miércoles, febrero 08, 2012

La verdad de las mentiras


En el principio fue la mentira. Estamos rodeados de ellas; algunas, absolutamente imprescindibles para la supervivencia, para levantarnos cada día y seguir adelante. No hay mal que cien años dure, nos decimos. Si te esfuerzas, lograrás tus objetivos, te prometes a ti mismo.
El titular, robado con descaro de un libro de Vargas Llosa, pretende demostrar que estamos rodeados de ficciones. Los hombres no están contentos con su suerte, escribe Varguitas; y casi todos quisieran una trayectoria distinta a la que viven, por eso en el embrión de toda novela bulle la inconformidad.
Lo que funciona para la creación también ocurre en la vida real, pero de modo inverso. Las mentiras de la ficción surgen de la inconformidad. Tenemos el apetito voraz de experiencias y pasiones, pero –oh, desgracia—  una sola existencia. Los autoengaños cotidianos, sin embargo, los perpetramos para conformarnos. De hecho, los medios de comunicación creamos una especie de ficción de la actualidad: cumbres, congresos, elecciones. El mundo se desmorona, y la información se encarga de teñir las horas de “normalidad”. Probablemente, sin el efecto sedante y tónico de los medios, la realidad sería tan dura que por las mañanas nos quedaríamos bajo el edredón leyendo a Flaubert o  Dumas. Y que viva la vida Rita, que preferimos la ficción, esa ficción que encierra profundas verdades; los demonios y el desasosiego que procedan de un amor inconveniente, de un drama barroco. Perder el sueño por la hipoteca es algo muy vulgar.
Vamos de auténticos por la vida, y si contásemos la cantidad de mentiras que hemos de soltar al cabo del día nos faltarían dedos. Decir la verdad es, la mayoría de las veces, indecoroso, engorroso, incluso cruel. Cuando me preguntan, con cortesía, “cómo estás”, ¿debo responder la verdad? Me ha costado años y muchos disgustos descubrir que mentir es muy cómodo.
 ¿Quién soy yo para desengañar, refutar, descubrir, desilusionar? ¿Qué es verdad y qué es mentira?, se preguntaba Calderón. ¿Y si todo es un sueño? ¿Y si la auténtica verdad sólo la encontramos adornada de ficciones en películas, libros y canciones? Al igual que sucedía en "Blade Runner", quizá ni siquiera yo soy yo, sólo alguien con mi nombre y osamenta, una replicante que actúa según las expectativas ajenas y no las propias. En el principio fue la mentira. El Génesis, Adán y Eva constituyen un sabroso culebrón. Cuando el frío arrecia, enciendo el Ipod y comienzo a contarme
preciosas ficciones. La suerte que tengo es enorme porque muchas de esas mentiras se convirtieron en verdad. Así que miénteme, que algo queda.
La foto es de Germán Sáez

2 comentarios:

Ramón Climent dijo...

Querida Lola, realmente la vida es sueño y el sueño es una ficción que tiene su base en la vida, la pescadilla que se muerde la cola. Una buena dosis de mentira, ficción, fantasía (llámalo como quieras) es tan necesaria como la vida misma con su cruda realidad, para la vida en sociedad. Tan sólo es necesario el equilibrio entre las dos fuerzas. Descubramos el Ying y Yang de la mentira y la verdad, descubramos y aceptemos el cóctel perfecto y equilibrado de la convivencia.

Anónimo dijo...

Y si somos como en la película, "Los Otros"?