martes, septiembre 20, 2011

Breakfast at Tiffany's



Nunca tuve un diamante pero adoro esa película titulada "Desayuno con Diamantes". En realidad, adoro a Truman Capote. Me enamora su prosa, su desafío constante a la vida, su terrible chispa y odio que se muriera tan joven. Me sucede igual con Terenci Moix. Tengo cierto apego a escritores que en su día se salieron de la norma. Ser gay en la actualidad incluso es cool, pero no en el tiempo en que estos dos grandes crecieron y se desarrollaron. Fueron seres humanos increíbles, por encima de su condición de artistas y escritores.


Decía Holly Goligtly que le encantaba Tiffany. Era el lugar de la perfección. Visitarlo le proporcionaba cierta sensación de seguridad y me identifico con ella en que necesito lugares donde refugiarme en los momentos negros, en esos días raros.


Algunos los llaman Islas. Incluso lo llaman Ítaca. Yo soy más prosaica. A veces, Tiffany bien pudiera ser la sección de cosmética de El Corte Inglés (no me preguntéis porqué, no lo sé); o sus ascensores que me retrotraen a la niñez cuando visitaba estos almacenes en compañía de alguna de mis tías, o de mi madre. Tiffany es Sephora (sí, sí no me miréis así, seguro que hasta para algunos chicos también lo es); incluso algún templo, un paisaje. Tiffany es Sinatra y Jobim. En L.A. un día que me sentí terriblemente sola escuché "You go to my head" unas 80 veces. No os exagero. Un hotel de súper lujo no siempre te da seguridad y te reconforta. La voz de Sinatra, siempre. Ni me quiero imaginar cómo sería en la cama.
Los abrazos de un hombre que te quiere, por supuesto también son como Tiffany.
En muchas ocasiones Tiffany es la Streisand y ¿Qué me pasa doctor? o El príncipe de las mareas (que me la sé de memoria y es terrible, lo sé, no me miréis así) pero muchas, muchas veces, Tiffany es Breakfast at Tiffany's. Con los deslumbrantes trajes Givenchy, con nuestro José Luis de Vilallonga (al que entrevisté en su casa con 20 años); con la música de Mancini y ese NY limpio en Technicolor. El señor Yunioshi (M Rooney) el guaperas de George Peppard y esa dulzura irrepetible de Audrey Hepburn.
Ahora, Paramount relanza Breatfast at Tiffany's en Blue Ray y ahora, esta que suscribe, se deja 13 horas de curre inmisericorde en este escritorio (con sudores, con desesperación, con la aridez propia del trabajo solitario) y se va a ese refugio de la pantalla. Nunca tuve un Diamante pero, para mis días negros, siempre tengo a mano "Desayuno con diamantes".

1 comentario:

Antonio Rentero dijo...

Quise darme la satisfacción de pasear por Tiffanys en la Quinta Avenida y a los pocos segundos de entrar tenía a un elegante segurata tamaño armario a mi lado preguntándome a dónde iba. Menos mal que antes se me había ocurrido fijarme en el directorio y le pude decir que iba a la primera planta que me estaban esperando para elegir un anillo de compromiso.

Se subió conmigo en el ascensor y tuve que fingir que no encontraba a quienquiera que estuviera imaginariamente esperándome y tras preguntar si podía quedarme por allí curioseando mientras esperaba me acompañó muy amablemente a la salida.

Así no se fomenta el mito cinematográfico :-(