domingo, julio 13, 2014

Parejas reales



Ralph Fiennes encarnando a Dickens en la película que dirige y protagoniza: "Una mujer invisible"






John y John y Bessette, una pareja para la historia (trágica)


Hay parejas tan hermosas que uno hasta agradece (literariamente hablando) que muriesen jóvenes.   No me malinterpretéis, no soy una coleccionista de cadáveres pero, sin duda, hay historias de amor que superan la barrera del tiempo porque sus cónyuges se fueron juntos y jóvenes. Es el caso de la atractiva pareja que hacían John-John Kennedy y Carolyn Bessette. Esta semana se cumplen 15 años del trágico accidente en avioneta que terminó con la vida de ambos. Quedaron sepultados bajo el agua en la Playa Philbin de Martha’s Vineyard. Cuando los encontraron, paradójicamente, aún llevaban el cinturón de seguridad puesto.

De haber seguido con vida, probablemente, John-John habría completado su estela de rubias, propia de la legendaria y atribulada saga de los Kennedy, y Carolyn  sería una chica divorciada más. Su matrimonio ya entonces se tambaleaba.

Sin embargo, hay otros romances a los que el paso del tiempo hizo grandes. Para ello no fue necesaria la muerte de nadie. Lo único importante en estos casos es el valor de lo extraordinario. Como extraordinaria fue la decisión de Charles Dickens de abandonar diez hijos y esposa en plena época victoriana y en su mayor momento de popularidad. El motivo: una joven actriz, Nelly Ternan, que supo encender la pasión de Dickens hasta casi hacerle perder la cabeza. Pronto podremos ver en las pantallas “La mujer invisible”, película que se adentra en este laberinto, dirigida y protagonizada por Ralph Fiennes y basada en la novela del mismo título, escrita por Claire Tomalin.

La literatura dentro de la literatura enaltece este romance y nos muestra la peculiar personalidad de Dickens, un hombre hecho de la nada, que trabajó como sus niños esclavizados de Oliver Twist en una fábrica de betún.  De enorme vitalidad, pero también capaz de destilar cierta crueldad y dureza, Dickens no fue un autor maldito, todo lo contrario, era una celebritie de la época. Poco le importaron las consecuencias y “el qué dirán” de su decisión de abandonarlo todo por amor. Alguien quiso ver en esta historia la repetición de su relación platónica con su cuñada, que murió por una enfermedad fulminante de la noche a la mañana. Se dice que Dickens perdió la inspiración temporalmente tras este suceso y que llevó hasta su muerte el anillo de Mary. Así que, aquí tenemos de nuevo a la muerte que es la que, en definitiva, convierte en ideales pero también irreales los grandes amores.

Decía Dickens que "el corazón humano es un instrumento de muchas cuerdas; el perfecto conocedor de los hombres las sabe hacer vibrar todas, como un buen músico”. Con los tiempos que corren yo no sé vosotros pero me resulta extraordinario hallar a esos virtuosos de la vida. Los hay, quizá que sí, pero casi siempre sepultados entre toneladas de miedo, cerrazón, angustia y pudor.

Acaso Dickens se quedó enganchado a Mary porque el amor ideal es como un paraíso perdido al que regresar. Pero no olvidemos que era un creador y ese paraíso casi siempre existe sólo en la mente del autor y, como en el enamoramiento, otorga a seres humanos  de carne y hueso, virtudes que no le corresponden ni de lejos. Los escritores nos empeñamos en crear la vida, en inventarla. Como decía Matute, crear es vivir. La realidad nos la fabricamos. Pero no podemos inventar a alguien que ya es. Y es un error pensar que cambiará o querer transformarlo.


En cualquier caso, podemos agarrarnos a eso de la profecía autocumplida, y creer y esperar lo mejor de alguien a quien queremos pero apoyándole en su debilidad.  Quizá esta generosidad sea más valiosa que el amor. Quizá torne lo ideal en fecunda realidad.

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