domingo, abril 06, 2014

Todos sapiosexuales




El ser humano se compone de cerebro, carne y corazón. Somos como un potaje con estos ingredientes básicos. Luego usted le puede añadir unos ojazos impresionantes, una verborrea jugosa, un cuerpo de proporciones perfectas --como esculpido por Miguel Ángel-- un virtuosismo para con un instrumento musical o unos labios como dunas suaves y blanditas donde una se perdería una eternidad. ¡Me pido este desierto! pero, claro, es que esto así, en este pack tan mono y tan completo, no existe.

Hoy, que apenas nos vemos en persona, el cerebro manda. Digáis lo que digáis los hombres. Porque, básicamente, a nosotras nos veis en foto. Nada que ver con la realidad. No sabéis cómo nos movemos, a qué olemos y desconocéis el volumen concreto de nuestros contornos.

Por tanto, hoy día vivimos en la era de una seducción puramente mental. Hay personas que provocan determinadas emociones o reacciones y no sabemos muy bien por qué, pero rara vez será por la conjunción de las feromonas. Nuestra mente fabrica historias con tanta gente como conocemos por las redes sociales. Cierto, eso es más bien femenino, pero descarto que lo sea en exclusiva.

Yo quería escribir del sapiosexual, que es esa persona que se siente atraída única y exclusivamente por alguien extremadamente inteligente, con un discurso brillante o una habilidad sobresaliente en cualquiera de las áreas donde interviene el cerebro

Dicen los psicólogos que hay más sapiosexuales entre las féminas pero lo dudo. El hombre es más visual , dicen, (a lo mejor soy un poco macho y no me he enterado) y sus ojos se lanzan sobre el culo, las tetas, quizá los ojos (mucho más tarde) y la sonrisa. Luego, cuando conocen a la susodicha, entonces no les importa-- incluso les agrada-- que sea inteligente, chispeante y algo payasa. Esta suma de ingredientes tampoco falla en el género masculino. Eso de "que me haga reir" lo apostilláis a menudo en esa suma de cualidades. Y me molesta. ¿Qué somos? ¿Un mono de feria?

La sapiosexualidad se ha impuesto porque no nos queda otra.

Gracias que la interacción personal es cada vez más escasa, en la seducción juegan otros factores diferentes. De pronto, alguien te gusta por su brillo, por su capacidad de adelantarse al presente, porque conecta contigo, así de simple. Luego le ponemos nombres raros pero al final desembocamos en sentimientos básicos, tradicionales, the old feeling, como cantaban los crooners.

Ciertas personas desprenden magnetismo y no sólo por su belleza (A nadie le amarga un dulce y por el mismo precio yo siempre me he tirado por los guapos. Si te sale cabrón, da igual lo que mida, lo que pese o el tamaño de su nariz). Es el charme del que hablan los franceses. A nosotras quizá nos ponga más por el timbre de su voz, o que su dialéctica sea original y fresca pero, aparte de todo eso, hay un momento, ese momento, en el que descubres en el otro algo irrepetible, genuino, turbador.


Y surge la emoción. Y ya la hemos liado.

Los psiquiatras dicen de vosotros que estáis más cerca que nosotras de la caverna. Lo llaman sexualidad disociada: rápida, externa. La carne por la carne. Yo me niego a creerlo y menos en estos días en el que casi todos evaluamos y prejuzgamos al de enfrente según unos parámetros que la vida nos marca. El seductor y el seducido juegan y el juego siempre comporta estrategias, planificación , faroles y jaques. No veo carne por ningún sitio, señores.  

Yo apuesto por el trinomio C+Q+C: Coco, Química y Cama. Ese no falla.

6 comentarios:

Bárbara dijo...

Qué buena eres,Lola. Qué mejor forma de terminar el domingo que leyéndote?

LOLAPUNTOG dijo...

Muchas gracias.

Anónimo dijo...

Leo por primera vez tu blog y ya hay Coco. Gracias

Viell dijo...

Qué interesantes son las aventuras que nos creamos en nuestra mente...
Quizás el único lugar donde la (nuestra) perfección existe...
Un beso.

Viell dijo...

Quizás no haya aventura más perfecta que la que dibujamos en la mente, aunque el "cuerpo a cuerpo" sea más interesante, no carente de riesgos...;))

Anónimo dijo...

Mas sexo con ccv. Calidad, cantidad y variedad.