viernes, enero 06, 2012

Modelo Auschwitz, talla 34

En los años 40, el modelo de mujer era Rita Hayworth. En el 2000, se ha impuesto la estética  Auschwitz . Desde principios del siglo XX hasta los 60 el Star System de Hollywood imponía su sello. Las mujeres aspiraban a ser como las actrices: preciosidades de piernas largas, labios carnosos y curvas. Todo cambió tras la década prodigiosa. Apareció un pajarillo desvalido, la famosa Twiggy, y revolucionó los cánones. A pesar de que en los 80 se impuso aquello del culto al cuerpo, a pesar de que las super modelos –Campbell, Evangelista,  Schiffer— tenían curvas y pesaban más de 50 kilos, el espíritu aniñado, infantil y desnutrido reina hoy día en las colecciones de los modistos.
De acuerdo; la moda es una industria, pero esas púberes de 1’80, 45 kilos de peso y talla 34 (algunas incluso con su carita de porcelana) me recuerdan a The walking dead. Determinados desfiles de la Semana de la Moda de París dan más miedo que la niña de “El exorcista”; y no en todas, pero en algunas existe esa expresión, esa terrible mirada de hambre y de repetirse hipnóticamente: “estás-cumpliendo-tu-sueño-no te quejes”.
Los mismos Dolce and Gabbana se valen de la imagen de Scarlett Johanson –con todas sus mollicas, como diría mi amigo Antonio Rentero— para vender un perfume; pero vestida con la colección de Milán, Johanson parecería un tapón de balsa con esos estampados horizontales de letras gigantes. Por eso necesitan mujeres delgadas como spaguettis. Aunque, para ser justos, las modelos de los italianos no presentan el infrapeso severo, contra el que alertó en su día el manifiesto Gaudí, y firmado en 2006 por los diseñadores catalanes, que hoy es papel mojado; al igual que aquella iniciativa de Cibeles de no aceptar modelos por debajo de un índice de masa corporal saludable. El citado manifiesto tenía un punto muy interesante que jamás se cumplió: en las pasarelas se mostraría la diversidad corporal existente en nuestro país. Desde la talla 38 a la 46.
El mundo de la danza clásica impone un canon de delgadez estricto, pero está recluida en los teatros, y la moda tiene un carácter social que nos influye como consumidores no sólo de ropa. Jóvenes actrices, personajes de la realeza lucen esas firmas y copian el canon estético de las pasarelas. Kate Middleton pesa 10 kilos menos desde su boda con el príncipe Guillermo. Letizia presenta unos hombros famélicos. Nunca vi hombros así en Jackeline Onassis o Greta Garbo, mujeres esbeltas y elegantes. Esos hombros se repiten de forma preocupante en las pasarelas de moda internacionales. La realidad es que nos avergonzamos de superar la 38, el mínimo permitido. Ergo, está naciendo una nueva forma de segregación. La meta es la talla 34 a costa de lo que sea. En el “Diablo viste de Prada” una de las protagonistas afirma seguir una dieta que funciona: “No tomo nada; y cuando creo que me voy a desmayar, me como un quesito”.  ¿Qué pretenden los diseñadores? ¿Vestir a sus clientas o matarlas?

1 comentario:

SIE dijo...

Nunca seré de moda-auschwitz, lo descubrí hace muchos años, cuando el mayor inconveniente del dolor de muelas era lo que me costaba comer.
¿Se puede comer un quesito sin pan?
¿Por qué en las rebajas nunca está mi talla pero sí quedan siete de la 34?
¿Qué ha sido de los comentarios de los blogs en mi ausencia?
Más preguntas en mis próximos arrebatos internáuticos