a ir a su apartamento, pero decide que ya no quiere más. Y ella dice que no. Sin embargo, él sigue magreándola, quitándole la ropa, empujándola contra la cama. Echa su aliento sobre ella, su cuerpo sobre ella y a pesar de los noes y las patadas al aire, entra en su cuerpo sin su consentimiento.
Pasa a menudo, demasiado a menudo. Pasa en grupos de hombres
que encuentran en la violación una alternativa de ocio al fin de semana,
como si estuvieran pasando pantallas de un macabro video juego. Hay mujeres que llegan a urgencias vejadas y
violentadas por jefes, compañeros de trabajo, familiares, incluso por su propia
pareja y se mueren de vergüenza y la vergüenza las impide denunciar. Incluso se
sienten culpables.
¿Qué está pasando? ¿Asistimos a una normalización del delito
sexual? ¿Nos lo tomamos como un juego? ¿Intelectualizamos el hecho?
Falta lo de siempre. Falta educación sexual. Que eliminemos
lo de manada de los titulares. Las manadas son algo positivo. Las manadas se
protegen entre ellas, estos grupos de hombres son peores que los animales. Y
falta educación a secas para comprender la rotundidad de un no.
Muchas cosas contribuyen a violentar el deseo y la intención
de las mujeres. Los grupos de whatsapp de hombres donde se distribuyen
fotografías de señoras desnudas en actitudes degradantes, por ejemplo.
Los deleznables videos porno donde el cuerpo de la mujer
es tratado como una escupidera alimentan ese desprecio total hacia la mujer
y su deseo. Lo peor de todo es que muchos de esos hombres tienen hijas. Lo peor
de todo es que quizá ni son conscientes de lo que ocurre con sus mentes. No se
dan cuenta que están cosificando a todo un género, reduciéndolo a la categoría
de receptáculo de sus instintos con una total falta de respeto y consideración hacia
nosotras.
Las polémicas generadas al respecto de esta violación
múltiple acaecida en Murcia me disgustan porque detrás de esta violación no hay
murcianos, sino hombres procedentes de países árabes. Como si en España y en
Murcia ningún nativo haya violentado a una mujer.
Hay hombres buenos y hay hombres malos y su procedencia es
lo de menos. Hay mujeres que sufren este tipo de violencia y también su
procedencia es lo de menos. Esto no debería ocurrir porque violenta el
derecho y la libertad de otro ser humano que, en este caso es una mujer, o
muchas.
El ser humano es divino y es sagrado. El cuerpo de la mujer
también, quizá incluso más, porque la mujer da vida. Los hombres buenos saben
esto. Los hombres malos ¿Qué diablos pasará por la cabeza de los hombres malos?
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