Cruz padecía insomnio. Anhelaba escribir historias de labios como nardos. De manos como espuma. De poesía y dulces versos tirados en el vertedero de las pasiones inconclusas.
Día tras día, su mente maquinaba los personajes, el objeto misterioso que desencadenaría el desenlace final. Le traía de cabeza Natalia, el personaje femenino, tan voluptuoso que toda ella era un volcán al mínimo de sus leves gestos. La imaginaba gozando con destellos de luz a su alrededor, tal que una santa despidiendo haces de fulgor. Detestaba --acaso sentíase celoso-- de Antonio, el partenaire de Natalia. No tenía ningún derecho ese cabrón a una mujer tan gallarda. No se sabe porqué extraño motivo había decidido cederle la más bella de sus creaciones. Quizá porque en el fondo Antonio era como Cruz. Un tío sencillo, bonancible, aparentemente sinsustancia pero capaz de sacudir al mundo con una idea, o el cuerpo de una hembra con embestidas que nadie sospecharía al tropezárselo en el autobús, o en el vaivén marítimo que eran las fiestas de cocktail. Esas en las que todos andan de pie, algunas beben sin compostura para soportar el aullido de los tacones y los más se dejan llevar en conversaciones insustanciales que ni terminan ni empiezan.
"Antonio era un simple --pensaba Cruz--yo valgo mucho más".
Una de esas noches de duermevela, Cruz se dijo que ya estaba bien de soportar la monótona realidad, que él quería gozar de Natalia, comerse sus pechos, beberse sus muslos y hacerse él mismo con el objeto misterioso que desencadenaría el desenlace final (fatal) de su historia. Que prefería morir despierto a que el sueño se saldase con Antonio y Natalia abrazados y felices sobre un velero bergantín.
A Cruz se le pasaban las noches escribiendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho escribir se le secó el celebro. Y despertaba entresudado a las 12 del mediodía tras una sesión amatoria con Natalia, y se le olvidaba ir a trabajar, saludar a su mujer, recoger a sus hijos del cole y tirar la basura.
Cruz se inventó dolencias extrañas que tornáronse reales. La mujer pidió el divorcio y nunca más se supo de si él tuvo familia o invitados. A medida que escribía su novela, su imagen real se desenfocaba y ya era más del otro mundo que de aqueste. Y nunca jamás volvió a salir a la calle. Y nunca nadie supo de él. La novela acabó en los kioskos porque la envió al amigo de un amigo con grandes contactos en el mundo editorial y para cuando fue best-seller, Cruz desapareció del mapa. Ningún ser de este planeta supo donde se hallaba. Al cabo de un año le dieron por muerto y sus hijos cobraron una millonada en derechos de autor, puesto que aquel culebrón que dio en titular "Labios como nardos", se tradujo a diez idiomas y fue llevada al cine. Scarlett Johansson hacía de Natalia y Bardem, de Cruz. A Antonio se lo cargaron en el cuarto capítulo, por mamón.
14 comentarios:
Por mamón no. Porque se le secó el "celebro".
Aquello fue una novela muy absorvente...
Noo?
;-)
¿Y tú cómo sabes todas esas cosas de mí?... ¿eh?...
;-)
Me agrada como narras. josef.
Hija, qué grande eres!
¡Sensacional! ....Esa Natalia, que a modo de revivida Dulcinea volvió tarumba a ese neo-Quijote ("...de poco dormir y poco escribir se le secó el cerebro...") llamado Cruz, mucha tela....
Me da pena el destino de Antonio, pues no en balde, muchos de los hombres que, en apariencia, son considerados por las mujeres como meros complementos insustanciales, como tontos útiles al uso, pueden llegar a ser todo un descubrimiento a poco que les dejen....
Un besico postvacacional, Lola... Y sigue deleitándonos con tu talento (¡y encima, gratis!)
jaja tiene coña, la verdad es que me sorprendió l principio lo de labios como nardos.
me recuerda a niebla de unamuno...
José...qué culto eres. No me he leido Niebla de Unamuno. Gracias por vuestras opiniones...lo cierto es que me lo pasé bien escribiendo esto ;)
Hey!!!
Prometo linkearte, vale???
TE MANDO DE BESOS!!!!!!!!!!
culto?¡¡¡ jajajaja, no, no.
futbol, sofa, papas fritas, cervezas.... sin orden preferente.
Fabuloso post. Siempre que vengo siento que he aprovechado el tiempo visitándote. No suele ocurrir.
Un saludo
Jesús Domínguez
La imagen es muy, muy bonita. La historia también.
Besos,
Armstrongfl
La abducción de la literatura... o cómo no desaparecer en el intento.
Un saludo.
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