domingo, mayo 31, 2015

Bajo el arco iris







Lo confieso: esta semana me  ha costado escribir sobre el PuntoG. En realidad, me ha costado todo. El fango electoral me ha inundado las meninges.

Pero en el mundo pasan otras cosas aunque no lo creáis. Hay unas locas que se quedan en bolas en una discoteca madrileña por una botella de cava, por ejemplo. La  patética Leticia Sabater se ha restaurado el himen, en un enésimo intento de salir en los medios. Siempre tenemos los socorridos estudios, como ese de la Universidad de Brunel (Londres) que asegura que cuanto más feliz te muestres en tu perfil de Facebook, más infeliz eres. Que cuantas más relaciones muestres tener, la autoestima está más por los suelos.
Aunque lo mejor, sin duda, ha sido el anuncio de Philips que anima a todos los hombres a "podar su bosque" sin por ello poner en juego las joyas de la corona. Entre otras cosas — dicen los de la marca de electrodomésticos— porque parecerá más grande.

Si un extraterrestre bajase a la tierra, pongamos por caso, nuestro querido Gurb de Eduardo Mendoza, se haría los tentáculos un lío. ¿Qué tiene que ver el cuerpo de la mujer con el alcohol? ¿Qué importa la restauración de una membrana con la virginidad? ¿Y el bosque con el sexo masculino? ¿Y Facebook con la felicidad y la autoestima? Estamos como cabras, lo cual no es malo del todo.

Sin cierto grado de locura sería imposible aguantar a todo el politiquerío reinante. ¿Cómo es posible que algunos sean tan estrechos de miras y tengan esta visión cortoplazista del mundo?
Hoy, que ellos juegan a los cromos con nuestros votos, que algunos se aferran a la silla después de 20 años de mandato, que prefieren su ego al bien común—aquel por el que prometieron luchar— que hacen oídos sordos a las quejas de la ciudadanía y siguen sin entender el mensaje, sólo podemos sobrevivir a este ninguneo con ciertas dosis de escapismo y chulería.

Lo mismo nos sirve escuchar "Somewhere over the raimbow" o refugiarnos en una frase de Marilyn Monroe: "Los perros no me muerden. Sólo los seres humanos”. Aunque me gusta mucho más: "El amor no necesita ser perfecto, sólo verdadero".
Si encontramos algo de verdad en nuestros días, todo este galimatías habrá merecido la pena.
Y aunque esta rueda parezca no avanzar (mi prima me pregunta si de verdad en algún momento saldremos de la crisis porque ella no nota la más mínima mejoría); la vida sigue, no se detiene, el tiempo pasa y un buen día llegará el momento, ese momento que no esperamos nunca y en la pantalla veremos un clarísimo: Game over.

Así que, más nos vale disfrutar de todo lo que nos sirven en bandeja. De lo bueno, de lo malo. Aprender las lecciones y tomarnos los podados de genitales, las restauraciones de himen, los absurdos concursos, los perfectos perfiles de Facebook y los pactos políticos con ironía y distancia.

Al final, lo único que nos importa es amar y que nos amen. Al final, lo único que nos queda es algo intangible que son momentos de felicidad, recuerdos, las caricias y la cercanía de los que nos quieren a pesar de nuestros innumerables defectos. Y los que nos hacen sentir amados, a pesar de nuestra manifiesta imperfección.

Lo demás, son ríos de tinta (cada día menos tinta, por cierto),  ruido y árboles que nos impiden ver el bosque, el auténtico bosque. Nada que ver con la pelambrera masculina. Con ese camino hacia lo verdadero al que llegaremos por nosotros mismos, sin autoayudas, sin terapias y, por supuesto, sin temores.


1 comentario:

Beauséant dijo...

yo ya me he perdido con lo que tenemos que ser para gustar a otras personas, sí, tienes razón... quizás sea mejor intentar ser unos mismos y así nadie se llevará sorpresas porque estabas intentando ser lo que te decían que tenías que ser...