Preámbulo

Hay dioses terrenales que bajan a bailar con Sherezade a quien pone voz la resuelta soprano Ángeles Blancas. Hija de padre y madre cantantes de ópera: "No, la vida en casa era igual que en cualquier familia. Eso sí, cada uno se encerraba a ensayar en una habitación distinta". Los músicos se refugian de la crisis en su burbuja. Salvaguardados en el terreno franco de una sala de ensayos, nos olvidamos por un momento del mundo. Todo es perfecto en el reino de Oz. Los hay que se alejan, quizá para siempre, con un desgarro profundo en el corazón. La navidad se avecina cruda como la nieve del más blanco invierno sin esas voces cálidas, sin la esperanza del reencuentro. Otros parecen descubrir el definitivo amor. El adviento es siempre época propicia para futuros noviazgos. Muchos vemos pasar la vida, intenando mordisquear toda sustancia. El sudor, el sexo, la risa. Aquí Millán se sube a un piano verde y pedona a la reportera tardona, y le concede ocho minutos. Allí, los actores, escenógrafos y programadores discuten acerca del futuro de la escena. De si separar lo contemporáneo de lo tradicional. El niño vuelve a su baño de espuma con ilusión. La madre se endosa las zapatillas e intenta realizar el viejo recorrido. Y lo consigue a malas penas. El teléfono no suena en sábado. Meryl Streep me acompaña casi de madrugada, entre la tos nerviosa y la decisión de Sophie. Robert Contreras me toma prestada una frase de "Mujer de mundo" (No todo se reduce al sexo, pero casi) para un poema titulado "orgasmo anal (!)". La bitácora de Robert ( http://ciudadesdepaso.blogspot.com/) es deliciosa.

Mañana, el reencuentro con el adorado valle. Quizá un cine. Quizá un vate amigo que promete música griega para aliviar la desazón. Y leeremos, y escribiremos, y pondremos el árbol.