domingo, mayo 03, 2020

Sin sexo, no hay paraíso





La pareja es la columna vertebral de la sociedad y no la familia como se suele afirmar. ¿Por qué? Muy sencillo, si falla la pareja, la familia se dispersa ¿Y por qué fallan las parejas? Muchas de ellas comienzan a no entenderse en la cama. O no evolucionan al mismo tiempo. El sexo es el pegamento de la pareja. El sexo es, quizá, el 30% de una relación. Si el sexo falla, fallan las parejas y la familia se convierte en otra cosa. Sé que puedo sonar muy categórica y estoy segura que hay parejas y familias que se sienten unidas por otros pegamentos: el estatus social y económico, determinados valores religiosos o quizá el sentirse tan cómodos que pueden pasarse una existencia sin extrañar la intimidad y el erotismo.

Por tanto, no entro a juzgar las decisiones de cada cual en mantenerse al lado de alguien, pero sí es cierto que el sexo es el factor fundamental de atracción al principio de las relaciones y, quizá no lo sea tanto pasado cierto tiempo, pero este no debería desaparecer. Y si desaparece, llega el momento de preguntarse por qué.

La pareja la componen dos elementos y ambos deben estar de acuerdo en este aspecto, como en otros para mantener su unión. Si uno empieza encontrar aburrido lo de siempre no debe callárselo. Si uno empieza a experimentar cualquier tipo de disfunción al hacer el amor con su partenaire: erecciones poco frecuentes o no duraderas, disminución de la libido, sequedad vaginal o cualquier otro problema físico que repercuta en el sexo, igual. Díselo, no te cortes. No te dé vergüenza.

¿Qué suele ocurrir? Que a veces por satisfacer al otro mantenemos relaciones sin apetecernos un ápice, o padecemos penetraciones dolorosas si no hemos lubricado lo suficiente. O el hombre siente una presión extrema por conseguir y mantener una erección. De tal forma, que algo que debe ser divertido y lúdico se convierte en un tostón o una pesadilla. Hacer el amor sin ganas o con quién ya no te gusta o no estás confortable es como picar piedra.

Y así, vamos silenciando el malestar hasta que este se convierte en una montaña infranqueable. ¿Qué necesidad hay de esto? ¿Por qué sentir vergüenza o corte de comunicarnos estas cosas? ¿Por qué buscamos otro interlocutor del mismo sexo para desahogarnos?
Nuestra pareja debiera ser nuestro confidente, amigo, cómplice y darnos todo el apoyo y la comprensión con cualquier inconveniente que pueda surgir.

Las terapias de pareja están llenas de casos así. Una pareja muy famosa como la del doctor Masters y Virginia Johnson trataron a muchos de ellos, fueron los pioneros en la investigación de la respuesta sexual humana y fueron pareja. No fueron felices para siempre pero sí al menos 45 años de sus vidas.
Saber entenderse es saber comunicarse. Y si uno carece de herramientas o ha perdido la confianza con la persona con quien comparte su vida es el momento de buscar soluciones y reconectar. Hablar y escuchar. Algo tan simple.


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