Las comparaciones son odiosas pero inevitables. Es el único modo que tenemos de entender el mundo. Por eso, si escribo la palabra “aburrebragas”, a muchos les hará gracia, pero pocos se darán por aludidos ¿Quién es un aburrebragas? El tipo de hombre que hace el amor con calcetines, que pide que te elijas los regalos u, ¡horror! te da dinero para que te los compres. Pero la cosa no se circunscribe al ámbito amoroso y afectivo. Esta fantástica palabra que me enseñó mi amiga Cristina Banzo es aplicable a todo el escalafón social masculino. Aburrebragas es el típico jefe relamido que parece que nunca ha roto un plato y te suelta el consabido :”no tengo otra elección”. Esa frase siempre es una falacia. Menos la muerte — que nos llega como un rayo inevitable– siempre, siempre podemos elegir. El aburrebragas no se esmera en sus relaciones, del tipo que sean. Le da todo igual. Pasa por la vida, así, como una acelga mustia. No deja estela ni lo pretende. No es lo mismo que te digan “Mon coeur batte pour toi, trés fort!”; que “lo siento mucho, pero no sé cómo ayudarte”. Si actúa así con las mujeres, hará lo mismo con el resto de su ámbito vital. Es la actitud Pilatos: “Yo me lavo las manos”. Ahí tenéis al primer aburrebragas de la historia.
Implicarse en la vida de nuestros semejantes es lo mínimo que podemos hacer en nuestro paso por esta existencia, claro que sólo los oligofrénicos lo harían con todo el género humano al completo. Moriríamos de un ataque de empatía y tampoco quiero yo que acabéis el año con la camisa de fuerza pero, por favor, evitad por todos los medios la apatía y autoengañarse con buenos propósitos.
Una recua de aburrebragas trata de convencernos un año tras otro que nosotros podemos conseguir tal cosa, tan sólo con desearla en esos estúpidos libros de autoayuda que son un fraude en sí mismos y que se venden precisamente porque son de una inutilidad palmaria. Si funcionasen seríamos todos exitosos, felices, guapos y delgados ¿Quién iba a necesitar entonces al maldito Deepak Chopra?
Por tanto, amados lectores, como no quiero ser aburrecalzoncillos, sino todo lo contrario,os pido que maldigáis, opinéis, critiquéis, discutáis, evaluéis, triunféis, fracaséis. Que lo intentéis siempre. No es un propósito para el 2013, que llega con algo de mal rollo; es una actitud. Desterrad la pasividad de su vida y a esos ejemplares más cercanos al asquelminto que al primate. Porque sólo tenemos UNA vida. Y un día, va y se acaba.
martes, enero 01, 2013
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4 comentarios:
Querida Lola,
voy tarde con mis propósitos 2013 pero acaba de añadir uno: incorporar la palabra "aburrebragas" a mi pobre vocabulario. Creo que la podré utilizar una par de veces al día como mínimo.
Y de la Autoayuda, que voy a decir yo que tengo como libro de cabecera el Happines de Will Ferguson! Y hago campaña contra ese falso positivismjo ñoño y bobo.
Buen post para empezar el año y retormar vistas a blogs conocidos.
Feliz 2013.
Sin quitar ni un ápice de razón a lo que dice este post, quisiera añadir la figura de la "amarga calzón enamorado", aquella que decepcionada con la vida porque pensaba que todo era un cuento de hadas, es incapaz de mantener la chispa de un amor que en principio existió y que la condujo a fundar una familia y un proyecto de vida. Sí, admito que hay mucho gañán suelto por ahí, pero también quedamos los románticos, los que cuando nos comprometimos para siempre lo hicimos de verdad, con el sentimiento auténtico, no con palabras. Esos, que sufrimos en silencio el rechazo, que rogamos por una caricia o una mirada cómplice, que mataríamos por un suspiro de placer de nuestra amada en nuestro oido, esos estamos condenados a una vida de resignación y tristeza sin un porqué.
En realidad la auténtica víctima es el amor, ha caido en desuso por el ansia y el deseo de lo aparente y atractivo a simple vista. Estamos rodeados de personas (de ambos géneros) que siempre quieren cosas pero nunca están satisfechos. Podría considerarse inconformismo, pero en realidad es egoismo. Lástima, sobre todo para nosotros los abandonados.
Sin quitar ni un ápice de razón a lo que dice este post, quisiera añadir la figura de la "amarga calzón enamorado", aquella que decepcionada con la vida porque pensaba que todo era un cuento de hadas, es incapaz de mantener la chispa de un amor que en principio existió y que la condujo a fundar una familia y un proyecto de vida. Sí, admito que hay mucho gañán suelto por ahí, pero también quedamos los románticos, los que cuando nos comprometimos para siempre lo hicimos de verdad, con el sentimiento auténtico, no con palabras. Esos, que sufrimos en silencio el rechazo, que rogamos por una caricia o una mirada cómplice, que mataríamos por un suspiro de placer de nuestra amada en nuestro oido, esos estamos condenados a una vida de resignación y tristeza sin un porqué.
En realidad la auténtica víctima es el amor, ha caido en desuso por el ansia y el deseo de lo aparente y atractivo a simple vista. Estamos rodeados de personas (de ambos géneros) que siempre quieren cosas pero nunca están satisfechos. Podría considerarse inconformismo, pero en realidad es egoismo. Lástima, sobre todo para nosotros los abandonados.
Sin quitar ni un ápice de razón a lo que dice este post, quisiera añadir la figura de la "amarga calzón enamorado", aquella que decepcionada con la vida porque pensaba que todo era un cuento de hadas, es incapaz de mantener la chispa de un amor que en principio existió y que la condujo a fundar una familia y un proyecto de vida. Sí, admito que hay mucho gañán suelto por ahí, pero también quedamos los románticos, los que cuando nos comprometimos para siempre lo hicimos de verdad, con el sentimiento auténtico, no con palabras. Esos, que sufrimos en silencio el rechazo, que rogamos por una caricia o una mirada cómplice, que mataríamos por un suspiro de placer de nuestra amada en nuestro oido, esos estamos condenados a una vida de resignación y tristeza sin un porqué.
En realidad la auténtica víctima es el amor, ha caido en desuso por el ansia y el deseo de lo aparente y atractivo a simple vista. Estamos rodeados de personas (de ambos géneros) que siempre quieren cosas pero nunca están satisfechos. Podría considerarse inconformismo, pero en realidad es egoismo. Lástima, sobre todo para nosotros los abandonados.
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