Barbara Lamarr
El cielo
de L.A.
es puro azul sin
nubes.
Cuando
el sol se escapa,
el smog
inunda la vida de
incertidumbre.
de L.A.
es puro azul sin
nubes.
Cuando
el sol se escapa,
el smog
inunda la vida de
incertidumbre.
Preguntas de
donde vienes y,
sobre todo,
si algún sitio vas.
Tan sola, sin
arco iris ni
zapatos rojos.
Sonrisas por doquier.
Sonrisas por doquier.
No hay muecas
retorcidas.
It’s my pleasure,
Have a nice day.
Las chicas son
delgadas
con gafas rayban
y brillante pelo rubio.
El melocotón que
recubre su osamenta
despista la realidad de su
día día.
Parecen niñas ricas de Bel Air
mas son aspirantes
a un pedazo de cielo que
antes pasan por el infierno.
Lo vemos en sus ropas:
estilosas y de saldo.
En las ojeras del trabajo nocturno.
En pasear por un HM
y comprar la prenda que vende
Armani cuatro tiendas más abajo.
Have a nice day.
Las chicas son
delgadas
con gafas rayban
y brillante pelo rubio.
El melocotón que
recubre su osamenta
despista la realidad de su
día día.
Parecen niñas ricas de Bel Air
mas son aspirantes
a un pedazo de cielo que
antes pasan por el infierno.
Lo vemos en sus ropas:
estilosas y de saldo.
En las ojeras del trabajo nocturno.
En pasear por un HM
y comprar la prenda que vende
Armani cuatro tiendas más abajo.
No es lo mismo,
pero se parece.
Las Pickford, las Frances.
Las que posaron sus muslos
turgentes en las letras de
Las colinas.
Los que dejaron
el cadáver más bello:
Barbara Lamarr
Valentino,
Marilyn.
Se han quedado
por siempre en el aire
de L.A.
Los días de niebla
se les oye llorar.
El cielo y el infierno
se confunden bajo
la contaminación urbana
del destartalado universo de
L.A.
Palacetes de la Loire
suntuosos condominios
con aire hispano y los
antros cutres de girls
y liquors.
El cielo y el infierno
se confunden bajo
la contaminación urbana
del destartalado universo de
L.A.
Palacetes de la Loire
suntuosos condominios
con aire hispano y los
antros cutres de girls
y liquors.
Lencería gay,
provista de cualquier
encanto.
Ante semejantes
escaparates, ser
homo en la Babilonia
del celuloide es feo
y descarnado
El mismo Valentino
se lo cuestionaba
en su lecho de muerte
desasosegado:
"¿Pero de verdad
Se me nota tanto?"
"¿Pero de verdad
Se me nota tanto?"
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