jueves, diciembre 09, 2010

400 golpes y la ternura



Antoine Doinel es un adolescente que se lleva unos cuantos golpes. En la película no vemos cuatro cientos, pero quizá uno que vale por tantos. Ver por la calle a su madre besándose con un desconocido. Saber que fue un hijo no deseado. Saber que el hombre que vive con ellos no es su padre; pagar las culpas de las gamberradas de otros.

Antoine nos conmueve por su pureza, por su ingenuidad. La idea de devolver la máquina de escribir que roban a su papá de turno. Aceptar sin pestañear el "soborno" de su madre por mantener el secreto. Encomendarse a Balzac, con vela y todo, y creer que su profesor no notaría el vulgar plagio.

Es un trasunto de Truffaut, claro. Un enamorado de la mujer, un ferviente creyente en la religión de la amistad. Hoy sería un vulgar pardillo. Es una lástima que la ternura no se estile. Que la ingenuidad sea un valor perdido porque el mundo sigue igual que antaño. Los fuertes oprimen a los débiles. La sensibilidad se castiga con golpes: del destino, del corazón, en la cara. La creatividad, el afán por escapar a la rutina nos lleva al exilio. Esa es la lección que nos ofrece Truffaut. El don de crear, casi siempre va a compañado de la desdicha de sufrir.

1 comentario:

Vian dijo...

LINDO COMENTARIO.