Como cada mañana, los vecinos de aquel viejo bloque de apartamentos frente al mar cumplían el rito de desembarcar en la arena con sombrillas, tumbonas y cientos de juguetes de niños. Parsimoniosamente, la primera que impimía sus huellas en la playa era la señora Dalía. Dalía había cumplido 40, creía firmemente en la soltería y en las novelas de amor. De nueve a doce se ensimismaba entre las páginas de Barbara Cartland o Corín Tellado y después salía de su sombra para ampararse bajo las frescas sábanas de su casita y seguir enganchada a su chute de pasión y fantasía.
Después de Dalía era el turno de cuatro chavales ruidosos con sendas parlanchinas madres que sólo cesaban su discurso para comer pipas con un frenesí adictivo. ¡Pepe! ¡Vuelve, no te alejes tanto de la orilla; ¡Ginés, deja de tirarle arena a los ojos a tu hermano! Las matronas vociferaban pero no levantaban sus culos de las silletas, no fuera que salieran volando con el viento de Levante.
Manuel, indefectiblemente, dejaba la silleta en la orilla y él, su barba canosa y su gorra de marinero, iniciaba la ruta del colesterol. Manuel erguía su espalda, intentaba sin éxito esconder la barriguita cervera y con innegable donaire describía senderos a 10 kilómetros por hora.
Las mamis saludaban a Manuel y, sobre todo, a su hijo Andrés, 20 años más joven, con abdominales en relieve y la languidez propia de un efebo aburrido ante su propia belleza. Las mujeres suspiraban y le echaban una miradita de deseo contenido, como si Andrés fuese un suculento helado de chocolate. Andrés, indefectiblemente, se tumbaba en una esterilla raída y se dormía bajo la mirada entusiasta de las vecinas.
Un día caluroso como un infierno de Dante, apareció de buena mañana una impresionante sombrilla de terciopelo marrón semi acostada. Bajo de ella, un perrito Yorkshire, una espléndida mujer de bikini blanco-años sesenta con una pamela en absoluto acorde con el pueblerino entorno. Pareciera la hubiesen extirpado de alguna cala, de alguna cubierta de un carísimo yate anclado en Capri, para aparacer, por arte del teletransporte, en aquel remoto pueblecito costero del Levante.
Cuando fueron bajando los pobladores de aquellos centímetros marinos, un silencio incómodo se abalanzó sobre aquel microcosmos de arena, colorines, protector solar y olor a aceite de coco. Nadie se atrevió a molestar a la escultural esfinge, que tomaba un refresco mirando al infinito. Los vecinos se preguntaban de donde salían esos cubitos y aquella fastuosa aparición. Lo propio era ver moros con una gigantesca bolsa de plástico vendiendo chaftanes de viscosa-- "Barrato, barrato seniora, muy bonito. Mirre, mirre"-- Y no divas de suntuoso balneario con piel de aristocracia monaguesca.
Lo más sorprendente es que bajo la arena que cubría aquella carísima sombrilla, diseñada por algún aburrido empleado de Valentino, miles de minúsculas hadas surgían del suelo. Hadas de oro, que volaban unidireccionalmente hacia el techo de la sombrilla y bajaban de nuevo a la arena como bailarinas de natación sincronizada. Los vecinos, estupefactos, comprobaron que pequeñas ninfas con alas de cristal se llevaban, volando por los aires, aquella maravillosa composición tan impropia de aquel lugar. Manuel fantaseó que la señora viajaba a alguna película de James Bond, protagonizada por Sean Connery. Naturalmente, él era Sean, o James y ella Ursula Andress.
21 comentarios:
Las playas... que son una especie de submundo o de sociedad paralela, con sus reglas distintas, sus valores distintos y... con niños desagradables dando gritos.
:)
Saludos, Lola
Genial historia! Yo particularmente prefiero los lugares fríos pero ¿quién le diría "no" a una chica Bond? Saludos desde México...
Tengo una imagen grabada en mi mente desde pequeño. Una mujer de enormes brazos con un cuchillo en la mano, los pies llenos de arena, un gorro rojo y una sandía de 5kg en la mano: horror en la playa.
Nobody is perfect.
Me encanta observar la playa en verano. Para disfrutarla, prefiero el resto del año.
Bendita fantasía.
Para un aborrecedor de la cultura playera como yo (me encanta el mar y bañarme en él, pero no el resto) si me encuentro semejante diosa con sus hadas, me hago playero mayor del reino. He dicho.
Besitos.
la irrupción de lo extraordinario en lo cotidiano.
Yo, que vivo al lado de una de las mas hermosas de España (me refiero a las playas), siempre sueño con encontrarla a ella saliendo de las aguas
Se llenará esa playa este verano, fijo. Verás la que has liado... :)
Un beso, Lola
Me ha gusrado mucho, con ese final tan realismo mágico y ese inicio tan costumbrista.
Nunca vayas a Salou, una vez se me ocurrió ir en agosto y no había especio para poner la toalla, pero literalmente.
Teníamos que coger el coche e irnos a la playa de Cambrils.
Besos!
Conocí Salou un verano...es demasié la gente que hay allí, aunque también mucho ambientazo.
También estuve en Cambrils...que es más tranquilo, cierto, y muy bonito.
Lo cierto es que me agobia mucho una playa a rebosar, prefiero ir a esas que no va nadie aunque no sean tan modernas.
Un verano en Los Alcázares (playa popular de Murcia donde las haya) tuvimos una aparición así aunque, claro, no se fue volando!! je,je
Un besito a todos
La playa sería un lugar maravilloso si la arena no se pegara, el agua del mar no fuese salada y se reservara el derecho de admisión. Bueno, esto con matices, pq a veces es un espectáculo humano digno de estudio.
Y ya si no hiciese calor sería el paraíso...
me han censurado mi opinión en tu árticulo del 20minutos!!
Eso....tu que tienes cerca playa y demas...Aqui, con este secarral no nos resisten ni las "maCizas"...
b X c
Brigate, he visto tu opinión y la de Landa publicadas pero no sé porqué luego las han quitado...no tengo ni idea.
Una chica Bond???!!!
Hace años no estoy ni cerca de algo que parezca una playa...
De haber estado ahí, me hubiera acercado con paso firme, ceja levantada y gran seguridad a decirle:
My name is Tor, Héc-tor...
Seguramente en ese momento las hadas me habrían orinado, o si no, Ginés me habría echado arena en los ojos... Chale!!!
Lola!!! siguen desapareciendo las cosas en 20minutos :-S
O me censuran o tienen un probema con el sistema.
que está cambiando el sistema o algo así
Si, con tanta horterez y vulgaridad con las que la playa nos deleita a diario, aquello tenía que ser casi una aparición "mariana"...
y digo yo ¿que ME hacían allí? no pegaban ni con cola, no?
¿Se llamaba Beatriz?
Quien??
La de la sombrilla?, la lectora de novelas de amor? alguna de las marujas?
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