jueves, junio 29, 2017

Comprar boletos para tu entierro






Voy a contarles un secreto. Paso muchas horas al día escuchando videos de Youtube. Lo hago cuando ando por la calle. A veces cuando conduzco y siempre antes de dormir. El universo Youtube es inabarcable.
 Entiendo a los jóvenes de ahora que apenas ven televisión. Youtube te ofrece contenidos muy especializados. Contenidos que los medios de comunicación tradicionales se resisten a comprar. Imagino porque las teles generalistas se dirigen a un público conformista y feliz en su burbuja
El adolescente es todo lo contrario. Está lleno de dudas, de sueños, de proyectos. El adolescente se está construyendo, se está mejorando. Yo no entiendo vivir de otra manera.
Las mentes inquietas siempre necesitan más. Al menos es mi caso. Ojalá viviese feliz en la burbuja del conformismo pero eso no se elige. Te sucede, o no. Y por ello no eres mejor ni peor.
Hay canales que nos muestran verdaderos talentos para la comunicación. Que emocionan con su discurso, que motivan y consiguen que cambies la perspectiva, al menos por unas horas. Uno de mis canales favoritos, cómo no, es TED, que son las siglas de Tecnología, Entretenimiento, Diseño.

Filósofos, científicos, humoristas, empresarios, comunicadores que venden su arsenal de recetas positivas, testimonios sobrecogedores, grandes mentes. Por muy famosos que sean debido a su profesión —cardiólogos, sociólogos, psiquiatras, psicólogos, periodistas, aventureros—los ponentes siempre hablan de su vida. Y se ponen de ejemplo.
Hace poco escuché a Gabriela Vargas, toda celebrity en su México natal.
Dijo una frase que allí es muy conocida y que me hizo reflexionar: “cada día uno tiene que comprar boletos para su entierro”. Gabriela nació con estrella, o eso le sentenció su padre cuando suspendió todas las y tuvo que sufrir como sus compañeros pasaban de curso menos ella. El padre, lejos de regañarla, la besó en la frente y le colocó una estrella virtual: “creo en ti”, le dijo.
De hecho, Gabriela es una estrella, ha publicado quince  libros, ofrece conferencias sobre bienestar, yoga y juventud por todo el mundo y escucharla es absolutamente delicioso.
La vida de Gabriela dio un vuelco cuando en pocos meses murió una de sus mejores amigas y su hermano. Se quedó desolada por un lado pero, por otro, absolutamente sorprendida al comprobar la cantidad de gente que fue al entierro de ambos.
En aquellos momentos ella era toda una workaholic, trabajaba 24/7 y pensó que no quería morir. No por miedo a la muerte sino porque tenía la certeza de que a su funeral no iría nadie. Y le vino a la mente esa frase que les comento.
 Esa frase ha cambiado mi semana, mis horas. Me hace más tolerante en los atascos, me pone una sonrisa cuando estoy muerta de sueño por las mañanas y me invita a hacerle la vida más fácil al otro porque, en definitiva, me la hago más fácil a mi.
Otra ponente habló de su cáncer de páncreas con sus cuatro hijos, su empresa montada y todos sus másters, doctorados y tacones. Y estas dos mujeres, como tantos testimonios, nos conducen a una misma conclusión: que hay que comprar muchos boletos para un entierro feliz. No sólo para que sea multitudinario, sino también para que cuando llegue nuestro último suspiro no nos quede la inquietud de haber dejado cosas sin hacer y riesgos sin correr.
La vida es para eso, para hacer amigos, aventurarse,  reírse y llorar.
La burbuja es un walking dead, cuyo brillante y confortable aspecto nos amortaja en vida sin posibilidad de disfrutar de los amigos y los amores.
Ni en esta vida ni en el entierro.

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