jueves, septiembre 08, 2016

Mi paraíso

    Y dimos un paso más.  Nos atrevimos. Te esperé en aquel piso frente al mar, enredado en una maraña de urbanizaciones. La brisa poderosa, el aire limpio. La mañana era inmejorable. Preparé todo con tantos nervios: agua fresca, zumos, algo de comida liviana. Te perdiste, te encontraste, me perdiste, me encontraste.
 Casi te caes en la piscina comunitaria. Te recibí con una camiseta y unas bragas a juego en tonos grises que contrastaban con mi cuerpo bronceado. Al abrir la puerta estabas ahí, sudoroso y feliz. Me besaste en la alfombra de "Bienvenido", en el recibidor, en la cocina, me tomaste y dijiste que me querías hacer el amor así, contra la pared, a horcajadas. Aguantamos como 30 segundos. Nos derrumbamos muertos de risa. Peso mucho. No qué va, es que soy un flojeras.
Te llevé al baño y te sequé el sudor amorosamente con un tissue. Sentado en aquel taburete me mirabas desde abajo y dijiste: merece la pena. Los nervios, los inventos, todo lo que hay que poner en marcha para vernos.
 —Lo sé. Yo siento igual. Mira; puse tu mano sobre mi corazón. Saltaba por encima de la camiseta. "Escucha": y pegaste tu cabeza a mi pecho. Bajamos las persianas, subimos la velocidad del ventilador y mientras trajinaba con la cama agarraste mi brazo y lo besaste hasta los hombros y luego el cuello y luego el pecho. Me quitaste la camiseta, tú ya no llevabas la tuya y fabricamos  un hombre de Vitruvio con nuestros cuerpos.
Subida en mis tacones casi te alcanzaba y agarramos nuestras manos con fuerza. Me diste la vuelta. Comenzaste a decir mi nombre al oído y a besarme por toda la espalda hasta las caderas, me tiraste al colchón. Desconté segundos, desconté tristeza, desconté la ausencia de tu ausencia. Sí, merece la pena, susurré.
 Y tras esa moviola previa volvíamos al frenesí de nuestros encuentros. Al perfecto engranaje de nuestros cuerpos, construidos por alguien más grande que nosotros, hechos el uno para el otro. Y como en las películas románticas, llegamos al clímax a la vez. Dios quiere esto, quiere vernos felices, te dije. —Esto es el paraíso —Concluiste—Mi paraíso

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